Millonario de California invita a pareja de desamparados a vivir en su casa
"Tengo la obligación personal de asumir la responsabilidad cuando veo injusticias"
Una pareja de desamparados de Oakland, California, dejó atrás el frío de la calle para pasar sus noches en una vivienda de $4 millones de dólares gracias a un buen samaritano.
Es la historia de Greg Dunston y Marie Mckinzie, quienes después de 10 años viviendo en la calle ahora comparten una casa con Terrence McGrath, dueño de una constructora de vivienda, en el exclusivo sector de Piedmond.
De acuerdo con el San Francisco Chronicle, Dunston y Mckinzie se mudaron a un apartamento de la propiedad hace tres meses. Su caso había sido expuesto por el columnista Otis Taylor en el mismo periódico. Las hijas de McGrath se habían marchado a la universidad y el hombre optó por tener la compañía de quienes necesitaba un techo donde vivir.
“No puedo evitar la responsabilidad que tengo con la vida a mi alrededor. Tengo la obligación personal de asumir la responsabilidad cuando veo injusticias”, dijo McGrath, quien creció en la pobreza, al Chronicle.
Dunston y Mckinzie terminaron en la calle por discapacidad física. El hombre recibe poco más de $800 dólares de beneficios al mes, pero Mckinzie, quien sufre de escoliosis, ha visto su caso rechazado en varias ocasiones en los últimos diez años. La única ayuda es de $336 dólares mensuales y bonos de comida por parte del condado de Alameda. El área de la Bahía es una de las más costosas del país.
Llamados a la policía
McGrath, consciente que la invitación a Dunston y Mckinzie iba a despertar la desconfianza de algunos vecinos, decidió enviar una carta al cuartel de Policía para advertirle de la mudanza de la pareja.
“Quiero dejarle saber, en caso que reciban una llamada sobre una pareja de afroamericanos caminando por el barrio entre Hampton y La Salle”, le escribió McGrath al comandante Jeremy Bowers.
Las llamadas sobre su presencia han ocurrido, pero los agentes se limitan a explicar que el dueño de la propiedad está dando una mano a la pareja.
El dueño también llegó a recibir una llamada de una líder del vecindario, quien expresó preocupación por la seguridad de menores de edad.
“Si ustedes saludan, lo más seguro es que ellos los saluden de vuelta”, contestó McGrath a la vecina.
Se desconoce por cuánto tiempo Dunston y Mckinzie seguirán en la vivienda del empresario. Para ellos lo importante ahora es que puede dormir sin miedo a ser robados o atacados, además de contar con la amistad de McGrath.
Para ver el artículo y fotos del Chronicle visita este enlace.