Según científicos, las malas experiencias con la comida sí te pueden dejar traumatizado de por vida

“Una vez mordido, dos veces tímido”; quizá no recuerdes en qué momento empezaste a odiar cierta comida, puede deberse a una mala experiencia que activó un tipo de interruptor en tu cerebro

Algo en vivido en el pasado con un plato puede hacer que tu cerebro te haga rechazarlo aun cuando tienes hambre.

Algo en vivido en el pasado con un plato puede hacer que tu cerebro te haga rechazarlo aun cuando tienes hambre. Crédito: Shutterstock

Recuerdas que de niño comías felizmente algo de lo que ahora ni siquiera soportas oler y mucho menos la idea de probarlo, quizá tuviste una experiencia negativa con ese alimento. Según investigadores de la Universidad de Sussex, las experiencias negativas con la comida pueden activar un interruptor en el cerebro que hace que quieras volver a comer más de ello.

Los investigadores de Neurociencia en Reino Unido pudieron comprobar el cambio en el cerebro que sucede con la relación entre las experiencias traumáticas con la comida y cómo afectan los hábitos alimenticios. Realizaron estudios en caracoles, los cuales pese a ser amantes del azúcar dejaron de comerla aun teniendo hambre.

George Kemenes, profesor de neurociencia en la Universidad de Sussex señala que los caracoles nos brindan un modelo similar pero excepcionalmente básico de cómo funcionan los cerebros humanos.

Como a muchos otros animales y a los humanos, a los caracoles les gusta el azúcar y por lo general comienzan a alimentarse de él tan pronto como se les presenta. Pero los caracoles del estudio alteraron sus preferencias luego de un entrenamiento en el que se golpeaba suavemente su cabeza cuando aparecía el azúcar.

Las malas experiencias con la comida podrían inviertir la actividad de ciertas neuronas que intervienen con la alimentación. Foto: John Hain/Pixabay

La Dra. Ildiko Kemenes, quien dirigió la investigación, explica que hay una neurona en el cerebro del caracol que normalmente suprime el circuito de alimentación, se asegura de que el caracol no se coma todo ni nada. Pero cuando hay azúcar u otro estímulo alimenticio, esta neurona se inhibe para que pueda comenzar la alimentación.

Con el entrenamiento o mala experiencia vivida por los caracoles, la neurona que suprime la alimentación se excita y por ello ya no come el azúcar; en cambio, estos animales comían felizmente un trozo de pepino.

Se ha activado como una especie de interruptor en el cerebro. Cuando la neurona que se había alterado se eliminó por completo de los caracoles entrenados, volvieron a comer azúcar nuevamente.

El caso de los caracoles fue la experiencia con el azúcar, pero puede suceder con otro alimento el que se puede llegar a rechazar. Los investigadores creen que en un cerebro humano, podría estar ocurriendo un cambio similar al de los caracoles donde grupos particulares de neuronas invierten su actividad de acuerdo a una asociación negativa de un alimento en particular.

“En nuestra investigación, la experiencia negativa que tuvo el caracol con el azúcar podría compararse con comer un mal curry para llevar que luego nos aleja de ese plato en particular en el futuro”, dijo Kemenes.

Así que si dejaste de amar el queso, una golosina o guiso en particular, una experiencia desagradable puede estar detrás de todo esto. Puede ser que el cerebro recuerda indicarte que por tu bien, es mejor mantenerte alejado de ese alimento aún cuando tengas hambre, como el popular dicho, “una vez mordido, dos veces tímido”.

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