Crimen y narcotráfico pega al trabajo de mariachis en la Plaza Garibaldi, en la Ciudad de México

Los cárteles les subieron la tarifa a los músicos por "derecho de piso"

Mariachis en Garibaldi, México.

Mariachis en Garibaldi, México. Crédito: Agencia Reforma

MÉXICO – En Garibaldi, la seguridad se deteriora conforme el crimen y narcotráfico aumentan su control y ganancias.

Tras el 14 de septiembre de 2018, cuando sicarios de la Unión Tepito -disfrazados de mariachis– mataron a seis integrantes de la Fuerza Anti Unión, delincuentes elevaron las cuotas que exigían en la zona.

Si antes un músico o artesano pagaba cinco pesos por ingresar a negocios llenos y locatarios entregaban de 200 (unos 10 $dólares)  a 500 pesos ($25 dólares) a policías o delincuentes para poder operar toda la noche, ahora les cuesta, al menos, el doble.

“Claro que no se fue el narco, hasta subieron sus cuotas, por el riesgo de operar ahí, con tanto Policía, como dicen, les cuesta más trabajo, pero no lo dejaron y quién sabe si lo dejen”, confirmó un mando de la Policía de Investigación.

El sitio se divide entre los comercios establecidos, con décadas de existencia, y las chelerías o bares que violan uso de suelo, horarios, permisos para vender alcohol y hasta son administradas y atendidas por delincuentes.

Dichos comercios son pequeños, operan las 24 horas del día, se ubican frente al Eje Central o en las orillas de la plaza, realizan cobros irregulares a clientes, cambian de nombre de manera constante y son conocidos por la venta de droga al interior.

Los trabajadores recuerdan que hace 30 años ignoraban si era fin de semana, quincena o día festivo porque todos los días tenían ganancias.

Ahora, llevan la cuenta de esas fechas para ahorrar, llevar dinero a su hogar, pagar a empleados y servicios o apartar las cuotas para que les permitan laborar.

Tras el multihomicidio, quienes viven de la plaza padecen pérdidas de hasta 70 por ciento, la mala imagen, inseguridad y cobros de extorsiones o derecho de piso, lo mismo de uniformados o criminales.

“Desde septiembre hemos tenido una baja de ingresos fuertísima, estamos operando al 30 o 40 por ciento de los ingresos de antes. Entonces, mantener un negocio con esos niveles es dificilísimo”, dijo un empresario que pidió anonimato.

El miedo de ver asesinados a seis miembros de la Fuerza Anti Unión, sólo ahuyentó a los visitantes, más no a los delincuentes.

Los turistas que aún acuden son el blanco de uniformados, de ladrones o de los criminales organizados que se establecieron en negocios irregulares.

Cada noche, según fuentes policiales, un giro negro puede ganar hasta 500 por ciento más que los establecidos y ha existido un pacto de tolerarlos para que no los asechen.

Cifras oficiales reflejan que de 2016 a la fecha, el asalto es el delito que más subió en la zona, pero le siguen otros como narcomenudeo y quebrantamiento de sellos.

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