Una vergüenza nacional
La separación de familias trasciende cualquier debate sobre la inmigración o las fronteras
La política de inmigración del presidente Trump está deshumanizando a las personas, arrancando a los niños de los brazos de sus padres y separando a las familias. Está haciendo que yo como estadounidense me sienta avergonzada de mi país natal. La historia futura de los Estados Unidos juzgará severamente a esta vergüenza nacional y crisis humanitaria.
Nosotros somos mejores que esto. Debemos ser mejores que esto.
Yo podría hablar sobre el poema que está en la Estatua de la Libertad: “Denme sus cansados, sus pobres, sus atestadas masas que ansían respirar libertad, los desdichados expulsados de vuestras costas repletas”. Podría citar ese documento sagrado llamado la Constitución, que establece las necesidades de un debido proceso legal, al cual el gobierno debe acatar. También podría referirme a las Cuatro Libertades que el presidente Franklyn Delano Roosevelt abrazó y que tienen su monumento recordatorio en el Estado de Nueva York, junto al gran Parque en la Isla Roosevelt.
Como abogada de profesión, ex profesora de Derecho Constitucional y como presidenta del condado de Queens, donde el 48 por ciento de nuestros 2.3 millones de residentes nacieron fuera de los Estados Unidos, sostengo que estos principios son “evidentes por sí mismos”.
Hoy, sin embargo, todo ello ─ incluso el carácter de nuestra nación ─ está siendo puesto a prueba.
Como madre, como estadounidense, y como una mujer de fe, la violación de nuestras leyes y políticas de inmigración me estremece hasta lo más íntimo. Me desvelo de noche al pensar que mi hijo de 7 años deberá memorizar urgentemente un número de teléfono, pero sabiendo que una vez que me sea arrancado de los brazos indefinidamente hacia lo desconocido, su capacidad de recordar esos preciosos 10 dígitos será la única línea vital que lo conecte con cualquier familiar. Mi corazón se atormenta al imaginar el terror de mi niño encerrado detrás de una jaula con cadenas, y no tener ninguna forma de estar en contacto con él o rastrearlo, y mucho menos saber dónde y cómo está.
Incluso en una ciudad santuario como Nueva York, las amplias redadas y campañas de aplicación forzosa de leyes de inmigración ─ incluso sobre aquellos sin antecedentes ─ han tenido éxito en expandir el temor e impusieron un efecto escalofriante sobre las actividades y responsabilidades cotidianas.
Este es un problema que trasciende cualquier debate sobre la inmigración o las fronteras. Tal crueldad traiciona la narrativa estadounidense. Es una política de inmigración bárbara, xenofóbica que no está a la altura de la nación más grande y poderosa del mundo. Impulsada por el presidente Trump, esta pesadilla sancionada por el gobierno está desatando el terror sobre millones de familias, incluso de ciudadanos estadounidenses.
Separar a las familias de esta manera es un desafío y un compromiso para nuestra humanidad. Una sola acción del presidente podría hacer que esta horripilante realidad se detenga. No debemos descansar y no descansaremos hasta que eso suceda.
Mientras tanto, Queens continuará haciendo todo lo posible para ayudar a contrarrestar la hostilidad del actual clima político. Somos una nación de inmigrantes, y de Queens dependen los futuros de nuestras familias. La próxima semana, organizaremos una “Semana para Conocer sus Derechos” para los inmigrantes en colaboración con una cantidad de organizaciones y colegas del gobierno local.
El asesoramiento legal es gratuito y confidencial, disponible en cinco eventos distribuidos en cinco vecindarios distintos entre el 25 y el 29 de junio (http://www.queensbp.org/knowyourrights), diseñados para conectar a nuestras distintas comunidades con expertos legales comprometidos, defensores y otros recursos. Queens respalda a todos ustedes.
(Melinda Katz es presidenta del condado de Queens)