Nueva York manda un mensaje: justicia
“Trabajo por que me mantiene en forma y porque lo necesito”, dice José Carrillo. Peruano, de 83 años, Carrillo es una de las figuras más reconocibles de las manifestaciones que desde hace tres años y medio recorren la ciudad de Nueva York. Fue de los primeros que se unió a ellas, y ahora este hombre que se encarga de la limpieza en un McDonald’s sigue en ellas. Está contento con la reciente aprobación de la subida del salario mínimo a $15 la hora en el estado de Nueva York pero, de momento, él cobra menos que el año pasado porque aunque le han subido la paga a $10.50 la hora “me han rebajado los días de trabajo, ahora solo voy dos”.
Carrillo, que necesita subsidio para la vivienda y cupones de comida, se unió ayer al mensaje de distintas formas de justicia que recorrieron las calles de Nueva York a pocos días de unas muy polarizadas primarias en las que el partido demócrata ha asumido la lucha por los $15 pero el republicano se opone a este alza. El Gobernador de NY, Andrew Cuomo, se unió a la manifestación que tuvo lugar a las 4.00 de la tarde en las inmediaciones del McDonald´s de la calle 42 en el que empezaron las protestar por el alza del salario mínimo.
La demanda de justicia y dignidad económica para todo los trabajadores de bajos salarios en el país, una vez que se ha conseguido subir la paga mínima en Nueva York, California y otras ciudades, corrió paralela a otras manifestaciones en el resto de EEUU organizadas bajo el lema “Fight for $15″. Este eslogan resonó desde Birmingham, Alabama, hasta West Milwaukee, Wisconsin, en 320 ciudades y en la Costa Este se unió a las demandas de 40,000 trabajadores de Verizon que llevaban ayer 48 horas en huelga para presionar en las negociaciones del convenio contra los recortes de pensiones, seguro médico y contra la automatización y desplazamiento de sus trabajos.
El movimiento de queja laboral no ha hecho más que ganar peso ya que las mejoras económicas tras la Gran Recesión han eludido a los trabajadores de bajos salarios y en muy buena medida a la clase media. Las desigualdades económicas y sociales que empezaron en los setenta han mostrado su gran crudeza tras esta crisis.
Pero el mensaje fue, desde el principio de las marchas en Nueva York, más complejo porque la voz de los trabajadores se unió a la de los seguidores del movimiento “Black Lives Matter” que ayer hizo seguimiento del juicio por la muerte de Akai Gurley, un joven que murió en las escaleras de los proyectos de Pink Houses cuando un policía le disparó. La sentencia contra el uniformado, Peter Liang, se retrasó porque el juez cuestiona la independencia de uno de los miembros del jurado.
“La lucha por los $15 no es distinta de la lucha contra la violencia policial”, explicaba ayer uno de los manifestantes que se dio cita ante un McDonald’s en el Fulton Mall de Brooklyn, a escasa distancia del tribunal donde Liang era juzgado. “El mismo sistema que oprime a los trabajadores es el mismo sistema que prepara a la policía”.
Una empleada de cuidado de niños denunciaba ante las más de 300 personas en la marcha y los muchos peatones que se quedaban a verla que la violencia “policial y económica es parte de la vida en las comunidades de color”. “Pero no tenemos nada que perder mas que nuestras cadenas, por eso luchamos”, arengaba.
Uno de los ciudadanos que se encontró de forma casual con la marcha fue el puertorriqueño Oswaldo. Este hombre no dio su apellido pero si dijo que le habría gustado que la policía, que vigilaba de cerca a los manifestantes, se uniera a la marcha. “Tendrían que demostrarse con ellos, estar en el mismo bando”. El padre de Oswaldo fue militar, su hermano fue como marine a Vietnam (“estuvo preso y se quitó la vida a los 38”) y él mismo estuvo en la armada de EEUU, y dice que deplora la violencia. Mirando a la policía lamentó “que el actual clima les ha hecho insensibles a la hora de relacionarse a los que más necesitan su protección”.
“Yo no soy parte de esto y se me rompe el alma verlo porque tendríamos que haber superado estas situaciones ya”, dijo.
Los trabajadores mantuvieron momentos de silencio en respeto a Jeffrey Pendleton, un trabajador de Burger King en New Hampshire y miembro del movimiento Fight for $15 que murió el pasado mes de marzo estando bajo custodia policial tras ser detenido por una ofensa menor (posesión de marihuana). Pendleton no pudo abonar la fianza de $100.
Rechazan el odio
Las manifestaciones por los $15, contra la violencia y por la justicia se unieron a última hora del día frente al hotel Hyatt en la calle 42 donde se celebraba una gala del Partido Republicano. Hasta allá llegó, Zuleima, joven indocumentada, que exigió al Partido Republicano y al candidato a la presidencia Donald Trump que no traigan su odio a Nueva York.
“El tren del odio republicano llega a la ciudad de Nueva York. Donald Trump es el conductor y Ted Cruz se enmascara como un amistoso cobrador de boletos”, indicó por su parte Antonio Alarcón, de Make the Road Action. “Los neoyorquinos rechazamos las políticas que estos dos hombres están proponiendo, y pedimos seguridad, unidad y oportunidad para todos los neoyorquinos”.
Horas antes, en Long Island, mientras Trump se dirigía a los asistentes a un evento de recaudación de fondos en el Emporium Nightclub, en Patchogue, decenas de residentes se manifestaron frente al local exigiendo un cese a la retórica anti-inmigrante y racista del magnate y con pancartas rechazaron su presencia en ese lugar.
“No más crímenes de odio. No más miedo a Trump por sus amenazas. Basta Trump”, gritaron los manifestantes.