Jornaleros hispanos de Staten Island tratan de sobrevivir a los severos golpes del coronavirus
En el 'condado olvidado' de la Gran Manzana, la pandemia ha sido una brisa para la mayoría, pero una tormenta devastadora para la clase trabajadora hispana
¿Han sido los vientos de la pandemia del coronavirus menos fuertes en Staten Island, denominado por muchos como ‘el condado olvidado’ de la Gran Manzana?
Si se observan en frío, las estadísticas oficiales de los cinco condados de la ciudad, la respuesta es sí.
Pero si se trata de ponderar cómo ha castigado a las minorías hispanas, en su mayoría familias mexicanas, la respuesta sería más complicada.
En efecto, en esta localidad neoyorquina, en función a las cifras del Departamento de Salud de la Ciudad (DOHMH), hasta la semana pasada se sumaban 770 muertes asociadas con el COVID-19. Manhattan, es el segundo condado con menos decesos, y sumaba 2,173.
En la geografía de esta isla, con apenas el 5.6% de la población de la ciudad, tres áreas postales que conforman Port Richmond y Stapleton, hogar de miles de inmigrantes latinoamericanos, se concentra el mayor número de afectados por la pandemia.
En medio de los complicados cruces estadísticos, resalta que en este condado existe un área postal en donde el número de ‘islanders’ fallecidos, asociados con complicaciones con el coronavirus, supera a vecindarios ‘calientes’ de El Bronx, Brooklyn y Queens.
Por ejemplo, hasta el pasado martes 19 de mayo, de acuerdo a la data de DOHMH, en el código postal 10314 perteneciente a Willowbrook en Staten Island, se reportaban 150 muertes acumuladas, y en otros condados clasificados como el epicentro de la pandemia, como Morrisania (El Bronx) se contaban 146 decesos y en East Harlem,102.
Esta tendencia, pareciera una paradoja, tomando en cuenta que la enfermedad viral se alimenta con la densidad poblacional y variables que parecieran no estar presentes en este entorno urbano más apacible. La verdad es que si hay factores en común: la presencia de proyectos de vivienda pública y más del 52% de residentes negros e hispanos, bajo la línea de la pobreza.
Patrick Gallahue, portavoz del DOHMH, dijo a medios locales que en esta etapa, con tantos casos llegando a través de los cinco condados todos los días, es difícil determinar qué está sucediendo en Staten Island.
“Es difícil producir respuestas totalmente confiables, sobre por qué una sección de la ciudad podría tener un número elevado de casos confirmados en comparación con otra”, concluyó.
El sufrimiento de los hispanos
Rubén Díaz, un jornalero nacido en México de 52 años, luego de casi de dos meses de emergencia, sabe muy bien cómo ha afectado el nuevo virus a su vecindario, a su familia y a sus amigos en Port Richmond.
“Cuando se empezó a publicar que a nosotros los hispanos nos afectaba más la pandemia, muchos blanquitos que nos buscaban para limpiar, pintar, hacer jardines, evitaron hacerlo por miedo a contagiarse. Además de todo, tenemos que superar el hecho, de que somos los que tenemos esa peste aquí en la isla”, narró.
Rubén es de Oaxaca, y tiene 27 años viviendo en Staten Island. Cuenta que en efecto su esposa y sus tres hijos adultos se enfermaron pero no fueron al hospital. Nunca se practicaron el test de descarte de COVID-19. Su familia no está en las estadísticas oficiales.
“No tenemos dudas que nos enfermamos de ese virus. Sin seguro, sin papeles y sin trabajo. Pensar en ir a un hospital era complicado”, subrayó.
El temor de Rubén, tiene muchas réplicas e historias compartidas en un condado que tiene la peculiaridad de no disponer de hospitales públicos y de contar con una clase trabajadora inmigrante, que en su mayoría se sostiene de trabajos ocasionales.
Entre tanto, Michelle Molina, directora ejecutiva de El Centro del Inmigrante, una organización comunitaria que ofrece soporte a los jornaleros, ha sido testigo cercano del sufrimiento que trajo la pandemia a las familias trabajadoras de esta localidad neoyorquina.
“Al no existir un hospital público se multiplican las complicaciones. La verdad es que hay mucho miedo a la deportación. Faltó mucha información para enfrentar esta emergencia. Y somos testigos como organización de la devastación económica, que esto ha significado para nuestros inmigrantes”, dijo Molina.
Fuerza vital para abrir la economía
La caída de la oferta de trabajo para los jornaleros fue el detonante de una crisis monstruosa, que impactó no solo su seguridad alimentaria, sino su acceso a servicios básicos.
“Ya existe cierto alivio para ellos, con el tema de la prohibición de desalojos. Pero solo un ejemplo, muchos han perdido su línea telefónica por falta de pago. En eso las compañías no tienen piedad. Y eso significa que se incomunican y pierden acceso a información valiosa, para su salud, para sus trabajos eventuales y para seguir adelante”, describe la activista.
Al igual que la organización El Centro del Inmigrante, otras coaliciones no han tenido pausa para hacer seguimiento y buscar alivio ante las dificultades colectivas e individuales, surgidas en tiempos de pandemia, para los grupos inmigrantes en este condado.
Yesenia Mata, directora de la organización La Colmena, que ofrece también asistencia a la clase trabajadora de la isla neoyorquina, explica que en este momento en el cual se plantean escenarios para abrir la economía, no duda que la fuerza laboral hispana será muy importante en esa transición.
“De verdad, no fue una sorpresa cómo nuestra gente se estaba enfermando, porque al principio de la crisis, muchos salieron a trabajar a jornadas de limpieza profunda, sin mayor protección. Necesitaban seguir produciendo. Muchos querían quedarse en casa con su familia. Por su economía personal, era imposible”, sostuvo Mata.
Las filas en las jornadas de distribución de alimentos que organizan las coaliciones de apoyo a las familias que sufren los embates de la crisis son cada vez más extensas.
En el caso de El Centro del Inmigrante, cada jueves están recibiendo más de 240 familias, cuando a principio de año solo atendían a 50 con su programa de abastecimiento nutricional.
La Colmena además distribuye mascarillas fabricadas por emprendedores locales, para quienes hacen labores temporales en las calles tengan barreras mínimas al virus.
¡Listos para defender sus derechos!
En estas organizaciones comunitarias, no existen dudas que los inmigrantes mexicanos, en su mayoría jornaleros y trabajadores domésticos provenientes de Oaxaca y Puebla, fueron los más golpeados por el COVID-19, desde todo punto de vista.
“No fueron incluidos en ningún plan de alivio económico y cuando se empezaron a enfermar vivieron el miedo de ir a centros de salud, por asumir que eso podía afectarlos a futuro por la regla de carga pública”, explicó Mata.
Cuando ya se discuten los protocolos, para abrir la economía en la Gran Manzana, algunos líderes políticos y organizaciones empresariales de Staten Island han asomado la posibilidad de que en ese condado, por sus características, se puede lograr la normalización comercial, antes que los otros cuatro distritos.
La “apertura” de la ciudad entraña muchos retos. Para los organizadores comunitarios implica que será un momento de multiplicar el mensaje de protección ante la fuerza laboral inmigrante, pero también de darle valor a su trabajo.
“Muchos de nuestros jornaleros han sido abusados y fueron utilizados para trabajos de mantenimiento y limpieza, en medio de los riesgos de la pandemia, y nunca les pagaron ni siquiera lo mínimo legal. Ahora, con la apertura, será una mano de obra fundamental y los estamos empoderando para que defiendan sus derechos”, concluye la directora de La Colmena.
La respuesta oficial
El presidente del condado de Staten Island, James Oddo, expresó la semana pasada la necesidad de que sea incluido en la “sala de control”, ideada por la Gobernación del estado, para analizar los aspectos técnicos que analizan la reapertura de la economía.
“Tengo muchas ganas de tener la oportunidad de decirles a estos tomadores de decisiones, lo que nosotros desde este condado estamos viendo. Solo estamos tratando de ser inteligentes para darnos la mejor oportunidad de abrir la economía y hacerlo de una manera que no ponga en peligro la salud y la seguridad de las personas“, precisó Oddo.
Desde que se empezaron a difundir los focos de contagios y de muerte causados por la pandemia, cuyo blanco principal han sido las minorías más emprobrecidas de la ciudad, en Staten Island no se ha registrado una realidad distinta.
La Ciudad ha venido cambiando su enfoque hacia las disparidades de atención médica comunitaria, que el propio Alcalde Bill de Blasio calificó de “llamativas” y “dolorosas”, en los cinco condados, incluidos tres vecindarios de Staten Island: Stapleton, St. George y Willowbrook.
Además, como una respuesta a las necesidades de diagnóstico de las comunidades, el DOHMH ha instalado dos centros gratuitos de pruebas de descarte de COVID-19 en 165 Vanderbilt Avenue y Snug Harbor Cultural Center.
Radiografía del COVID-19 en Staten Island
- 7% de los más de 15,800 fallecidos por coronavirus hasta la semana pasada por coronavirus en la Gran Manzana se reportaron en Staten Islands.
- 764 muertes se reportaron oficialmente en este condado hasta el martes 19 de mayo, la mayoría de ellos concentrados en los códigos postales 10304 (Stapleton-St George) y 10314 (Willowbrook).
- 10314 es el código postal que incluye Willowbrook, Castleton Corners, Bulls Heads, Travis y New Springville, que tiene la novena tasa de mortalidad más alta en toda la ciudad de Nueva York.
- 38,5% de la población en estos vecindarios son de origen hispano y 25% afroamericanos.
- 39% de las personas de Port Richmond, hogar de comunidades hispanas en la isla neoyorquina, que se han practicado el test de descarte del COVID-19, han resultado positivas.
- 17% de los 470,000 residentes de este condado son de origen hispano, 64% blancos y 10,2% negros, de acuerdo con el Censo 2010.