Ansiedad económica sirve de telón para batalla en las urnas

Millones de estadounidenses quedaron marginados de la recuperación económica, y el sector manufacturero aún está lejos de un “renacimiento” en EEUU, por lo que las elecciones serán también un referendo sobre quién debe guiar el destino económico del país, según expertos.

El aspirante presidencial republicano, Donald Trump, y su rival demócrata, Hillary Clinton cortejan activamente el voto de los trabajadores, particularmente de los hombres blancos, que siguen sufriendo las secuelas de la “Gran Recesión”.

La ansiedad económica se ha convertido en arma electoral y, según expertos consultados hoy por este diario, los votantes tienen que apartar las emociones y exigir respuestas claras de los candidatos.

Donald Trump nos ofrece consignas, nos ofrece que EEUU será grande de nuevo, pero no detalles. Faltan dos meses para las elecciones, pero la gente tiene que hacer preguntas, exigir detalles, y no se dejarse engañar”, dijo el ex subsecretario de Estado, José Fernández.

“Si uno compra un vehículo, tiene que preguntar sobre sus millas, cuánta gasolina usa, de qué año es… lo mismo con los candidatos: rechazar los insultos, no dejarse convencer por la retórica y exigir detalles, porque hay que votar por el candidato o candidata que mejor represente nuestros intereses”, aconsejó Fernández.

Trump “está apostando por la apatía electoral de los hispanos, pero ahora es cuando más tienen que salir a votar”, enfatizó.

Por su parte, José Fuentes, exasesor del entonces vicepresidente republicano Dick Cheney, consideró que el mensaje de Trump está resonando más entre trabajadores sin ascenso social y sin esperanza de alcanzar el “Sueño Americano”.

“Ahora vivimos en una economía global, y estos trabajadores ya no tienen las mimas oportunidades, por eso escuchan a Trump y le creen... Trump ha tenido mucha astucia para culpar a otros por los problemas del país pero, como republicano, no puedo apoyar a alguien que habla de proteger a los trabajadores cuando ha mandado a hacer sus productos en China“, subrayó Fuentes.

“Por supuesto que hay que hablar sobre los problemas del país, discutir posibles soluciones, pero no se vale echarle la culpa a otros”, agregó.

El sector manufacturero, que emplea a 12,3 millones –en su mayoría, hombres blancos-, fue uno de los más golpeados por la recesión, en particular por la fuga de empleos por la mano de obra barata en otros países, y tanto Clinton como Trump prometen reestablecer su antiguo poderío.

A partir de 2000, el sector sufrió una “hemorragia” de cierre de fábricas y la pérdida de cerca de seis millones de empleos, según datos oficiales.

Su regreso ha sido lento: desde 2010, apenas 265,000 empleos en manufactura –desde muebles hasta electrodomésticos, plásticos, fármacos, metales, y automobiles- se han creado o reestablecido en EEUU.

En la actualidad, el 71% de los trabajadores está en el sector de servicios y, según analistas, el sector manufacturero no regresará a su antigua gloria a menos que las autoridades estatales y federales pongan en marcha incentivos fiscales y políticas comerciales que lo promuevan agresivamente.

La visión del “Trumpismo”

Trump se ha presentado como un empresario con vasta experiencia en el mundo de negocios y además promete el renacimiento del sector manufacturero, aunque ofrece pocos detalles sobre su agenda económica.

También acusa a Clinton de “declarar una guerra comercial contra los trabajadores”, por apoyar “terribles” acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA por su sigla en inglés).

Trump ha dicho que, si gana el próximo 8 de noviembre, “finalmente acabará la era de la rendición económica”, a la vez que ha lamentado la erosión de buenos trabajos en fábricas por culpa de la competencia en el exterior.

Parte de la culpa, asegura Trump, la tiene China, país ante el cual EEUU ha perdido “miles de millones de dólares”  por desventaja comercial.

En su página web, Trump abunda en retórica, pero no explica cómo echaría a andar sus propuestas económicas, incluyendo una posible renegociación de la deuda pública y la renegociación o eliminación del TLCAN.

Tampoco ha sido muy claro sobre si apoya o no un aumento del salario mínimo federal, que permanece en $7,25 la hora.

En lo que sí ha sido constante ha sido en su postura contra los inmigrantes –que para él son una amenaza para los trabajadores estadounidenses; una posible guerra comercial contra México y China, y recortes de impuestos para las corporaciones, como herramienta para crear empleos.

No obstante, la mayoría de los expertos advierte de que el plan económico de Trump aumentaría la deuda y disminuiría los ingresos a las arcas del Estado.

Las propuestas de Clinton

Por su parte, Clinton destaca sus décadas de experiencia como líder política, y ha prometido crear “una economía que funcione para todos” y obligue a los ricos a pagar más impuestos.

En su página web ha detallado 17 propuestas para fortalecer a la clase media y a los trabajadores menos calificados, incluyendo un aumento del salario mínimo, una reforma de Wall Street, mayores inversiones para la infraestructura, universidades gratuitas, y más capacitación para los trabajadores.

https://www.c-span.org/video/standalone/?413874-1/hillary-clinton-lays-economic-vision

Clinton además apoya incrementar los empleos en la llamada “economía verde”, mientras que Trump quiere fortalecer a los sectores de gas y petróleo en el país.

Pero Clinton también ha sido blanco de críticas por apoyar primero el acuerdo comercial de Alianza Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés) pero durante las primarias, bajo presiones de su antiguo rival, el senador Bernie Sanders, terminó en contra del pacto.

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