¡La clave para la felicidad!

Hoy, les confieso que fue uno de esos días en que yo estaba histérica e insoportable

El agradecimiento por la familia y la salud es fundamental.

El agradecimiento por la familia y la salud es fundamental. Crédito: iStock

@CarolinaSarassa

Hoy, les confieso que fue uno de esos días en que sentía que una cosa trás otra iba mal. Que mucho trabajo, que poco sueño, que chismes por aquí, por allá. En fin, yo estaba histérica e insoportable. De esos días en que sentía haberme levantado con el pie equivocado.

En eso, salí de la oficina y vi a un señor vendiendo frutas en la calle. Se me antojó y paré para comprarle. Ya el señor había guardado casi toda su mercancía y estaba limpiando su carrito. Se veía cansado, su frente con sudor, pero me llamó la atención la sonrisa de oreja a oreja que tenía en su rostro.

Me acerqué y le dije: “Qué lástima que ya cerró, mañana paso más temprano”. Con mucho entusiasmo me pidió que me quedara y que lo esperara unos minutos.

Mientras sacaba de la parte de atrás de su camioneta unos mangos y unas naranjas, don Pancho me contó que estaba muy contento. Su hijo está muy enfermo, me confesó, y él está ahorrando para pagarle sus gastos médicos en El Salvador.

“Con este trabajo, ya he juntado más de la mitad del dinero que necesito. Soy el hombre más afortunado porque tengo trabajo y porque sé que pronto voy a poder pagarle la cirugía a mi niño”. No sólo eso, me contó que se había matriculado a una clase de inglés en las noches y ya hasta puede comunicarse mejor con sus clientes.

El peso que traía don Pancho en su corazón y en su pecho seguramente era muy fuerte, pero esa actitud tan positiva terminó dándome una lección de vida. Yo estaba tan molesta con las tonterías tan superficiales que me habían pasado durante el día que me sentía hundida en mi preocupación. Pero tengo la fortuna de tener vida, salud, al igual que mi familia. Ese positivismo y agradecimiento con su alrededor, mantiene con vida a Panchito y a su hijo en El Salvador.

Así como mandado del cielo, este hombre no solo me sirvió una deliciosa ensalada de fruta, sino que me cambió el ánimo al darme cuenta qué es lo que realmente importa. Don Pancho me enseñó que en esta vida no se trata de llegar, sino de saber cómo llegar. La gente, al ver que todavía estaba abierto el puestito de fruta, hicieron fila para comprarle y terminó vendiendo toda la fruta que tenía en la camioneta.

Creo que esto que me estaba pasando a mí nos pasa a la mayoría de los seres humanos. No somos suficientemente agradecidos con todo lo que esta vida nos ofrece. Ese desagradecimiento es una energía tan negativa -creo yo- que funciona como un imán, atrayendo aún cosas peores. Nos enfocamos en lo malo, sin darnos cuenta la gran cantidad de oportunidades que tenemos frente a nosotros. El agradecimiento que tiene este hombre con la vida es la clave para esa sonrisa tan auténtica que se ve, se siente y se contagia desde lejos.

Dicen que una sonrisa dice más que mil palabras. Y sí, lo pude comprobar. No veo la hora de volver a comprar fruta para que don Panchito me cuente cómo le va, y para salir de ese puestito contagiada de tanto agradecimiento que lleva en su corazón. ¿Qué les parece? Yo creo que hace falta más gente como él en esta vida.

Espero sus comentarios.

www.CarolinaSarassa.com

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