El fenómeno de la derecha en América
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
El carácter reaccionario del gobierno estadounidense se impregnó en la derecha latinoamericana y ha promovido efectos similares en las sociedades de la mayoría de los países de la región.
La proclamación de Barack Obama como presidente de la nación en 2019 sorprendió a propios y extraños. El efecto de su llegada a la Casa Blanca movilizó a los sectores más radicales de la derecha del país, incluyendo a grupos extremistas que, en previos periodos, se encontraban ocultos sin voz ni voto.
Donald Trump fue lo bastante inteligente para darse cuenta de este fenómeno reaccionario. No hizo más que apretar los botones más frágiles de la política nacional para nutrirse del apoyo de estos grupos extremistas ultraconservadores.
Como el tema migratorio es de amplia popularidad no solo con los grupos extremistas sino también con sectores moderados del país, Trump decidió elevar la migración como su símbolo proselitista para llegar ser presidente.
Sin embargo, la estrategia antiinmigrante no fue suficiente para crear un frente amplio. Entonces decidió ampliar su divisionismo con una política anti-islámica, xenofóbica, sexista y particularmente una política contra la agenda progresista.
Funcionó ampliamente su cometido. Los trabajadores del sector industrial, quienes veían la incorporación de las mujeres en sus ámbitos laborales como un mal presagio, votaron en caravanas la ascensión de Trump a la Casa Blanca. Lo mismo hicieron los sectores religiosos cristianos que ampliamente condenan a la religión islámica.
En América Latina surgió un fenómeno similar. La llegada de Lula da Silva al gobierno de Brasil motivó a los grupos empresariales de la derecha a fomentar una política altamente xenofóbica, sexista y racista.
Al igual que Trump, estos grupos de la derecha encontraron en Jair Bolsonaro un candidato ideal para sobrellevar una política reaccionaria que destruya todo lo que se había logrado durante los gobiernos de izquierda de Lula da Silva y Dilma Rousseff.
En Argentina, el efecto de una mujer presidente también motivó a los grupos de la derecha reagruparse y buscar a un líder que no solo se opusiera a la agenda progresista de Cristina Fernández, sino que repudiara y destruyera sus logros a nivel económico y social.
El gobierno de Mauricio Macri está haciendo precisamente eso, es decir atenuar el avance de la mujer y reducir el poder del gobierno para quitar los derechos de los grupos populares de ese país.
De momento, la derecha del Continente Americano marcha victoriosa en su caballo de batalla. Lo seguirá haciendo por otros cuatro o cinco años, hasta que finalmente una mujer ponga fin a más de 200 años de privilegio masculino en la Casa Blanca.
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Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com