Iguala, hundida por la violencia, aún culpa a ¡López Obrador!

A tres años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, las heridas siguen abiertas

IGUALA, México – Angelina tiene un rictus de dolor en el rostro, las cejas fruncidas. Tiene miedo. A su hermano y a su vecino los secuestraron hace unos meses y un amigo taxista apareció hace unos días sin cabeza. Quisiera irse como los cientos de desplazados de esta ciudad pero sus padres ancianos la necesitan y por eso se queda encerrada, perpleja.

En Iguala aún hay venta y paso de droga; secuestros, cobros de piso y, según pobladores de esta zona, al menos dos o tres asesinatos cada semana, según pobladores entrevistados por este diario, taxistas, transportistas, comerciantes, mecánicos, amas de casa, activistas, políticos, periodistas, empresarios.

Todo a pesar de que los ojos del mundo están puestos en esta ciudad desde hace tres años, desde que desaparecieron 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa la noche del 26 septiembre de 2014 en el contexto de la lucha de dos organizaciones que disputaban el corredor de la mafia y la heroína a Estados Unidos: Los Rojos  y Guerreros Unidos.

“Una vez que entra el crimen ya no sale sólo hace menos ruido”, lamenta Angelina en entrevista con este diario desde el anonimato por miedo a su seguridad, a que la maten: en Guerrero no se anda con la lengua suelta: es el estado más mortal del país por el número de asesinatos en proporción a su población.

Guerreros Unidos se hicieron de una de las mejores plazas en el corredor del tráfico de opio y Heroína desde la Sierra guerrerense a Estados Unidos gracias a la victoria de José Luis Abarca, postulado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y con el visto bueno del entonces líder moral de ese partido y hoy fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador.

Por eso los pobladores no perdonan a López Obrador. “Aquí era tranquilo hasta que el PRD dejó que José Luis Abarca le quitó la candidatura a Óscar Díaz, que era el candidato natural”, agregó Angelina.

Alberto N., un ex activista del PRD cuenta que él mismo vio el documento en el que los perredistas de Iguala advirtieron al hoy dirigente de Morena  y dos veces candidato presidencial, AMLO, sobre el patrocinio del crimen organizado a Abarca, sobre las redes familiares de su mujer, sobre los costos de dejar entrar que los narcotraficantes que lideran en el estado el tráfico de opio y heroína a EEUU.

“Yo vi el escrito que Óscar (Díaz, entonces dirigente del PRD) entregó a Andrés Manuel López Obrador en el que advertía que Abarca estaba metido con los Guerreros Unidos y él no hizo caso”, detalla un resentido Alberto N. porque después de la desaparición de los 43 el líder de Morena no ha regresado a Iguala.

En marzo pasado, López Obrador protagonizó un escándalo en Nueva York durante una gira que realizaba en apoyo a migrantes cuando el padre de uno de los desaparecidos de Ayotzinapa, Antonio Tizapa, le reclamó por la supuesta complicidad u omisión del político en el caso, incluso para llevar a la gubernatura a Ángel Aguirre.

“Cállate, provocador”, le gritó AMLO.

La intolerancia molestó tanto a los padres de familia de los normalistas como a los igualtecos que habían depositado la confianza en la izquierda representada por López Obrador como justicieros y bandera anticorrupción.

“Ya sabemos que ni el Ejército ni el gobierno del estado impidió que creciera el crimen organizado en Iguala, pero se suponía que él es diferente y debió hacer algo porque Abarca era de su partido”, comentó Rodolfo, un vendedor de mangos cuyo sobrino continúa desaparecido desde finales de diciembre, dos meses antes de que secuestraran a siete jinetes de Morelos en las afueras se Iguala y a decenas más.

Desde 2014 “se supo que Abarca mandó a matar al activista Arturo Hernández Cardona (quien invadía terrenos para gente de escasos recursos), se sabía que se paseaba por las calles con gente armada, nosotros lo veíamos”, agrega Martín S., comerciante de oro, uno de los más golpeados por las extorsiones.

De acuerdo a diversos testimonios de igualtecos, hace poco volvieron a sus funciones algunos de los policías que habían cesado después de los hechos contra los normalistas: están en activo, listos para recibir órdenes de los narcos, dicen.

Esto porque las autoridades judiciales sólo detuvieron a los policías que trabajaban en el turno de la noche, pero a los del turno matutino sólo los separaron por un tiempo y están otra vez trabajando aunque todos saben que son parte de la nómina del crimen organizado, dijo Benito L.

“Aunque Abarca no está. Tiene aquí a su gente y una muestra es que la Plaza Tamarindos (presuntamente propiedad de Abarca), que debía ser decomisada por la ley de extensión de dominio por crimen organizado, sigue operando como si nada”.

“Aquí la mafia sigue tan real como el hecho de que los políticos nos dieron la espalda. Empezando por López Obrador que ni se atreve a venir ahora”.

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