Oye…¿Cuándo te casas? ¿Cuándo tendrás hijos?

Las dos preguntas más incómodas durante estas fiestas…

Creo que a veces calladitos nos vemos más bonitos.

Creo que a veces calladitos nos vemos más bonitos. Crédito: Morguefile

¡Dios mío santo! Pareciera que la gente no tiene suficientes cosas en que pensar para siempre estar pendientes de cuándo es que la vecina finalmente se va a casar, o si tendrá o no hijos.

Metí la pata y aprendí que esas preguntas son prohibidas.

Me acuerdo perfectamente de aquel día en que mi compañero de trabajo decidió presentarme a una de las muchachas con la que él estaba saliendo hace meses. Mi amigo no buscaba una relación seria y yo sabía que ella estaba perdidamente enamorada de él. Como mujer me identifiqué con ella, y según yo, quise echarle la mano, “un empujoncito” con mi amigo.

Fuimos a una cena y entre una copita de vino y otra, se me ocurre preguntarles “chicos, y ¿ cuándo se casan? Creo que hubiese sido mejor preguntarle, oye, y ¿cuándo fue la última vez que se acostaron? La chica aprovechó para desahogarse y decirle lo mucho que lo amaba. Él, en vez de milagrosamente sacar el diamante de su bolsillo, le dijo enfrente mio que no era el hombre apropiado para ella, que no quería nada en serio; creo que fue el principio del fin de esa relación.

Me sentí muy culpable por haber preguntado lo que no me incumbía. “En boca cerrada no entran moscas…” y si, creo que a veces calladitos nos vemos más bonitos. Era una conversación que necesitaban tener en algún punto de sus vidas, pero no me pertenecía a mi, comenzarla.

Dicen que las preguntas más incomodas que nos pueden hacer son: ¿cuántos años tienes? ¿Cuánto pesas? y el famoso: “te ves cansada. ¿Qué te pasa?” Todas esas preguntas son digamos, superficiales, pasan desaparecibidas y aunque si molestan, nos olvidamos porqué, aunque son preguntas personales, no llegan a la raíz de una verdadera preocupación.

¿Cuándo te casas? … ¿Cuándo es que tendrás hijos? Se siente como que el mundo se nos viniera encima, o como diría el segmento de mi revista favorita cuando era adolescente, “trágame tierra”. Es suficiente tener que lidiar con esa vocecita interior, que algunos llamamos conciencia que nos dice: “se te esta pasando el tren”, como para tener que escucharlo de la boca de un tercero, y aún más, tener que darle explicaciones a un extraño.

Casarse, así como tener hijos, son decisiones tan personales como decirle a una persona ¿con cuántas personas te has acostado? La respuesta debería ser “qué te importa”.

Qué rico sería poder responderle eso a la próxima persona entrometida que se atreva a preguntarnos porque no hemos tomado las decisiones, quizás, las más importantes de nuestras vidas.

Ya comienzan las fiestas navideñas y ya lo presiento… comenzará la preguntadera de la tía, de la abuelita, de la vecina y de la señora que nadie invitó a la fiesta pero que quiere preguntar hasta de que te vas a morir. Solteritos, prepárense que en esta navidad, esa será la pregunta de más de uno en la mesa, y si ustedes, como yo, ya pasaron de los 30 años y todavía no tienen hijos, pues más vale que esten listos para ser interrogados.

Hoy más que nunca creo que esas dos decisiones no deben ser tomadas a la ligera. Tanto las mujeres como los hombres tenemos una carrera, aspiraciones y queremos hacer una vida profesional antes de dedicarnos a ser madres o esposas.

Pregunta tanto la gente que hasta los hombres, como mi amigo, salen corriendo de relaciones cuando la pregunta se convierte en presión.

No pregunte lo que es obvio. Si una pareja de novios aún no se casa, es porque no quieren. Si una mujer después de cierta edad no tiene hijos, tal vez nisiqiera tenga novio.

En vez de tanta preguntadera, mejor brindemos por la vida, por la salud y crucemos los dedos para que en esta navidad, los chismosos se emborrachen rápido y no pregunten nada en toda la noche.

¿Les ha pasado esto?

Carolina Sarassa

@CarolinaSarassa

www.CarolinaSarassa.com

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