“Me arrebataron a toda mi familia”: Armando Cruz, padre y esposo de asesinados en Gage Park
Manuel Armando Cruz se encuentra en Chicago gestionando los últimos trámites para que los cuerpos de la familia Martínez, que fue brutalmente asesinada, sean trasladados a México
CHICAGO – El jueves 4 de febrero a eso de las 6:30 de la tarde en México, Manuel Armando Cruz iba rumbo a su casa después de salir del trabajo cuando recibió una noticia que cambió su vida para siempre: su esposa, sus dos hijos, su cuñado y sus dos suegros, habían sido brutalmente asesinados.
Se trataba de la masacre de Gage Park en Chicago: Rosaura Mart��nez, de 58 años, su esposo Noé Martínez Sr., de 62 años, sus hijos Noé Martínez Jr., de 38, y María Herminia Martínez, de 32, y los hijos de Herminia (y de Armando Cruz), Leonardo Cruz, de 13 años, y Alexis Cruz, 10 años, fueron brutalmente asesinados. Cinco de ellos fueron acuchillados, dos fueron acuchillados y golpeados, y sólo Herminia murió a causa de disparos. La policía clarificó que todos fueron víctimas de homicidio, aunque la investigación aún no ha indicado el móvil o la autoría del crimen.
Al enterarse de la noticia, Cruz cuenta que tomó un taxi y al bajarse, corrió y corrió hacia su casa. Al llegar vio a su madre envuelta en lágrimas y él, al verla, se colapsó. “Es algo que jamás me voy a olvidar porque era todo lo que yo tenía, era mi familia”, dijo Cruz en entrevista con La Raza. “Me arrebataron a toda mi familia, simplemente me siento muy mal.”
Cruz ha vivido en México desde 2015, porque ha estado tramitando desde allá la residencia permanente para vivir legalmente en Estados Unidos. Irse de Chicago, donde vivía con los Martínez en Gage Park, fue una decisión dura para todos, especialmente para él. “Tenía cita con inmigración en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 15 de abril. Prácticamente a partir de esa fecha tenía que haber regresado [a EEUU] legalmente con la residencia permanente”, dijo Cruz.
“Yo nada más quería regresar aquí por ellos, por ellos me fui, les dije que quería estar legal para que el día de mañana no tuviéramos problemas con inmigración. No me gustaba despegarme de mis hijos”, dijo.
Cruz y Herminia llevaban juntos desde hace 14 años. Aunque se ha especulado al respecto, no estaban divorciados, según el entrevistado.
“El tema si estábamos separados o no es un tema que no lo puedo tocar porque eso nada más nos pertenece a mi esposa y a mí. A pesar de todo ella no dejó de mandarme mensajes [de texto], que quería que regresara, de cómo me extrañaba, de lo mal que se sentía”, dijo Cruz. “Yo eso lo puedo decir tranquilamente, ella todo el tiempo seguía mandándome mensajes de cuánto lo sentía, de todo lo que le hacía falta a ella. Desgraciadamente estaba tan enojado y tan molesto que no contestaba, pero seguíamos teniendo contacto bien. Como si yo estuviera en mi trabajo y ella en la casa. Ella me seguía hablando de tal forma igual. Me decía cosas como ‘por favor habla con Leonardo que no se ha cortado el pelo’, o sea nosotros el contacto que teníamos como padres hacia los niños, eso jamás se cortó hasta el último día”.
Cruz no comentó acerca de por qué él se sentía enojado y molesto con Herminia. “Los problemas que hayamos tenido mi esposa y yo nada más eran de nosotros”, dijo.
Cruz y su hermana, Nancy, quien lo ha acompañado y apoyado desde que Armando llegó a Chicago, describieron a Herminia como una mujer alegre y amistosa. Cruz dijo que ella trabajaba esporádicamente como empacadora en trabajos de medio tiempo y cuando no trabajaba se preocupaba de llevar a los niños al colegio o a las prácticas de futbol, la gran pasión de ellos, sobre todo de Leonardo.
Una vez a la semana, contó Cruz, Herminia y un grupo de unas cinco amigas salían a comer comida china. Tenían planificado juntarse para el día de San Valentín y para el 4 de febrero, el día que la policía encontró los cuerpos. “Ella prácticamente era la jefa de su ‘bandita’, quien decidía dónde ir a comer y salir. Ella era quien las guiaba, y les echaba bromas pesadas. Ella era bien traviesa. Sus amigas están destrozadas con lo que pasó”, dijo Cruz.
Alexis y Leonardo, sus tesoros
Cruz charló sobre la relación que tenía con sus dos hijos, que según él era muy cercana. Desde que se fue a México por los trámites con inmigración, Cruz comentó que se mantuvo en contacto con ellos todos los días.
“Nunca me despegaba de ellos, a Alexis y Leonardo les encantaba el soccer, más a Leonardo. No hubo un día que no insistiera que él quería estar en un equipo de soccer, batalló para encontrar un equipo porque no tenía conocidos. Después que los pude colocar [en un equipo] el más chico también quiso, y desde entonces sus amigos del soccer los acompañaron todo el tiempo”, dijo.
El futbol y la consola de videojuegos Xbox eran las grandes pasiones de los niños. Curiosamente, Cruz no pudo encontrar el Xbox cuando la policía de Chicago permitió a los familiares entrar a la casa donde ocurrió el macabro crimen. Le dolió no tenerlo ya que era “el aparato consentido de mis dos hijos. Eso quise mucho conseguirlo y simplemente ya no apareció más”, dijo.
“El ultimo día que tuve contacto con mis hijos fue ese lunes [de la semana en que se descubrió el crimen]. Todo estuvo bien, estaban contentos, venían llegando de la escuela. Cuando hablé con ellos eran las tres y media, al siguiente día quise tener contacto con ellos y no [contestaron]. Después vino ese trágico martes y nada, después vino el miércoles, nada, y el jueves en la noche fue que me enteré”, dijo.
Cruz dice recordar que cuando sus hijos eran mas pequeños, Alexis de 4 y Leonardo de 8, solían esperarlo todas las tardes para acompañarlo a la tienda a comprar refrescos para ellos y cerveza para él. “Era una fiesta que yo llegara del trabajo”, agregó. “Fueron muchos años así, toda mi vida hasta el día que salí del país [EEUU]. No había día que no llamase a mis hijos”.
“Tengo tantos mensajes [de texto] que no los puedo ver porque me desplomo. Todavía tengo el último en donde le dije ‘por favor Cachorrito, dime que estás bien’. Eso fue lo último que les mandé ese jueves”, lloró Cruz, fuertemente emocionado.
Era una familia reservada
Noé Martínez Jr., de 38 años, trabajaba en el aeropuerto de O’Hare limpiando vidrios. Tenía amistades ecuatorianas, hondureñas y puertorriqueñas. “Mi cuñado era definitivamente un sol en la calle”, dijo Cruz.
De Noé Martínez padre, Cruz dijo que era un hombre tranquilo y muy privado. “Mi suegro, qué le puedo decir, era una persona casi ermitaña, a él no le gustaba salir mal con nadie”.
Cruz cuenta que durante los años que todos vivían juntos, incluyendo él, la familia era unida y no tenía contacto con muchas personas más allá de las amistades cercanas y de su hermana, Nancy Cruz, y su familia, que residen en La Villita.
Eran siempre ellos, la familia “para las fiestas, las asadas, para los cumpleaños, nada más, éramos nosotros siete. Nunca nos gustó a ninguno de los tres llevar gente a la casa. Es lo que yo sigo sin entender, en estos nueve meses que me salí de la casa, ¿qué tanto cambiaron? ¿A quién le faltaron el respecto de tal forma para ganarse eso? Es que eso es lo que no me deja dormir en las noches”, dijo Cruz.
Cruz volverá a México este jueves 18 de febrero por la tarde. Durante días ha estado gestionando trámite tras trámite en el Consulado General de México en Chicago para que los cuerpos sean expatriados a México lo antes posible. Herminia y los niños serán enterrados en Morelos en una fecha que aún no ha sido determinada mientras que los adultos serán enviados a Guanajuato.
“Si no hubiese tenido el apoyo del Cónsul, híjole, yo creo que hubiera llegado más que atado de manos. Realmente ellos [las autoridades del Consulado de México] han sido pues mi fuerte en todo”, dijo Cruz, agradecido. “Siempre voy a estar agradecidos de cómo la comunidad inmigrante me recibió”, añadió.
Pero para Cruz ahora su única misión, la más importante, es llevarse a su familia para que estén en Morelos y descansen en paz. “Quiero llevarles flores y limpiarles su tumba”, dijo.
Después que se concreten los entierros en su tierra, Cruz comentó que intentará volver a Chicago para continuar viendo el caso y seguir en comunicación con los detectives. En las conversaciones que tuvo con la policía, Cruz cuenta que “les dije a los detectives bien claro que sí conversaría con ellos, pero que ellos no me dijeran cómo fue. Yo solo pude ver a mi familia y a las que dejaron muy mal de la cara fue a mi esposa y a mi suegra, fueron con las que se ensañaron más”.
“Saber si fueron uno, dos, tres, en este momento no quiero saber quiénes fueron, si ya los agarraron, si ya van a pagar, o si los atropellaron, o si se dieron un plomazo por cobardes, yo lo único que quiero ahora es darle una sepultura a mi familia”, dijo. “Pero esto no puede quedar impune, le arrebataron la vida a seis personas. Quisiera que me los pusieran en frente y me dijeran por qué, qué fue lo que hicieron… [Pero] nadie me va a poder dar explicación o me podrá dar algo lógico. Ellos, digan lo que digan, hagan lo que hagan, no les va a importar porque nunca consideraron que eran personas de la tercera edad y eran unos niños que empezaban a vivir”, añadió Cruz.