Madre latina dice sí a la legalización de la marihuana

Aprobar la Ley MRTA ayudaría a eliminar las consecuencias colaterales de la prohibición de la marihuana para las personas de color

El gobernador J.B. Pritzker lanzó la propuesta de cannabis recreativo a principios de este mes.

El gobernador J.B. Pritzker lanzó la propuesta de cannabis recreativo a principios de este mes. Crédito: Aurelia Ventura/La Opinión

Mota, monte, marihuana, hierba—cualquier nombre que tu generación quiera darle, apresurémonos y legalicémosla. Legalizarla, no sólo criminalizarla. Esta es una distinción importante y una que, como madre y abuela latina de hombres jóvenes de color, es personal para mí.

He pasado demasiado tiempo preocupándome de que mis hijos anduvieran con amigos, fumando marihuana y relajándose, tal y como mis amigos y yo lo hicimos de adolescentes, y que tuvieran la mala suerte de tener un encuentro con la policía como resultado.

Tal encuentro podría terminar en prisión o incluso podría ser mortal para mis hijos. Algunas personas podrían decir, “bueno, ellos no deberían haber infringido la ley”. Pero la ley en sí no funciona; y cuando la ley misma no funciona, este parece ser un argumento débil.

En verdad, ¿cualquier persona razonable pensaría que un joven blanco que fuera detenido y registrado, sería enviado a la cárcel o posiblemente asesinado por haber portado un poco de marihuana? Si la respuesta es no, consideremos por qué esto les pasa tan comúnmente a los jóvenes de color y de raza negra.

En el 2018, los latinos jóvenes conformaban el 34% de los arrestos por niveles bajos de marihuana a pesar de ser sólo el 18.8% de la población del estado de Nueva York.

Mis hijos han sido atletas toda su vida. El béisbol ha sido todo en su vida. Mi hijo mayor viajaba a su universidad todos los días, y con demasiada frecuencia, lo han detenido con alguna excusa—rara vez le han dado una multa y en una ocasión que recordamos muy bien, el oficial hizo una anotación de que él tenía un arma potencial — su bate de béisbol en el carro (sin mencionar que tenía la máscara de cátcher, el guante y el protector de pecho).

Varias veces cachearon su cuerpo y su carro. Todavía tiemblo al pensar que podría haber pasado si hubiese tenido marihuana consigo o en el carro.

La legalización es el único camino viable para eliminar el estigma del consumo de la marihuana, que con demasiada frecuencia, es usado para criminalizar a las comunidades de color y de raza negra.

Este es un paso muy necesario, tal y como ha sido propuesto por la Ley de Regulación y Fiscalización de la Marihuana (MRTA por sus siglas en inglés), hacia la desarticulación de una de las barreras sistémicas que, las personas de Nueva York que han sido arrestadas por posesión de marihuana, han tenido que vencer.

Aprobar la Ley MRTA ayudaría a eliminar las consecuencias colaterales de la prohibición de la marihuana para las personas de color y de raza negra que no sólo pasan años en la cárcel por cargos relacionados con la marihuana, pero que también son despojados de sus derechos civiles al terminar sus sentencias—todo por una substancia gracias a la cual las poblaciones blancas en unos pocos estados vanguardistas están haciendo un montón de dinero.

La Ley MRTA también propone reinvertir la mayoría de las ganancias de las ventas de marihuana en las comunidades que han sido diezmadas por la aplicación injusta y dispareja de las leyes de posesión de marihuana. Esto huele a justicia.

Conforme la tendencia se incline hacia la descriminalización y más definitivamente hacia la legalización, las madres y abuelas de los niños de raza negra y de color deben liderar la lucha.

Tradicionalmente hemos sido las que hemos aguantado el dolor de asumir las consecuencias injustas cuando nuestros hijos son el objeto de leyes de posesión de drogas.

Amamos a nuestros hijos, tal y como las madres de los niños blancos aman a los suyos. Los niños blancos, de raza negra y de color también crecen y logran hacer cosas grandes — cuando tienen la oportunidad de hacerlas y cuando los legados de un sistema criminal de justicia motivados por el odio racial no les cortan la promesa de hacerlas.

Una mejor estrategia que la prohibición consiste en apoyar la educación de salud efectiva y de calidad que incluya conversaciones basadas en la realidad acerca de las drogas, y que prepare a la gente joven para tomar decisiones sabias por sí misma.

Aquellos quienes como nosotros, sin importar la raza, creemos que la justicia debe ser justa, debemos impulsar la legalización y las reparaciones integrales.

No podemos dejar que la voluntad de unos cuantos legisladores que buscan socavar la voluntad de la gente de Nueva York, dicte el futuro y el destino de leyes que desproporcionadamente impactan a las comunidades de color y de raza negra.

El público de los Estados Unidos — y ningunas comunidades más que las de color y de raza negra — ha demostrado que están listas para poner fin a la fracasada guerra en contra de las drogas y para legalizar la marihuana.
Como optimista empedernida que soy, creo en las personas de Nueva York—especialmente en mis compañeras madres. Creo que todos añoramos justicia y entendemos que la criminalización de la marihuana ha sido otra táctica en la perpetua guerra en contra de las drogas.

Esta táctica fue concebida, tal y como un asistente del presidente Nixon admitió, como una herramienta política dirigida en contra de la gente de color y de raza negra. Es hora de empezar, de una vez por todas, a neutralizar el arma que es la criminalización de la marihuana. La legalización es el objetivo. La justicia es la meta.

Diana Medina es LatinoJustice’s Chief Development Officer.

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