La razón por la que nadie quiere ser jefe de gabinete de Trump

Trump enfrenta un inesperado desafío político

Lidiar con el genio del magnate y sus problemas legales son algunas de las causas

Lidiar con el genio del magnate y sus problemas legales son algunas de las causas Crédito: Alex Wong | Getty Images

No solo que el saliente jefe de gabinete de Donald Trump, John Kelly ha calificado el trabajo como “miserable”, sino la gran tensión que se vive dentro del gobierno por la investigación de la Trama Rusa y una segunda investigación sobre las violaciones de las finanzas de la campaña de Trump hacen la tarea del magnate mucho más compleja.

Así es, el presidente Donald Trump enfrenta un inusual desafío político: no encuentra quien quiera ocupar el cargo más influyente de su gobierno, el de jefe de gabinete de la Casa Blanca. Puesto que su actual ocupante, el general retirado, John Kelly.

La oferta de este puesto de trabajo en la Casa Blanca suele generar más competencia que dudas, dada la relevancia y prestigio que conlleva.

Sin embargo, también en este aspecto la Presidencia de Trump ha roto con la tradición, ya que se ve ahora en la extraña disyuntiva de no encontrar sustituto.

Tras anunciar Trump este sábado que Kelly dejaría el puesto “a finales de año”, la única opción que había sobre la mesa, Nick Ayers, el jefe de gabinete del vicepresidente Mike Pence, optó por hacerse a un lado él mismo y anunciar su regreso al estado de Georgia.

Para tratar de calmar las crecientes dudas, Trump salió rápidamente al paso el domingo en su cuenta de Twitter para revelar que se encontraba “en proceso de entrevistar a algunas personas realmente importantes para el puesto de Jefe de Gabinete de la Casa Blanca”.

“Las Noticias Falsas han estado diciendo con certeza que iba a ser Nick Ayers, una persona espectacular que siempre estará con nuestra agenda de Hacer Grande a EEUU de Nuevo. Tomaré una decisión pronto”, agregó.

Pero lo cierto es que los nombres que han ido apareciendo en los medios como alternativas ya cuentan con importantes cargos en el Gobierno o han expresado poco interés en pasar a trabajar codo con codo con el presidente número 45.

Es el caso del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin; el director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney; o el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, quien ha reconocido estar “desconcertado” por la propuesta.

Los comentarios sobre el ambiente en el ala oeste de la residencia presidencial, un lugar de trabajo frenético pero también ideal para impulsar ambiciones políticas, no son especialmente alentadores.

Kelly se había quejado en diversas ocasiones de que la Casa Blanca de Trump era “un lugar miserable para trabajar”, según han recogido medios como The New York Times y The Washington Post, y llevaba meses estudiando su salida.

En el libro del reportero Bob Woodward, “Miedo”, sobre el primer año en Washington de Trump, Kelly reconocía que “no tiene ningún sentido tratar de convencerle (al presidente) de nada” y que está “totalmente desbocado”.

El general retirado había llegado en julio de 2017 para tratar de poner orden en un primer año de Presidencia de Trump cargado de filtraciones, peleas intestinas y dramas cortesanos, que convirtieron la cobertura mediática de la Casa Blanca en un vodevil político repleto de luchas de ego y puñaladas por la espalda.

En su lista de reproches, Kelly apuntó desde el comienzo a la hija del mandatario, Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, designados como asesores presidenciales y quienes, a su juicio, actúan sin control alguno y siguiendo sus propios intereses.

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