La realidad laboral de WestWorld
La tecnología impedirá recuperar trabajos en la industria
En la serie de HBO WestWorld es difícil distinguir a los humanos de los robots. Es ciencia ficción y la inquietante historia también ficción total (respiren tranquilos). Pero el hecho es que aunque los robots actuales no caminan como nosotros, no se visten como nosotros y no se expresan, gracias al software, como nosotros aún, no es descabellado pensar que puedan irse sofisticando y con ello hacer labores propias de buena parte de la clase trabajadora.
Sin tanto realismo y tanta profundidad, ya está pasando y que se esté trabajando en el carro que se maneja solo ya es una pista de por dónde van las cosas.
Aunque el presidente electo, Donald Trump, ha prometido recuperar los trabajos que la globalización envió a otras esquinas del planeta en el sector de la industria principalmente, la tarea va a ser difícil. En buena medida porque la pérdida de puestos de trabajo en las fábricas se ha debido sobre todo a la robotización de estas.
Y la tendencia es que esta tendencia continue.
Las máquinas, que pueden controlar y manipular objetos para procesarlos, llegaron en los años sesenta a las plantas de manufacturas de los países industrializados y según un reciente informe de Boston Consulting Group (BCG) ahora hay 1.4 millones de robots industriales en todo el mundo.
Su presencia se ha hecho notar en muchas fábricas incluso aunque el uso de estos robots haya sido muy limitado. Según el informe de esta consultora la tasa de adopción de la automatización “se ha mantenido sorprendentemente baja en industrias que tradicionalmente han estado al frente de las líneas de la modernidad”. El hecho es que menos del 8% de las tareas en la industria de quipamientos de transpote están automatizadas cuando el potencial es del 53%.
Además, el uso de robots industriales está muy concentrado en varios secores (computadoras, productos electrónicos y de equipamiento eléctricos, electrodomésticos, componentes, equipamientos de transporte y maquinaria) y cinco países: China, Alemania, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos. Como son unos ingenios muy caros, normalmente están en las plantas de empresas con grandes chequeras que pueden permitírselos.
Pero “un número de barreras económicas y técnicas que impiden una mayor adopción se están empezando a caer” explican desde BCG. Es decir, más robotización y menos espacio para el factor humano.
Una de esas barreras es el costo. Estas maquinas son aún muy caras, sobre todo comparadas con los costos laborales. La consultora espera que cuando el costo de emplear trabajadores suba y bajen los precios de estas maquinas el mercado para la robótica industrial mejorará drásticamente. La amortización dará más sentido máxime cuando además estos ingenios cada vez son capaces de mejores operaciones.
BGC calcula que el un soldador en una planta de motanje de automóviles gana unos $25 la hora (incluidos beneficios) mientras que el costo operativo equivalente de un robot es $8 tras cinco años de operaciones. En 15 años el costo puede bajar a $2.
Además los robots son cada vez más flexibles y pueden trabajar con más versatilidad. Todo ello no solo complica la vuelta de los trabajadores a las fábricas de grandes empresas que históricamente han sustentado a la clase media del país, tambien las medianas empresas tendrán más fácil hablar de amortizaciones que de costos laborales.