¿Es tu hijo un fumador de los e-cigar?
Los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades dicen que a pesar que el uso del cigarrillo tradicional ha disminuido, los dispositivos electrónicos tienen eclipsada a la juventud actual
Aunque en consumo del cigarrillo tradicional entre los adolescentes ha decrecido en los últimos años, el uso de los cigarrillos electrónicos (e-cigarrillos, e-cigar o e-cigarettes) y las pipas de agua (hookahs) va en aumento.
Así lo sugiere el reciente informe de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC), que muestra que el uso de productos de tabaco entre los jóvenes estadounidenses no ha disminuido desde el 2011.
“Estamos muy preocupados porque uno de cada cuatro estudiantes de secundaria consume tabaco y casi una mitad de éstos utiliza más de un producto de éste”, dice la Dra. Corinne Graffunder, directora de la oficina de los CDC sobre el tabaco y la salud, en el comunicado sobre los resultados del nuevo informe dado a conocer esta semana.
Y es que los datos de la “Encuesta Nacional sobre Tabaquismo en Jóvenes de 2015” señalan que 4.7 millones de estudiantes de las escuelas intermedias y secundarias eran usuarios al menos una vez en los últimos 30 días de un producto del tabaco y más de 2.3 millones consumían dos o más productos de éste. Igualmente mostraron que 3 millones eran fumadores actuales de los llamados e-cigarrillos, frente a 2.46 millones que los utilizaron en 2014.
La evidencia del incremento del uso de los e-cigar entre los adolescentes no fue sorpresiva ya que su incremento ha sido progresivo en los últimos años.
Desde su introducción en el mercado en 2004, el uso global de estos dispositivos electrónicos ha incrementado de manera exponencial, ya que se han convertido en un gadget de moda y sus productores y comerciantes no han pérdido la oportunidad de mantener enganchados a los jóvenes en su uso, ofreciéndoles modelos atractivos y fashionistas que pueden adquirirlos en puntos de venta que pululan hoy día en los centros comerciales.
De acuerdo con el informe de los CDC, los cigarrillos electrónicos eran usados el año pasado por el 16% de los alumnos de las escuelas secundarias y el 5.3% de las escuelas de educación intermedia. Esta realidad pone por segundo año consecutivo a los e-cigarrillos con uno de los productos del tabaco más comúnmente utilizado entre los jóvenes.
“Los e-cigarrillos son ahora el producto de tabaco más comúnmente utilizado entre los jóvenes, y su uso sigue en ascenso”, afirma el Dr. Tom Fried, director de los CDC, en el mismo comunicado.
Se cree que los e-cigarrillos y las pipas de agua son inofensivas para la salud y que previenen el consumo de los cigarrillos y cigarros tradicionales, pero estudios recientes sugieren que son iguales de perjudiciales al tabaco regular y son la puerta de entrada a su adicción.
“Sabemos que alrededor del 90% de todos los fumadores adultos trataron por primera vez el cigarrillo durante su adolescencia”, denota la Dra. Graffunder.
Al respecto, el Dr. Fried dice: “ninguna forma de consumo de tabaco entre los jóvenes es seguro. La nicotina es una droga adictiva y el uso durante la adolescencia puede causar daño permanente al desarrollo del cerebro”.
Y esto no es todo: los cigarrillos electrónicos pueden explotarse en cualquier momento, causando quemaduras y lesiones permanentes en el rostro, manos y piernas de los menores.
Hace tan solo tres días que un joven de 14 años de edad, en Broookly, Nueva York, perdió la vista en uno de sus ojos y podría quedar con daños permanentes en sus manos después de que, presuntamente, probaba un cigarrillo electrónico en un quiosco de un centro comercial de la mencionada ciudad.
Éste es tan solo un caso más de una serie de incidentes similares que se han dado entres los adolescentes cuando los están fumando o simplemente transportando en alguno de los bolsillo de su vestimenta.
“La implementación total de las estrategias de control del tabaco podría evitar que otra generación de estadounidenses padezca de enfermedades relacionadas con el tabaco y las muertes prematuras”, concluye la Dra. Graffunder.