Editorial: Mano dura por lo de Wells Fargo
Este es el crimen perfecto: no están acusando a nadie

Wells Fargo es el primer prestamista hipotecario del país. Crédito: <copyrite>Shutterstock</copyrite><person>< / person>
Si alguien falsifica firmas, roba identidades y números de Seguro Social para el beneficio propio y de sus jefes, comete un delito serio que merece un castigo para a quienes sacan provecho de una acción criminal. Ahora, sí el que lo realiza es un banco grande, como Wells Fargo, todo cambia.
Esa es la historia detrás del escándalo bancario en donde sin autorización del cliente se abrieron 1.5 millones de cuentas bancarias y 565,000 solicitudes de tarjetas de crédito.
Los empleados de las sucursales transferían sin autorización el dinero de la cuenta real de un cliente para crear otra. En algunos casos representó un costo extra para el cliente desprevenido, en otros no; la meta era crear un volumen de clientes con muchas cuentas para llegar a un jugoso bono. Una compensación adicional que viajaba a lo largo de la organización hasta su jefe ejecutivo.
Como resultado se despidieron a 5,300 empleados y gerentes que hoy se quejan de la presión que venía de arriba para cumplir metas, pero que no dudaron en cobrar sus bonificaciones sabiendo que estaba mal lo que hacían.
La jefa ejecutiva de este programa, Carrie Tolsted, se retiró en julio -antes que explote la bomba- con una compensación total de 125 millones de dólares. La multa que hasta hoy recibió Wells Fargo es de 180 millones de dólares, cuando el banco tiene 1.9 billones de dólares en bienes.
El banco dice que pagará los sobrecargos y daños a los clientes cuyo historial crediticio se perjudicó por esto, pero los ejecutivos ya se llenaron los bolsillos. Según The New York Times, el jefe ejecutivo, John Stumpf recibió una compensación total de 103 millones de dólares entre 2011 y 2015.
Stumpf dijo que le tomó cinco años descubrir la magnitud del problema y que por eso se fueron despidiendo mil empleados anuales. Más bien parecería que fueron estirando el tiempo hasta que no se pueda tapar más, para decir que hacen algo, mientras cobraban las bonificaciones de de las irregularidades que decían investigar.