Nueva Zelanda ya no batalla contra el coronavirus, pero sí contra las gallinas salvajes
Algunos residentes en Titirangi no están contentos con la presencia de las aves
Nueva Zelanda puede celebrar haber controlado el coronavirus, pero no a las gallinas salvajes, de acuerdo con reportes de medios locales e internacionales.
Habitantes del oeste de Auckland, en el suburbio de Titirangi, se enfrentan a una plaga de estas aves, problema que parecía resulto antes de la pandemia.
Estos animales no solo impiden el sueño por su cacareo, sino que están devastando desde jardines y huertos hasta las raíces de los árboles Kauri.
El problema se agrava ya que algunos neozelandeses – por pena – alimentan a estas especies, lo que a su vez atrae a las ratas.
“Esto ha revivido las viejas discrepancias en la localidad”, dijo a The Guardian el presidente del consejo público de la región de Waitākere Ranges, Greg Presland. Para algunos habitantes, la presencia de las gallinas agrega atención y atractivo a la zona, mientras otros piensan que es “algo de una película de Stephen King”.
Según el entrevistado, el problema con las aves salvajes inició en 2008, cuando uno de los residentes liberó dos pollos domesticados que comenzaron a vivir de forma independiente. Desde entonces, el número aumentó alcanzando las 250 en 2019.
Actualmente, las autoridades han colocado redes de captura para poder reubicar a las gallinas en espacios específicos.
En Titirangui viven menos de 4,000 personas.