Las farmacias independientes solicitan a Cuomo transparencia para los intermediarios
Los farmacéuticos temen que los bajos ingresos y los altos costos de operar cierren negocios
Al paisaje de cierres de negocios que está dejando el COVID-19 en las calles de la ciudad se puede unir un sector más que está sufriendo por varios lados: las farmacias independientes.
Después de meses trabajando en labores esenciales, dando servicio a domicilio a muchos pacientes que no podían ir a por sus medicinas y haciendo un seguimiento más intenso con los doctores, los farmacéuticos están volviendo la mirada al gobernador del Estado, Andrew Cuomo, con la esperanza de que levante el veto a una ley aprobada por las dos cámaras en Albany y que permitiría la regulación estatal de los Pharmacy Benefit Managers (PBMs) o gestores de beneficios de medicinas.
Para José Cáceres esta ley es crítica. “Si no hay cambios, el paciente puede ver como farmacias independientes como las mías no van a poder dar servicios en su idioma”.
Cáceres tiene seis farmacias en la zona de Washington Heights y 50 empleados, durante la pandemia algunos enfermaron y uno de ellos, un farmacéutico muy joven, falleció a causa del coronavirus.
Sus farmacias estuvieron abiertas aunque, con horario reducido y siguieron trabajando para hacer llegar a los enfermos, crónicos y los que no lo son, sus recetas de medicamentos.
Con ansiedad y preocupación han preparado dosificaciones de medicinas para personas mayores que se quedaron sin sus cuidadores y repartido a domicilio además de estar en un contacto más estrecho con los doctores y los pacientes en el idioma de estos. Ahora están preparando la temporada de vacunas de la gripe y dice que pese a los costos por los servicios que se dispensan en el lado de los ingresos están sufriendo por la presión de los intermediarios con las farmacéuticas o gerentes de beneficios de medicina (Pharmacy Benefit Managers o PBM en inglés).
El último eslabón de la cadena
Según cuenta, estas empresas, que son el eslabón intermedio entre la aseguradora y las farmacias, se encargan de pagar a estas últimas y son las que controlan los precios de los medicamentos y cuáles están cubiertos.
Las PBM En este sentido dice que, por ejemplo, en medicinas genéricas posicionan el precio por debajo de su costo. Cuando las farmacéuticas hacen descuentos en sus medicinas, Cáceres se queja de que estos no se distribuyen y no llegan al último eslabón de la cadena. “Su política de precios es muy agresiva con el pago a las farmacias” y argumenta que no hay “flexibilidad en los contratos”.
Algunas de estas PBM están controladas por aseguradoras y farmacéuticas
La legislación que podría ser aprobada por Cuomo si se producen algunas enmiendas en octubre, requeriría que las PBMs tuvieran que registrarse y obtener una licencia para operar en el estado, se establecería una serie de derechos y obligaciones, habría negociación de precios para las prescripciones médicas y como dice Cáceres, “transparencia”. “Cuando hay transparencia puede haber cambios”, explica.
Marta Gianmarino, una farmacéutica de Brooklyn, explicaba al diario que esta legislación introduce muchas protecciones frente al abuso y eso, desde su punto de vista es importante “porque las farmacias son el acceso más fácil a la atención de la salud”. Esta farmacéutica que dice trabajar con una gran vocación de servicio a su comunidad latina, explica que la red de farmacias independiente va a ser muy importante a la hora de llegar a todo el mundo con la futura vacunación de la COVID-19.
En peligro de desaparecer
Tanto Gianmarino como Cáceres coinciden en explicar que sin un cambio en la situación, a través de la legislación, las farmacias independientes, las que están en barrios menores ingresos y tienen una gestión más personalizada con los clientes, muchas farmacias pueden desaparecer.
“Muchas de ellas han cerrado ya en los dos últimos años”, dice Gianmarino de lo que ve como la influencia de un sector, el de las PBM, que explica que está formado por empresas tan grandes que “son demasiado grandes como para dejar que caigan”.
Esta farmacéutica cuenta que con la desaparición de las farmacias independientes se quedaría un mercado muy reducido. Cáceres cuenta que en los suburbios ya no hay farmacias pequeñas y de comunidad, todas son cadenas grandes.
Desde la organización Pharmaceutical Care Management Association, PCMA, que defiende los intereses de este sector, se está en desacuerdo con la idea de que haya menos farmacia. Greg Lopes, uno de sus voceros cuenta que a pesar de lo que dicen los farmacéuticos estos negocios tienen buena salid. “Hay más farmacias independientes en Nueva York que hace 10 años”.
Los cálculos que maneja esta organización apuntan a que se pasaron de 2,185 a 2,813 farmacias independientes en 2019 y aseguran que lo que quieren los independientes no es reducir el costo de los fármacos sino aumentar sus márgenes de beneficios. La PCMA argumenta si las PBM se debilitan con la ley que se va a reexaminar, “los costos de los fármacos subirán”.
Hay seis PBM que gestionan la mayoría del mercado nacional y solo una es independiente, el resto, incluida la más grande, CVS, están combinadas con aseguradoras y farmacias.
La National Community Pharmacists Association (NCPA), representa a los farmacéuticos de comunidades en todo el país ha apoyado la legislación y dice que lo hace en nombre de 2,367 farmacias independientes en Nueva York.
Aumentar los márgenes de beneficios es una tarea complicada para pequeños negocios que hacen frente a muchos costos de operaciones en una ciudad que no es barata. Sin beneficios, las empresas no funcionan. Cáceres, recuerda en su conversación que las farmacias están dando un servicio “pero si no hay unas ciertas ganancias vamos a tener que reducir horas, servicios y empleados”, lamenta.