Sobreviviente de violencia doméstica confía en fallo de asilo migratorio

"No quiero regresar a mi país y enfrentar a mi abusador", indicó a El Diario una joven ecuatoriana

@Zaira_Reporter

Un histórico fallo judicial la semana pasada podría significar la diferencia entre una vida digna y la amenaza constante para la ecuatoriana Roxana (no su nombre real), quien enfrenta una orden de deportación tras venir a Estados Unidos huyendo de la violencia doméstica.

“No quiero regresar a mi país y enfrentar a mi abusador. Si me deportan me estarían sentenciando a muerte”, dijo Roxana (27), residente de Queens. “Crucé fronteras en busca de seguridad. Prefería morir en el desierto que a manos de mi pareja”.

Para ella y muchas otras mujeres en su situación se abrió una esperanza de vida cuando el tribunal más alto de asuntos migratorios del país estableció que féminas que emigraron al país huyendo del abuso doméstico podrían recibir asilo en Estados Unidos.

El fallo de la Junta de Apelaciones de Inmigración se refiere al caso de la guatemalteca Aminta Cifuentes, madre de tres que, en diciembre de 2005, cruzó la frontera estadounidense sin autorización huyendo de su abusador. Al enfrentar la deportación, la sobreviviente declaró que la Policía y el Gobierno de su país no atendieron sus repetidas denuncias y súplicas de ayuda, una falta de respuesta que justificaría el asilo.

El Departamento de Seguridad Nacional, que procesa los casos de deportación, rebatió inicialmente el argumento de Cifuentes. La Junta de Apelaciones envió el caso de regreso a un juez de inmigración en un detallado documento de nueve páginas, y sus abogados esperan ganar el litigio.

El caso de Cifuentes es inspirador para Roxana en su petición de asilo. Luego de ser arrestada, en noviembre de 2012, por autoridades migratorias en Texas, la ecuatoriana pasó unos dos meses en centros de detención hasta que su hermano logró contratar los servicios de un abogado.

La joven solicitó asilo alegando violencia doméstica, y consiguió un estatus legal temporal hasta que su caso se resuelva. Su próxima audiencia será el 23 de octubre en una corte de Nueva York.

La mujer contó que abandonó su natal Cuenca temerosa de perder la vida en un arrebato violento de su esposo. Explicó que su infierno comenzó en su infancia con las palizas a manos de su padre. A los 21 años se mudó con su pareja, pero no logró salir del clima de violencia.

“Me obligaba a beber alcohol y tener relaciones sexuales con arma en mano. Si me negaba, amenazaba con matarme”, expresó. “La humillación cruzó el límite cuando me forzó a tener sexo con otros hombres”.

La inmigrante dijo que sus denuncias en la policía de su ciudad fueron desestimadas en repetidas ocasiones, pese a presentarse con hematomas en rostro y cuerpo.

“Lejos de ayudarme, las denuncias me ponían en riesgo. Mi esposo se ponía furioso”, dijo. “Me escapé y fui a casa de mi madre, pero mi pareja estaba siempre acosándome”.

La persecución constante de su esposo la llevó a huir a EEUU con la ayuda de su hermano, quien pagó el cruce a los “coyotes”.

“Aún pienso que mi esposo me persigue. Imagino que en cualquier momento me saltará encima para asesinarme”.

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El asilo, como el estatus de refugiado, es una protección legal especial para personas que han abandonado su país por su propia seguridad, y temen regresar. La ley de asilo exige que los solicitantes ofrezcan evidencia suficiente de sufrir persecución en su país natal por su raza, religión, nacionalidad, opinión política o por ser miembro de un grupo social en particular. Hasta la semana pasada, los criterios para solicitar asilo no incluían la violencia doméstica. Esta sí se pueden invocar al solicitar una visa tipo U para personas que han sufrido abuso físico o mental. Hay un límite de visas U de 10,000 anuales, y este año se agotaron en un mes.

Cecilia Gastón, directora de la Coalición Contra la Violencia Doméstica (VIP), dijo que el asilo a sobrevivientes de violencia doméstica resulta esperanzador para aquellas féminas que enfrentan riesgo de deportación. “Es inhumano devolver a estas mujeres a las manos de su abusador. Casos como el de Cifuentes y Roxana demuestran la urgencia de un alivio migratorio real”, indicó la activista.

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