Anuncian talleres gratuitos para defenderse de “La Migra” y el NYPD
Talleres en Sunset Park explican cómo conservar la calma al verse envuelto en una controversia con la policía o migración
Las recientes órdenes ejecutivas en materia de inmigración emitidas por la Administración Trump ha despertado mucho temor en la población, pero los activistas aseguran que hay que armarse de valor para no paralizarnos como individuos y hacer valer los derechos de nuestra comunidad.
Una forma de empoderarnos es conocer los derechos que tenemos como ciudadanos al momento de encarar a las autoridades. Ya sea la Policía, Inmigración (ICE), fiscales y jueces… nadie tiene el derecho de intimidarnos y abusarnos.
La Iniciativa de Defensoría Participativa ofrece talleres gratuitos cada dos jueves en Sunset Park donde los asistentes aprenden a interactuar con la autoridad, así como hacer preguntas y consultas legales de forma segura y confidencial. Es producto de la unión de dos organizaciones reconocidas: El Grito de Sunset Park y Brooklyn Defender Services (BDS), que provee servicios legales a personas pobres de Brooklyn, Queens y Long Island.
Además de crecientes consultas en casos de inmigración -tal como publicó El Diario en la edición del 28 de enero-, los talleres atienden a personas que han tenido malos encuentros con la policía; los activistas aseguran hay una tendencia al alza de casos en que los ciudadanos terminan envueltos en una pelea o son víctimas de golpizas y no saben cómo defenderse. Muchos de ellos enfrentan cargos de asaltar a un oficial (felony) y ante la escasez de evidencias, reciben una oferta de Adjournment in Contemplation of Dismissal (ACD), lo cual frena una demanda por abuso de autoridad.
Un análisis de la Legal Aid Society muestra que en la incidencia de demandas contra la NYPD -entre junio de 2015 y mayo de 2016 y desglosadas por datos demográficos- el perfil racial de los demandantes es 82% negro o afroamericano; 15% hispano o latino; 2% blanco y 2% asiático. Recolectando información de diferentes bases de datos, encontró que 10 de los precintos policiales que enfrentan más demandas por abuso de autoridad están en Brooklyn.
El 33% de las demandas tratan sobre encuentros que ciudadanos tuvieron con la policía en la calle; el 47% alegan uso excesivo de la fuerza con el 64% de los casos que requirieron hospitalización.
Demandar a las autoridades no es tarea fácil; se requiere valor, paciencia, educación y pruebas.
La abogada Andrea Nieves, de BDS, explicó que los asistentes reciben capacitación para aprender a construir su defensa si tienen un caso pendiente; también a investigar y conducir investigaciones apropiadas; recolectar evidencias y cómo crear una red de apoyo y una campaña de defensa que involucra a la comunidad.
El Grito de Sunset Park ha impulsado la contraloría de la actuación policial usando videos y fotografías. Saben que los oficiales del Precinto policial 72 pronto usarán cámaras corporales, y esperan que eso mejore las relaciones con la comunidad. “No somos anti-policía, somos pro-comunidad”, advirtió Dennis Flores, cofundador de la entidad.
¿Victimario o víctima?
“Raúl González” es el nombre ficticio de un hombre hispano de 36 años que asistió por primera vez a uno de los talleres de enero de la Iniciativa de Defensoría Participativa y relató a El Diario la pesadilla que vivió por casi un año entero, ya que enfrentaba una condena de 15 años de cárcel por el cargo de asalto a un oficial de policía, algo que él asegura no cometió.
Todo comenzó la noche del 30 de enero de 2016 cuando andaba en su carro, en Manhattan, y de repente un oficial de la policía se puso a su lado gritándole obscenidades. Como no entendía lo que estaba pasando, se arrimó a la cuneta y el policía lo interceptó.
Lo que sucedió después es una nebulosa violenta y difusa. “Raúl” asegura que el oficial Daniel O’Mahoney del 6th Precinto de la NYPD, intentó registrar el carro sin una orden y luego se le fue encima a golpes. “Cuando yo logré salir del carro el oficial siguió pegándome, nunca le contesté de vuelta, solo le pedía que dejara de pegarme. Me tumbó al suelo y me puso la rodilla en la nuca, y me hizo mucho daño porque mis brazos son cortos y no podía ponerme las esposas”, contó.
Las cosas se pusieron peor. Él afirma que el policía informó a la estación que había capturado un sospechoso borracho, violento y que le había agredido. El joven de origen puertorriqueño, entonces de 35 años, vapuleado, fue llevado al precinto; pero no fue hasta las 4:00 de la mañana que le permitieron ir al hospital Bellevue por un ataque de asma.
“Los médicos me dieron un tranquilizante y Albuterol para el ataque de asma, pero me regresaron al precinto. Luego me acusaron de haber asaltado a un oficial de policía; inicialmente fijaron una fianza en $15000 pero mi familia pudo pagar $2500 para que yo pudiera salir”, añadió.
“Raúl” vive en Staten Island y ha sufrido por algo que asegura no cometió. Ha perdido tres trabajos, está endeudado y ayuda a sus dos padres que están enfermos de cáncer. Por fortuna, tiene una novia que lo ha apoyado sin descanso y por medio de amigos en común asistió al taller de consejería legal, una semana antes del juicio en su contra.
Allí presentó su caso y los activistas le ayudaron a escribir cartas para solicitar un nuevo abogado, algo que el juez denegó.
No obstante, antes del juicio, el defensor le mostró un video de cuando los policías pararon su carro: “El muchacho se paró hasta cuando el policía agresivamente le dio contra la puerta con su macana. Cuando el muchacho arrancó, el policía cayó al suelo. Y por eso le pusieron cargos de agredir al policía. El muchacho no pensó que el policía se había caído”, explicó Flores.
Añadió que existe otro video de cuando los policías sacaron al joven del carro, usando la fuerza. “El muchacho no resistió”. Después que el fiscal y el juez notaron que el muchacho es un veterano sin historia de arrestos, le dieron “un break, ofreciéndole un ACD; quiere decir que si no lo arrestan de nuevo en el próximo año, lo borran de su expediente. También deberá cumplir 200 horas de servicio comunitario y 3 años probatoria.
“Él tuvo cartas escritas de respaldo de amigos policías que el juez consideró en cual mencionan que el muchacho no pudo haber hecho eso en propósito. Él estaba enfrentando 15 años en la cárcel por asalto a la policía. Y con nuestra ayuda no va tener que entrar a la cárcel. Tampoco piensa en demandar a la policía y está agradecido que no va ir a la cárcel”, apuntó.
El Diario intentó obtener la versión del oficial O’Mahoney, pero tanto en el 6to. Precinto como en la Oficina de Información Pública del cuerpo policial indicaron que no hará comentarios sobre su caso.
4,000
veces al año es demandada la NYPD. La mayoría en cortes estatales.
Incremento de demandas
un dramático incremento en litigación que solo en 2014 le costó a la ciudad $216 millones en arreglos. El incremento en las demandas marcan un punto opuesto a la tendencia notada por la Comisión de Quejas Civiles de Nueva York, la cual reportó que de 2006 a 2015, el número de quejas bajó de 7,663 en 2006 a 4,461 en 2015 — posiblemente sugiriendo que existe un número creciente de ciudadanos frustrados con el proceso de recurso a su disposición, podrían estar recurriendo a demandar a la policía.
Fuente: Artículo: “Proyectos de datos abiertos alimentan la lucha contra la mala conducta policial” de TheIntercept.com
Taller de defensa participativa
Las sesiones son abiertas al público pero confidenciales para garantizar la seguridad e integridad de las personas que llegan en busca de ayuda. Antes de comenzar las sesiones, se hace una lista de nombres y del motivo de su asistencia para establecer prioridades
La próxima reunión serán el 16 de febrero de 2017.
Hora: 6pm-8pm
Dirección: 219 51st Street 2nd Floor
Brooklyn, NY 11220
Más información:
ElGritoDeSunsetPark@gmail.com
(347) 504-1857
El modelo
Estos talleres tomaron como modelo la iniciativa creada hace seis años por el Albert Cobarrubias Justice Project (ACJP) de San José, California. De hecho, originalmente no se trata de “clínicas legales”, porque no se trata de “armar un caso” para un abogado, sino de empoderar a la comunidad y a las familias a entender lo que sucede para poder tomar acción.
“Cuando una familia entra por primera vez en nuestras reuniones, el estribillo que les decimos es que aunque el sistema tiene la intención de dar a su ser querido un ‘tiempo de servicio’ – tiempo encarcelado y ausente- puede convertir el ‘tiempo servido’ en ‘tiempo ahorrado’. Con su participación, puede traer a su ser querido a casa”, indica el ACJP.