Grasa en el hígado: 3 síntomas tempranos que es mejor NO ignorar

El hígado graso no alcohólico es una enfermedad peligrosa que a menudo no presenta síntomas, pero que puede desencadenar un cuadro de cirrosis con un desenlace fatal

Grasa en el hígado: 3 síntomas tempranos que es mejor NO ignorar

El hígado graso tiene un desarrollo en varias etapas que van deteriorando el órgano. Crédito: brgfx | Freepik

La grasa abdominal puede condicionar la presencia de células adiposas en diferentes órganos del cuerpo. La grasa en el hígado es una de sus manifestaciones más peligrosas a largo plazo porque puede desencadenar enfermedades hepáticas irreversibles como la cirrosis, aunque no se deba al consumo de alcohol. Estos son algunos síntomas tempranos del hígado graso no alcohólico que es mejor no ignorar.

“La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) no suele causar ningún daño, pero puede provocar un daño hepático grave, incluida la cirrosis si empeora”, explica el sistema de salud británico. ”Tener altos niveles de grasa en el hígado también se asocia con un mayor riesgo de problemas de salud graves, como diabetes, presión arterial alta y enfermedad renal”, añade.

Según la Clínica Mayo, este padecimiento que “es cada vez más común en todo el mundo”, no presenta señales previas hasta que la enfermedad ha avanzado tanto que puede desencadenar esteatohepatitis no alcohólica, que es una forma agresiva del hígado graso que inflama este órgano y produce insuficiencia hepática y cicatrización avanzada o cirrosis.

Sin embargo, algunas de las primeras señales visibles de la enfermedad son:

1. Palmas de las manos enrojecidas

2. Color amarillento en la piel

3. Tinte amarillo en los ojos (ictericia)

A estos síntomas pueden sumarse fatiga, dolor o molestia en el lado derecho del abdomen, bazo agrandado, hinchazón abdominal y vasos sanguíneos agrandados. Sin embargo, la única manera de comprobar la NAFLD es mediante pruebas de sangre o una ecografía abdominal.

Qué causa la NAFLD

La acumulación de grasa en el hígado se debe a diversos factores, que pueden diferir en cada caso. El sobrepeso o la obesidad, la resistencia a la insulina, los altos niveles de azúcar en la sangre o diabetes, triglicéridos elevados, el colesterol alto, el hipotiroidismo, el síndrome de ovario poliquístico y el síndrome metabólico, están entre los más comunes.

De acuerdo con las recomendaciones de la Clínica Mayo, la mejor manera de evitar que el hígado graso desencadene esteatohepatitis no alcohólica y posteriormente cirrosis, es mantener un estilo de vida saludable con un dieta basada en plantas, cereales integrales y grasas saludables, con el fin de mantener un peso corporal óptimo, y seguir una rutina de ejercicio.


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