Vampiros, fantasmas… y huracanes con dos ojos ¿sí existen?
De los dos primeros no hay pruebas, pero de los huracanes con dos ojos sí
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), dice que sí, porque puede probar que el huracán Wilma tuvo dos ojos a su paso por el norte de Cuba el 25 de octubre de 2005, como aparece en la foto de arriba.
¿Deberíamos temer el ojo de un huracán?
En las imágenes satelitales, el ojo de un huracán parece amenazante. La estructura de un huracán consiste en sus bandas externas de lluvia, la pared central del ojo y el ojo interno en el vórtice o eje. El ojo en sí es en realidad el área circular de vientos comparativamente ligeros que abarca el centro de un ciclón tropical severo.
Cuando un huracán toca tierra, en el momento en que pasa el ojo del ciclón, puede parecer que la tormenta ha terminado porque los vientos se hacen más lentos y llueve. A medida que avanza el ojo de la tormenta, comienza el paso de la agrupación externa de la pared del ojo del ciclón que trae tormentas intensas y vientos fuertes y pueden ser muy peligrosa.
Cuanto más poderosa es una tormenta, más rápido gira y crea un ojo más fuerte y organizado. Pero, ¿puede haber un huracán de dos ojos?
¿Cuando los huracanes se dividen sus propios ojos?
Durante un huracán, la convección hace que las bandas de vapor de agua giren alrededor de un centro común. Este centro comienza a rotar más rápidamente y se convierte en la “pared del ojo”. A veces, una tormenta desarrolla una segunda pared del ojo para reemplazar un ojo interior que se debilita.
Los ciclos concéntricos de la pared del ojo (o los ciclos de reemplazo de la pared del ojo) ocurren naturalmente en los ciclones tropicales intensos como los huracanes mayores, con vientos superiores a 115 mph.
Estos huracanes son de las categorías 3, 4 y 5 en la escala de Saffir-Simpson. A medida que los ciclones tropicales alcanzan este umbral de intensidad, generalmente tienen una pared de ojo y un radio de vientos máximos que se contraen a un tamaño muy pequeño, alrededor de 5 a 15 millas solamente. En este punto, algunas de las bandas de lluvia externas pueden organizarse en un anillo exterior de tormentas eléctricas que lentamente se mueve hacia adentro… y roba la pared interna del ojo de su humedad y fuerza.
Durante esta fase, el ciclón tropical se está debilitando (es decir, los vientos máximos disminuyen un poco y la presión central aumenta). Eventualmente, la pared externa del ojo reemplaza completamente a la interna y la tormenta puede tener la misma intensidad que antes o, en algunos casos, incluso más.
Un ciclo concéntrico de la pared del ojo ocurrió en el huracán Andrew (1992) antes de tocar tierra cerca de Miami: se alcanzó una fuerte intensidad, se formó una pared externa del ojo, este se contrajo junto con un pronunciado debilitamiento de la tormenta, y se organizó luego como huracán de mayor intensidad. Otro ejemplo es el huracán Allen (1980), que pasó por repetidos ciclos de reemplazo de la pared del ojo, yendo de categoría 5 a categoría 3 varias veces.
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Fusión de huracanes
Otra forma en que un huracán puede tener “dos ojos” es si dos tormentas separadas se funden en una, un evento conocido como Efecto Fujiwara, cuando dos ciclones tropicales cercanos giran uno alrededor del otro y se convierten en uno. Algunos modelos sugirieron que esto podría ocurrir con el huracán María y José en septiembre de este año, pero no fue así.
Este fenómeno es más común en el océano Pacífico que en el Atlántico:
La “Temporada de Huracanes” típicamente comienza el 1 de junio y finaliza el 30 de noviembre, aunque los huracanes pueden, y han ocurrido, fuera de este período de tiempo. El Centro Nacional de Huracanes de NOAA predice y rastrea estos sistemas de tormentas masivas, que ocurren, en promedio, 12 veces al año en la cuenca del Atlántico.