Hispanos de NYC hablan de sus anhelos para 2023: “Ojalá que tengamos una mejor conducta ciudadana”

Además del predecible deseo de más seguridad y estabilidad económica, inmigrantes creen que los hispanos deben "aportar más", no solo exigir a las autoridades. El deseo por una reforma migratoria sigue vivo cuando se despide este año

La inmigrante peruana Carla González acentúa su esperanza en que será un "mejor año" , pero dependerá de la gente

La inmigrante peruana Carla González acentúa su esperanza en que será un "mejor año" , pero dependerá de la gente Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

Cuando se le pregunta a cualquier neoyorquino que reside en vecindarios de mayoría hispana sobre sus deseos sobre el nuevo año, la respuesta pareciera muy predecible: ¡Pero no!

Más allá de los evidentes anhelos de cambios en políticas públicas que impacten directamente en reducir la criminalidad y la inflación, o la demanda generalizada de más eficiencia y seguridad en servicios vitales como el Subway, muchos inmigrantes hispanos le están exigiendo a sus pares que “cambien de conducta y sean mejores ciudadanos”.

“El más grande deseo que podemos tener para 2023, las personas que solo queremos trabajar honestamente, es que nuestras comunidades hispanas cambien de mentalidad. Exigimos y exigimos, pero lamentablemente a veces no estamos a la altura para mejorar las cosas”, asevera Carla González, una comerciante peruana con 30 años residenciada en el Alto Manhattan.

El deseo de Carla se expresa en el cambio de actitudes muy sencillas: “No es posible que sean justamente nuestros vecindarios los más sucios, en donde la gente no saca la basura a la hora, en donde hay más escándalos por música a alto volumen. Es mi deseo que nuestras familias latinas sean el ejemplo de ciudadanía”.

El quisqueyano Antonio Cabrera: “Solo deseo que en el 2023 cambien todos los políticos que tenemos en la ciudad. (Foto: F. Martínez)

Otro deseo: !Cuiden a sus hijos!

Como  se deriva de muchos sondeos más serios de opinión, en diversos segmentos poblacionales, no es ninguna sorpresa que los temores por la criminalidad sea una de las emociones más claras, cuando se trata de describir los anhelos de los neoyorquinos.

En efecto, el 2022 cerró con una ola criminal angustiante, con un sistema de Subway con incidencias muy violentas y con tristes eventos de balas que alcanzaron a personas inocentes, solamente por estar en el lugar equivocado.

Sin embargo, hasta con este capítulo espinoso, de quienes residen en la Gran Manzana, hay miles de interpretaciones.

Por ejemplo, la ecuatoriana Cecilia Pazmiño, residente de Queens espera también que exista más mano dura con los delincuentes. Pero cree que lo más importante es que surja más responsabilidad a las familias de cómo crían a sus hijos.

“Cuando uno ve las noticias, uno se estremece que sean muchachos tan jóvenes, hasta niños que andan con armas. Yo para este 2023 le suplico a los padres latinos, que hagan más seguimiento a sus hijos. Si no mejoramos como comunidad, no habrá policía que valga”, opinó la inmigrante.

Sin embargo, en este sentido el dominicano Antonio Cabrera, tiene un deseo diferente: “Debemos cambiar a los políticos que no funcionan. Yo tengo 58 años viviendo aquí y no tengo recuerdos de una época con mandatarios y políticos en general tan inútiles. Los hampones terminan este año mandando en esta ciudad”.

El también isleño, Feliz Ventaso, clama para que en general, exista más amor entre las personas, porque lo que ha palpado es “que se ha multiplicado la maldad”.

“Le pedimos mucho a los gobiernos, tenemos la esperanza de que venga un hombre a cambiarlo todo. Y eso nunca será así. Depende de cómo nosotros cambiemos, desde el amor”, aseveró.

El dominicano Feliz Ventaso destaca que este año que termina se “multiplicó la maldad”, tiene la esperanza de que exista más amor entre las personas. (Foto: F. Martínez)

Que nos dejen trabajar

También en cualquier recorrido por localidades en donde la mayoría son hispanos, existe un deseo que se reduce a cuatro palabras: “Que nos dejen trabajar”.

La expresión es una voz constante y común, dentro alto volumen de inmigrantes dedicados a la economía informal o las ventas ambulantes, que observaron este año un aumento de las multas por parte de funcionarios de la Ciudad.

“No hay más licencias. Lo que hay es más policías sacándonos. Ojalá haya más compasión y corazón en este 2023, para que entiendan que solo queremos trabajar dignamente. Y esta es la única forma”, comentó María Salazar, una mexicana que vende churros en una estación del Subway en Manhattan.

Pero, como todo tiene su polo opuesto, en una ciudad tan poblada y diversa, la comerciante colombiana de Long Island City, Carmen Sarmiento, justamente desea que en los meses que están por venir, la Alcaldía “ponga más orden” a lo que califica como un “desorden” de ventas callejeras que “destruyen” a los emprendedores que generan empleos.

“Son seres humanos, pero imagínate en una ciudad como esta, que no se ponga orden y se permita que todo el que quiera poner un carro en la calle lo ponga. ¿En qué terminará Nueva York? En un desastre”, acotó.

El anhelo inmigrante

Al cerrar 2022, tampoco millones de inmigrantes, que incluso han visto crecer a sus hijos aquí, encontraron un camino para legalizar su estatus migratorio.

En concreto, más allá de la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los ciudadanos de algunos países, no hubo acuerdos en el Congreso para cumplir uno de los más grandes anhelos de 10 millones de indocumentados: Una reforma migratoria integral.

“Yo no pierdo las esperanzas. Tengo ya 15 años cerrando los ojos el 31 de diciembre para que me lleguen de alguna forma mis papeles. Y este año no fue la excepción. Mi deseo más profundo, es que haya justicia con miles de familias trabajadoras esenciales, que tienen hasta 30 y 40 años aquí. Y para ellos no hay ningún alivio”, sostuvo la poblana Virginia Campos, de 50 años, residente de Sunset Park en Brooklyn.

Sobre las siempre candentes “brasas” del tema migratorio, estos últimos meses la ciudad de Nueva York recibió en refugios y habilitó hoteles – albergues para más de 31,000 inmigrantes, el 90% suramericanos y caribeños, que cruzaron la frontera sur con México.

“Una vida normal”

La venezolana Clara Guillén, de 28 años, fue solo una de ellas: “Es muy duro recibir el año en un frío refugio por primera vez lejos de tu familia. Yo solo deseo que pueda rehacer mi vida aquí con trabajo y salir de este sitio. Ojalá que en el 2023 muchos de nosotros, podamos tener una vida más normal, en una casa, no en un hotel”.

En este sentido, también hay otros deseos. La mexicana Carmen Rivas, de 58 años, activista comunitaria de Sunset Park, no solo tiene la esperanza, “sino exige”, que si existen cambios en materia migratoria se de prioridad a un grupo en específico.

“Esperamos con ansiedad que en 2023, haya una luz de esperanza, para las familias indocumentadas. La lógica dice que quienes tenemos décadas aquí y tenemos una conducta ejemplar, hemos pagado taxes, debemos ser la prioridad. No es justo que personas recién llegadas, que además los contribuyentes le están pagando todo, estén de primeros en la lista, para recibir beneficios como permisos de trabajo”, concluyó.

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