El show de la reconstrucción en los Knicks
Los Knicks son una olla de incertidumbres que apenas se calienta
Phil Jackson sabe ahora que vender Nueva York no es tan fácil como los neoyorquinos piensan.
El presidente de los Knicks ha tenido que ser muy Zen para manejar desaires de jugadores, abucheos de la afición a su selección colegial y hasta presuntas intrigas internas.
Aún cuando todavía se calientan sobre la estufa rumores de posibles adiciones, es justo decir la media docena de caras nuevas que llegaron al equipo del Garden no son las que hubieran querido contratar pero sí las que se pudieron concretar.
La realidad de los Knicks atrae a pocos. Los grandes nombres disponibles en la agencia libre evadieron Nueva York como si el Madison Square Garden estuviera apestado.
Y es que la más que mediocre temporada anterior, que terminó con marca de 17-65, no era argumento suficiente para venderle a alguien la Gran Manzana, que en cambio fue desairada por Greg Monroe que prefirió los Bucks en Milwaukee… sí, Milwaukee.
Pero es que hasta en esas praderas se respiran los aires de postemporada que aquí ni siquiera soplan por más positivos que se quieran mostrar los refuerzos Robin Lopez, Kyle O’Quinn, Arron Afflalo y Derrick Williams.
“Creo que los playoffs son una posibilidad. Pero creo que es difícil de pronosticar. Las cosas fluctúan, obviamente”, dijo López ante los medios.
El hermano gemelo de Brook, el pívot de los Nets, llegará a jugar un papel defensivo sobre la pintura. Trae consigo una de sus mejores campañas con promedios de 9.4 puntos por partido, 6.7 tableros y 1.4 bloqueos.
Sin embargo, el Maestro Zen no requiere de un hombre grande que sea avasallador debajo del tablero. De Bill Cartwright a Luc Longley, el triángulo funcionó sin un centro brutal como lo sería Shaquille O’Neal con los Lakers de Kobe en años posteriores, o incluso Pau Gasol.
Otras noticias de hombres grandes también le han dado a Jackson un leve respiro del escrutinio de la prensa y la presión de la siempre impaciente fanaticada. En Las Vegas Kristaps Porzingis convirtió los abucheos en aplausos.
Porzingis se enteró a qué sabe el amor de los Knicks apenas cuando anunciaron que él era la primera selección en el Draft, cuarta en general, del equipo de Broadway. Pero en la liga de verano que se realiza en la Ciudad del Juego, el pívot letón que apenas va a cumplir 20 años ha sido ovacionado por su desempeño sobre el entablado.
En tres juegos que se han disputado, Porzingis promedia 10 puntos por partido y dispara para el 60 por ciento desde el terreno. Falta mucho para que siquiera debute en un partido de temporada regular, pero el joven que fuera prospecto del Baloncesto Sevilla en España es ahora un prospecto en el futuro de los Knicks.
Y en el centro de todo esos planes está Carmelo Anthony. Y es que mientras ‘Melo’ compra equipos de fútbol en Puerto Rico, comenzó a circular el rumor de que el astro de los Knicks estaba desilusionado de los refuerzos que el Maestro Zen consiguió.
Anthony, que vacaciona con su familia, salió a desmentir esas versiones y aseguró que él “todavía confiaba en Phil [Jackson]”. “Todavía”.
Así es como la construcción de un triángulo en la reconstrucción de los Knicks comienza a escribir una obra que tendrá ahí Broadway su mejor escenario, y cuyas estrellas son una diva, un maestro zen, un inmigrante y un grupo de hombres sin nada que perder.