Cómo superar el miedo a las inyecciones

Por Jorge Ulises Corona, director asistente de Multimedios en el equipo de redes sociales en New York University (NYU)

El miedo a las inyecciones es muy común.

El miedo a las inyecciones es muy común. Crédito: Jorge Corona | Cortesía

Seré honesto: durante la mayoría de mis años vividos en este planeta he detestado las inyecciones. Detestado. Maldecido. Que me saquen sangre o que me pongan vacunas no me ha importado, yo solo sé que no me caen bien. Pero esto no fue nunca por desconfianza. Yo sé que no me ha dado rubéola, o tuberculosis, o en el caso más reciente, COVID-19 gracias al milagro de la ciencia bicentenaria que hace una vacuna posible a través de una inyección. Cuando lo hago, maldigo a las agujas que me quitan o me introducen líquidos en el cuerpo para esconder mi propia inseguridad ante ellas. Y es que ya sea la vacuna contra la gripe o la del tétanos, cualquier piquete de aguja inminente me provoca un pánico enorme. En el pasado me he mareado mucho, y en varias ocasiones hasta me he desmayado.

Cuento algo de este pánico en el video adjunto. Afortunadamente he podido identificar este miedo como una barrera a mi bienestar que quiero superar. Y como verá el lector, afortunadamente también trabajo en una universidad, la Universidad de Nueva York (NYU), donde tengo libre acceso a un listado de expertos de clase mundial.

En este caso consulté a Saribel García Quiñones, profesora asociada clínica en la escuela de enfermería Rory Meyers de NYU. Con gran paciencia hacia mi fobia y hacia mis bromitas nerviosas de cómo pudiera distraerme lo suficiente como para que alguien me vacunara sin desmayarme, la profesora Quiñones me contó de dónde viene mi reacción tan extrema a las vacunas. “Hay muchos pacientes como tú que se sienten extremadamente nerviosos al recibir una inyección,” me dijo. “Y aparte, una fobia puede producir una reacción muy extrema, como un síncope vasovagal que es lo que a ti te ocurrió”.

Según comparte la profesora Quiñones, hablar con tu proveedor de vacuna y pedir subir tus piernas al nivel de tu cabeza durante y hasta unos minutos después de la inyección puede ayudarnos a prevenir reacciones fuertes a los que somos vasovagales. La profesora también mencionó que las distracciones y algunas formas de terapia pueden también ser útiles.

Lo malo de una reacción llamada síncope vasovagal, aparte del mareo y/o desmayo, es el nombre. Sólo decirlo me marea un poquito, no porque me de miedo en sí, sino porque casi no cabe en boca. Inténtelo usted. Es mucho, ¿no? Pero lo bueno del síncope vasovagal es que, como me dice en el video la profesora Quiñones, hay manera de prevenir sus síntomas más fuertes. Diciéndome esto, la profesora Quiñones me ayudó a sentirme menos solo, pues no soy el único humano en el planeta que se marea con solo pensar en las inyecciones. No soy el único que se ha desmayado justo después de cualquier vacuna. Y ahora, con los consejos que aprendí en este viaje audiovisual, espero no ser el único en superar esa fobia a las inyecciones.

Por lo menos ya pude vacunarme contra el COVID-19. Y si gusta felicitarme, bienvenido, porque como verá en el video, me fue bastante bien.

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