Ya está aquí el nuevo De la Hoya

Diego de la Hoya espera trazar su propia historia siguiendo el ejemplo de su famoso primo Óscar

Diego de la Hoya con su primo-hermano Óscar de la Hoya.

Diego de la Hoya con su primo-hermano Óscar de la Hoya. Crédito: Cortesía Dan Sosa

Los Ángeles. El apellido resulta de inmediato familiar. Diego de la Hoya, de 20 años de edad y originario de Mexicali, comparte profesión con su famoso primo, Óscar de la Hoya. Diego espera seguir los pasos de Óscar y convertirse en una leyenda del boxeo, aunque sabe que el nombre no lo es todo.

Dentro de la familia es inevitable que el boxeo pase desapercibido: “En la familia la plática siempre es de boxeo, a veces aburre hablar tanto, pero así es eso”, bromea un sonriente Diego de la Hoya.

Fue su familia la que le impulsó a enfundarse los guantes y saltar al cuadrilátero. Algo que no resulta extraño, si se toma en cuenta el árbol genealógico.

Diego empezó a boxear apenas a los 6 años de edad, y a lo largo de su adolescencia coleccionó diferentes campeonatos en México y el extranjero. Cuando cumplió 19 años, decidió saltar al profesionalismo e intentar seguir los pasos del “Golden Boy”, quien le augura un gran porvenir.

Le veo un futuro brillante a Diego. Él puede ser el futuro del boxeo mexicano”, le dice Óscar de la Hoya a La Opinión.

La relación de Diego con Óscar de la Hoya (son primos-hermanos) no sólo es familiar, también contractual. Diego, un peso supergallo, hizo su primera aparición en el boxeo de paga bajo el sello de Golden Boy Promotions. Su bautizo fue en septiembre del año pasado, en el casino MGM Grand de Las Vegas.

“Es fabuloso pelear en Las Vegas. Me sentí muy bien. Fue un gran reto para mí”, opina el joven pelador, quien se marca como meta ser campeón del mundo en dos años.

Pero el camino en el ring no es sencillo; nunca lo es, y menos con ese nombre. Diego de la Hoya afirma que su apellido supone una motivación extra para los oponentes. “Me quieren ganar por mi apellido, para que se les abran las puertas. Así que me tengo que preparar más que ellos”, apunta.

Sin embargo, Óscar de la Hoya no considera que para su joven primo sea el apellido sea una carga pesada: “Él decide si va a hacerle presión o no. Él está haciendo su propia historia, no está tratando de igualar lo que yo he hecho”.

De momento, Diego está cumpliendo. El púgil mexicano no sabe lo que es perder desde su estreno profesional, con una hoja de servicios de ocho victorias en otros tantos combates, seis de ellos por nocaut.

“Cada vez me siento mejor, he mejorado mis entrenamientos y la gente me dice que me ve mucho mejor cada vez”, apunta el peleador cachanilla (gentilicio coloquial de la gente de Mexicali).

Uno pensaría que a Diego de la Hoya el respaldo necesario no le va a faltar, algo en lo que coincide su primo Óscar, quien declara que “tiene el equipo y tiene nuestro apoyo, ahora se trata de pelear bien. Estamos bien motivados con él”.

Además de boxear, Diego intenta hacer una vida normal, como cualquier otra persona, según sus propias palabras. Le gusta salir y estar con los amigos, y se declara gran aficionado del Real Madrid.

En la entrevista con La Opinión, Diego de la Hoya indica que quiere fijar cuanto antes su próxima pelea, que tendrá lugar ya en 2015, y en la que pretende saltar a los 8 rounds. Sus pasadas cinco peleas han sido programadas a seis asaltos. De momento, el boxeador se concentra en seguir preparándose con su entrenador Joel Díaz.

Al hablar de su estilo, Diego se describe como un boxeador “al que le gusta pegar y que no le peguen. Como todo mexicano, también me gustan los golpes. Pero intento ser más inteligente”.

“Me enoja que me peguen”, confiesa el nuevo De la Hoya, quien compara los combates con partidas de ajedrez: “El boxeo es de pensar, porque un golpe de suerte puede cambiar cada pelea”.

Por si Diego de la Hoya no tuviera suficientes motivaciones, las palabras de su famoso primo son estimulantes. Óscar de la Hoya destaca que Diego triunfará porque es un guerrero.

“Está en su sangre pelear. Cuando Diego lastima a alguien en el cuadrilátero, él quiere cerrar el show”, dice el “Golden Boy”. “Eso no lo puedes comprar, no puedes entrenar tu cabeza o tu mente para hacer eso. Naces con eso, y ese don lo tiene él”.

El apellido lo tiene. El ejemplo a seguir, también. Lo que está por ver es si Diego de la Hoya, al que empiezan a llamar “Golden Kid”, puede seguir creciendo en el boxeo y eventualmente mostrar chapa de oro.

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