Editorial: Un comercial político

La amenaza y la crisis de seguridad en la frontera no existen para quienes viven en la región fronteriza

Vista aérea de Ciudad Juárez (i) y El Paso (d) tomada desde Ciudad Juárez, México.  Getty Images

Vista aérea de Ciudad Juárez (i) y El Paso (d) tomada desde Ciudad Juárez, México. Getty Images Crédito: AFP / YURI CORTEZ | Getty Images

El mensaje a la nación del presidente Donald Trump fue un comercial político cuyo tiempo fue generosamente donado por los medios de comunicación. No hay ninguna crisis que exija la atención que se le brindó al mandatario más que su urgencia de cumplir una promesa electoral ridícula.

Según la narrativa de Trump hay una ola de delincuencia y criminalidad del estilo más cruel, en donde hasta la policía está en peligro y que es causada por inmigrantes indocumentados. El presidente pretendió que hay supuestamente casos específicos y cifras por doquier para demostrarlo.

De la misma manera, para el Presidente la epidemia de drogadicción ligada al fentanil y la heroína se debe presuntamente a que la mayoría de la droga se origina en el área de la frontera que “no tiene vigilancia ni barrera”.

Nada de eso es cierto. Hay estudios serios que hasta el cansancio muestran que el porcentaje de criminalidad de los inmigrantes es mucho menor que los de la población en general. La tasa de delincuencia en las ciudades grandes que tienen una importante comunidad indocumentada es menor que en las otras.

La barrera fronteriza es parte de una amplia negociación sobre inmigración. No hay la urgencia para ser tratada individualmente.

Las drogas entran a Estados Unidos principalmente de contrabando en los puertos de entrada y por la costa, según las autoridades antidrogas estadounidenses. Es falsa la imagen de indocumentados que como mulas traen los estupefacientes que matan a los estadounidenses.

La amenaza y la crisis de seguridad en la frontera no existen para quienes viven en la región fronteriza. Las detenciones -forma en que se mide el movimiento de indocumentados- están entre las más bajas en los últimos años. Si existe una urgencia es en los puertos de entrada ante la falta de voluntad para recibir solicitudes de asilo.

La crisis está en el gobierno, porque la Casa Blanca se encerró en una promesa electoral sin aparentemente tener una estrategia de salida. En el medio están los 800,000 empleados federales que el viernes no recibirán su sueldo. Esos mismos cuya frágil situación económica fue ignorada olímpicamente. Ellos hoy no cuentan para Trump.

A falta de una emergencia real, el muro se convirtió en una pulseada política con los demócratas en que el que cede primero pierde. El problema para Trump es que los sondeos de opinión muestran que la mayoría de los estadounidenses ni respalda el muro, ni cree que la presencia de los indocumentados genera mayor delincuencia.

De la misma manera, nadie cree a Trump cuando culpa a la oposición del cierre parcial del gobierno porque ya aceptó con anterioridad hacerse responsable del mismo.

El viaje a la frontera de hoy es parte del comercial de reelección que el presidente construye a espaldas de los estadounidenses -trabajadores federales, usuarios, beneficiarios y contratistas. Trump fue electo denunciando una crisis de seguridad inexistente, que hoy quiere crear a toda costa..

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