Increíble: Le da una plata a Venezuela en Río 2016, pero su triunfo es tristemente politizado
La atleta Yulimar Rojas salta sobre la fosa de la polarización política en el país sudamericano
Un vuelo de 14,98 metros le alcanzó a Yulimar Rojas para ganar la medalla de plata en el triple salto de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, una distancia que puede quedar corta para sobrepasar la fosa de la polarización política en Venezuela que acecha con tragársela como una arena movediza.
El país, dividido en chavistas y opositores, festejaba en la noche del pasado domingo la misma conquista pero atrincherados en sus aceras opuestas tomando como tribuna pública las redes sociales, donde todavía se encuentran algunas voces conciliadoras.
El chavismo, encabezado por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, copó Twitter para posicionar la presea plateada bajo las etiquetas #GeneracióndeOro y #YulimarOrgulloPatrio convirtiendo a Rojas en el estandarte de la “revolución deportiva”.
Mientras que dentro del grupo de opositores hay mayores matices. Están los más acérrimos, que la rechazan identificándola como objeto de propaganda política.
Y aquellos que como el dos veces excandidato presidencial, Henrique Capriles, agradecen la “alegría” que la atleta brindó al país “que tanto lo necesita”, como escribió refiriéndose a la actual situación que vive la nación petrolera, que atraviesa una crisis económica con una severa escasez de alimentos.
A sus 20 años, Rojas exuda candidez y aún no evidencia preferencias políticas, más allá de mostrar agradecimiento porque el gobierno venezolano le adjudicó a su familia una casa, dentro del programa social denominado Misión Vivienda, para salir del humilde rancho que habitaba en el estado costero de Anzoátegui.
También fue condecorada por el presidente Maduro, con la orden José Félix Ribas, tras coronarse campeona mundial bajo techo en salto triple, en marzo pasado en la ciudad de Portland, y de allí quedó el recuerdo de una foto de ambos sonrientes, que recorre Twitter avivando pasiones de ambos bandos.
El ministro del Deporte venezolano, Mervin Maldonado, agregó hoy un capítulo más al divulgar en redes sociales un vídeo de la conversación que Yulimar sostuvo con el jefe de Estado, tras ganar la medalla y mientras se trasladaba en un autobús oficial de los Juegos Olímpicos.
“Estoy orgullosa de representar a mi país y ahora muy feliz de escuchar su voz, de verdad que me llena de mucha alegría (…) Gracias presidente, espero verlo pronto en Venezuela”, le dijo Rojas a Maduro en un tono de adolescente cariñosa.
“Un beso, un beso, se le quiere mucho“, soltó ya despidiéndose luego de pedirle por el reacondicionamiento de todas las pistas de atletismo en el país sudamericano “para entrenar como se debe”, pues ella, al igual que otros atletas venezolanos, se prepara fuera de Venezuela donde encuentra las condiciones apropiadas.
En su caso, se radicó en Madrid desde finales de 2015 para trabajar bajo la tutela del cubano Iván Pedroso, nueve veces campeón mundial de salto largo.
Los venezolanos más conciliadores también expresan su beneplácito por el logro de Rojas, pero resienten que sea politizado pues la polarización en el deporte en Venezuela tiene antecedentes.
El también medallista olímpico venezolano, el esgrimista Rubén Limardo, ganó el oro en Londres 2012 con su espada, pero fue atravesado por el desprecio de una parte de sus compatriotas tras declararse chavista.
El tirador, de quien se dijo entrenó costeando sus gastos y con poco apoyo de las autoridades deportivas hace cuatro años, sorprendió con su presea dorada y fue acogido por todos los venezolanos hasta regresar a su país y ser recibido en el palacio de presidencial por el entonces mandatario Hugo Chávez, ya fallecido.
Recibió de las manos de Chávez una réplica de la espada de Bolívar, y en lo sucesivo mostró su apoyo en las campañas electorales del chavismo, de las cuales terminó participando en diciembre de 2015 como candidato a diputado en el Parlamento por su estado natal Bolívar, sin éxito.
La misma suerte corrió el piloto de Fórmula Uno, Pastor Maldonado quien, bajo el patrocino de la empresa estatal petrolera PDVSA, es rechazado por su filiación política.
Hasta el momento, solo la selección de fútbol venezolano ha logrado gambetear la patada de la polarización, aunque el recibimiento que tuvo tras su cuarto lugar en la Copa América de Argentina 2011 fue una evidencia de la dos venezuelas.
Hubo dos festejos, uno en el centro de Caracas organizado por el gobierno chavista y otro en el este de la capital para el sector opositor, aunque en ambos había venezolanos de distintas tendencias políticas salvo en las tarimas.
Ahora es el turno de Yulimar Rojas, de intentar un salto que le permita ceñirse a ser la primera medalla de plata venezolana en atletismo y la segunda de la historia en esa modalidad en unos Juegos Olímpicos, además de la tercera medallista femenina, más allá de sus preferencias políticas.