La “chef del pueblo” sigue viva en restaurante Casa Adela de Lower East Side
Cineastas boricuas presentan documental que recopila la aportación culinaria y social de Adela Fargas desde su tradicional restaurante en Loisaida, Manhattan
NUEVA YORK – Adela Fargas, nacida en Carolina, Puerto Rico, siempre supo lo que era la necesidad. En el humilde hogar en el que se crió en el desventajado sector Cantera de la zona metropolitana junto a sus seis hermanos y hermanas y sus padres, se desayunaba harina de maíz y bacalao. Pero, dentro de lo poco, todo se compartía, y la comida era parte esencial de estar en familia y de hacer comunidad. Esas enseñanzas, Adela también se las trajo como equipaje cuando decidió mudarse a Nueva York a los 30 años.
En los calderos y con los cucharones que agarraron sus manos en la Gran Manzana no solo sazonó cilantro, ajo, tomate y cebolla, también memorias, historias, compromiso, amor y solidaridad.
Desde que en el 1973, esta afrocaribeña, madre de dos hijos, se convirtió en la propietaria de un pequeño local en el 66 de la Avenida C, en Lower East Side (LES), de Manhattan, “Casa Adela” –como bien sugiere su nombre– se transformó en el hogar de boricuas residentes en el exterior así como de los puertorriqueños de la isla que visitan la Gran Manzana.
Adela, a quien también se le podría llamar la “chef del pueblo”, falleció en enero pasado a sus 81 años a causa de una trombosis cerebral, pero el aroma y sabor de su comida y el trato humano que la caracterizaban la sobreviven, para alimentar no solo los cuerpos sino las almas de todos esos que buscan un pedacito de la isla a través del mofongo, el arroz con habichuelas, el bistec, y otras delicias de “Borinquén”.
El local, que se mantiene intacto luego de más de 40 años a pesar de los desplazamientos y las altas rentas en esa zona de Manhattan, le ha abierto las puertas a quienes Adela le ha terminado regalando, no solo comida, sino hasta “cinco pesitos” así como a figuras de la talla de Juan Mari Bras, Andy Montañez, Eddie Palmieri y Rubén Blades.
Y es que la boricua “de pura cepa” al son de su expresión “arroz que carne hay” no solo batalló para mantener el espacio, sino por satisfacer los paladares de sus clientes sin importar el origen. En su “casa” había comida para todos.
Esta imagen es la que los cineastas William Rosario y Gary Cruz, de Yagrumo Productions, quieren que los espectadores se lleven a través del recién estrenado documental “Last One Standing” (“El último que está de pie”), un homenaje a quien en vida consideraron también una activista de las causas sociales y artísticas.
“Yo creo que el nombre lo dice todo, “Casa Adela’, todo el mundo se siente como si estuviera en su casa y estás con tu familia ahí. No solamente es un restaurante, sino que Adela para mí significa mi abuela…hay un acercamiento con ella y un respeto”, confesó Cruz en entrevista con El Diario poco antes de la presentación del documental el pasado 25 de mayo como parte de las actividades anuales del Festival Loisaida.
Cruz agregó que el compromiso social de Adela trascendió el espacio del restaurante para hacerse parte de actividades comunitarias de empoderamiento social.
“Adela ayudaba mucho en ese sentido, cada vez que se hacía una actividad (comunitaria y artística) que hacía falta una comida puertorriqueña, Adela siempre era la que cocinaba, donaba mucha de la comida para los grupos de teatro”, recordó el también actor quien fue miembro en los 70 de Teatro 4.
Para Rosario, la experiencia de haber conocido a Adela y a su familia – a través de Cruz– y pasar tiempo en el restaurante ha sido como transportarse al pasado, lo que también se aprecia en la entrega audiovisual.
“Yo pienso que estoy viajando al pasado, porque se está perdiendo este sentido de comunidad…Anoche estábamos sentados allí (en Casa Adela) y yo me sentía como cuando yo era chiquito, y uno se sentaba al frente de la casa y llegaba la gente y preguntaba como está tu mamá. Es como estar en el pasado, y eso es algo que se está perdiendo…Cada vez que yo vengo, me siento en el restaurante y no me quiero ir”, describió con nostalgia el también escritor.
Por eso este proyecto es el más personal que ha unido a estos dos profesionales que se conocen desde sus tiempos como empleados de la extinta Compañía Telefónica en Puerto Rico, tan así que agilizaron el proceso de edición para que el documental estuviera listo para la referida premier.
Los creadores explicaron que la repentina muerte de Adela tuvo un impacto en el material que tomó unos cuatro años recopilar.
“Fue un cantazo, porque no nos los esperábamos y habíamos mantenido una documentación de la vida de ella, pero cuando ella fallece fue bien ‘heavy’, tú sabes, no sabíamos que íbamos a hacer. Hablamos con la familia y decidimos continuar con el documental. Seguimos la trayectoria de ellos durante el velorio y el funeral hasta Puerto Rico, fuimos a PR con la familia”, describió Rosario sobre la organización del documental.
El documental, de casi dos horas de duración, incluye fotos y videos de la protagonista desde su juventud a su etapa más madura, así como entrevistas con familiares, amigos, clientes y residentes de Loisaida que recuerdan con respeto y admiración a esta emprendedora.
Pero para los cineastas el mayor valor del proyecto recae en destacar el ejemplo de perseverancia de Adela al lograr mantener un establecimiento por más de cuatro décadas en LES.
“Estamos hablando de 40 años de lograr mantener un restaurante en un lugar donde está cambiando constantemente, eso es una cosa que hay que verla. Es una líder, es una mujer primero que nada, y segundo, es una líder en la comunidad, bien conocida, y es uno de los últimos restaurantes puertorriquenos auténticos que quedan en el Bajo Manhattan y eso es muy especial para nosotros”, argumentó Cruz quien vivió muchos años en LES antes de mudarse a Harlem.
Con la ayuda de Catholic Charities, Adela logró evitar el desalojo y un eventual cierre del restaurante, batalla que enfrentan actualmente otros comerciantes y residentes en la zona.
La organización, adscrita a la Arquidiócesis de Nueva York, provee servicios de asesoría y asistencia para los inquilinos de apartamentos y negocios en la ciudad para que no sean desplazados de sus unidades.
Para Cruz, el caso de la permanencia de “Casa Adela” demuestra que “sí se puede” y que los efectos de la reurbanización (“gentrification”) no son absolutos.
El dúo espera poder presentar el documental en festivales de la ciudad.