Dominicana construye sueños a través de empresa de impuestos en Washington Heights
Belkis Coiscou se ha convertido en un ejemplo de tenacidad y trabajo duro en la comunidad del Alto Manhattan
La primera vez que Belkis Coiscou pisó suelo neoyorquino no pensó que 30 años después estaría dirigiendo su propia empresa de contabilidad en la Gran Manzana. Hoy, tras años de arduo trabajo y adaptación, se ha convertido en una aliada para sus paisanos de Washington Heights a la hora de lidiar con temas de contabilidad e impuestos.
La dominicana de 55 años, que dejó el calor caribeño de su natal Santo Domingo en 1988 cuando, tras varias visitas a su madre, decidió que era momento de emprender un camino profesional en Nueva York. Con su diploma de contadora en una mano y con los sueños de crecer en la otra, Coiscou inició un camino que se convirtió en un proyecto empresarial que en la actualidad sirve a decenas de personas y pequeños negocios.
“Llegué un día de vacaciones y de casualidad me encontré un amigo en la calle que tenía mucho tiempo que no veía. Él me dijo que por qué me iba a ir, que por qué no me quedaba, si yo estaba joven y la contabilidad aquí se trabajaba bien y que él tenía un amigo que podía darme trabajo”, recordó la dominicana. “Fuí a la entrevista sin pensar que me iba a quedar, pero me dieron el trabajo y me quedé”.
Pero fue hasta 1993, luego de siete años de trabajo en una compañía cubana de impuestos que estaba a punto de irse a la bancarrota, cuando, por accidente, se presentó una oportunidad que le cambió la vida. Caminando por un pasillo escuchó a varios contadores discutir sobre “alguien que estaba vendiendo una práctica (oficina) de impuestos. La opción era necesaria, según cuenta, sobre todo por la creciente población hispana que hacía de la zona su hogar, muchos sin hablar inglés.
“Yo iba caminando y escuché dos contadores que hablaban y uno le decía al otro que quería vender su oficina porque se quería retirar así que me acercé y le pregunté los detalles y me dice: tengo un amigo cubano que está vendiendo su práctica en el Alto Manhattan, tú la quieres comprar?”, dijo la dominicana, quien a los pocos días, con la ayuda de su esposo, logró reunir el dinero para hacerse dueña de Latin American Business Office.
Su historia se ha vuelto un ejemplo para las decenas de dominicanos que visitan su oficina. Para ella, más que una empresa, es su hogar, el mismo que ha visto nacer y crecer a sus dos hijos, emplear a nuevos y experimentados contadores, y sobre todo, hacer parte de la comunidad en la que vive.
“Yo siempre pienso en mi gente dominicana y trato de darles un mensaje: seamos organizados. Debemos pensar en el futuro”, destacó la empresaria, quien cree que la celebración de la independencia de República Dominicana es una oportunidad para fortalecer a la comunidad que vive en Nueva York. “Hay unos que piensan solo en el presente y en enviar dinero para Santo Domingo, pero es bueno que piensen en invertir aquí y en tener dinero para un retiro”.
Pese a que tiene más de la mitad de su vida viviendo en Nueva York, tiene a una “orgullosa dominicana” que la pondrá a bailar merengue el día de la independencia.
“Mi hija es una orgullosa dominicana. Ella me dice: mami yo soy de Santo Domingo!”, concluyó Coiscou.