Otra vez la inmigración quedó de lado
Tanto en el Congreso como en los tribunales languidecen las posibilidades de una regularización migratoria
Luego del anuncio de la renuncia de John Boehner como presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, manifesté que mi percepción era que cualquiera que fuera el nuevo congresista en ocupar esa posición, se vería obligado a comprometerse con la bancada del grupo The Freedom Conservative Caucus, para avanzar su agenda extremista y para detener cualquier legislación promovida por el presidente Obama.
Una de las principales expectativas del mandatario estadounidense ha sido dejar como parte de su legado la aprobación de una reforma migratoria integral con un camino a la ciudadanía para los inmigrantes no autorizados.
La elección de Paul Ryan como presidente de la Cámara Baja garantiza casi con absoluta seguridad que Obama no pasará a la historia como el presidente que estampó su firma en una ley migratoria integral.
El martes de la semana anterior, Mo Brooks, representante republicano por el Estado de Alabama, solicitó que se agregue al registro del Congreso una carta por la cual Ryan se compromete a que durante su mandato, y por el tiempo que le resta a Obama en la Casa Blanca, no someterá a votación en el pleno ningún proyecto de ley en materia migratoria, salvo que tenga el apoyo de la mayoría de los representantes republicanos. Esto se conoce en la práctica como la regla Hastert, es decir, un compromiso informal de no someter a votación ningún proyecto de ley, así cuente con los votos suficientes para ser aprobado por el pleno, si no hay consenso en la mayoría de la mayoría republicana.
Con este compromiso de Paul Ryan muere cualquier esperanza de una reforma migratoria integral en el frente legislativo hasta mucho más allá de 2017.
Mientras tanto, en los tribunales el panorama tampoco es alentador. Los jueces del Quinto Circuito Federal de Apelaciones, que tienen en sus manos el futuro de las órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Obama no dan señales de vida. Parece que la misión de los magistrados es dejar languidecer el proceso para que transcurra el tiempo, y que una posible apelación a su resolución llegue a destiempo a la Suprema Corte. Se cree que el Alto Tribunal resolvería a favor de la administración de Obama, pero que el presidente carecería del tiempo necesario para efectivamente ejecutar el plan de legalización temporal de los posibles beneficiarios de los programas Dapa y Daca extendido.
Es muy triste el panorama para quienes aspiraban a salir de las sombras bajo la presidencia de Obama y sobre todo para sus familias que siguen con la espada de Damocles de la deportación colgando sobre sus cabezas. Los republicanos siguen jugando a la política con una reforma migratoria integral que en este punto es justa y necesaria, y millones de seres humanos continúan sufriendo en silencio la tragedia de la falta de estatus legal.