Coaliciones venezolanas en NY alzan la voz contra los coyotes y la desinformación: “Ataquemos de raíz la crisis migratoria”
Líderes comunitarios de Venezuela reiteran que la narrativa de los traficantes humanos es el punto de partida para entender en gran parte, la crisis migratoria que enfrenta la Gran Manzana
El pasado mes de julio, a través de la red social whatsapp, el venezolano Rodolfo Castillo (de 28 años) recibió un mensaje en una ciudad fronteriza con Colombia en donde vivía. El texto que incluía una “oferta” para cambiar de vida decía: “Te llevamos al sueño americano. Por ser venezolano te dejan entrar. Al llegar tienes trabajo y apartamento”.
Uno de los “atractivos” que incluían los mensajes eran videos y fotografías de las autoridades de la Ciudad de Nueva York, recibiendo a grupos de inmigrantes con un paquete de comida cuando se bajaban de los autobuses.
En efecto, quienes le ofrecieron a Rodolfo “pasarlo” de México a Estados Unidos luego de cancelar la primera parte en dólares, producto de la venta de sus escasas pertenencias, cumplieron su oferta. Luego de una travesía angustiante y peligrosa se encuentra en la Gran Manzana.
Ahora, seis meses después, ha entendido que no existe ese “sueño americano” y las posibilidades que tiene de abandonar el refugio en donde vive en Queens, conseguir los papeles que le permitan trabajar legalmente y poder ayudar a la familia que dejó atrás son muy limitadas. Por lo menos a corto y mediano plazo.
En sus propias palabras, desde el primer minuto que arribó a Nueva York se encontró con una realidad que en nada se parece a la descrita por los coyotes y tampoco por las organizaciones que en Texas lo alentaron a venir a una ‘ciudad santuario’, bajo un paradigma: “Allá hay más ayuda”
“Nada es verdad. Los guías te mienten. Saben de tu desesperación por buscar una vida mejor, porque en mi país lo que hay es hambre, miseria y represión. Pero llegar aquí a un refugio estás expuesto a muchos riesgos. Hay gente peligrosa que te ofrece un camino feo”, comenta el joven para quien las reglas del albergue en donde vive, las califica como una “prisión con horarios de salida”.
Rodolfo es apenas uno de los 40 mil inmigrantes que llegaron a la Gran Manzana desde la pasada primavera luego de haber pasado la frontera sur con México, en el lapso en el cual la Administración Biden levantó el Título 42, una medida sanitaria que había prácticamente cerrado las fronteras bajo el argumento de los controles pandémicos.
“La mayoría vinimos a trabajar y progresar, pero lamentablemente se colaron también malas conductas. La gente que piensa que le tienen que pagar todo. Y otros malagradecidos que se quejan por todo”, dijo.
El testimonio de este venezolano, dibuja con colores muy reveladores, apenas uno de los lados más complicados que antecede a la crisis migratoria: las redes de tráfico humano dirigidas por los llamados coyotes pero que son llamados “guías” por la nueva migración venezolana.
Incluso el mismo Alcalde de la Ciudad de Nueva York, Eric Adams, quien sigue pidiendo auxilio financiero al gobierno federal ante este arribo de migrantes sin antecedentes, contó luego de visitar El Paso, en Texas, que había evidenciado en unas “páginas web” que los traficantes describían a una ciudad con “calles de oro, trabajo y casas para quien llegue”.
La variable del coyote
En realidad, las leyes locales que obligan a las autoridades a ofrecer refugios en el sistema de albergues han favorecido la falsa narrativa de los traficantes para persuadir a los inmigrantes, quienes en muchos casos interpretan que tendrán al llegar en la ‘capital del mundo’ viviendas estables y una oferta variada de trabajos.
El fundador de América Diversa, el venezolano Yonatan Matheus, una organización que ofrece soporte a personas del colectivo LGBTQ, que han migrado forzosamente a la ciudad de Nueva York, remarca que detrás de esta ola de desplazamientos humanos, impulsado por una terrible crisis humanitaria, sigue actuando la variable del crimen organizado que organiza “paquetes” para traer a personas y familias motivadas por el “espejismo” de la riqueza y las luces de la ‘capital del mundo’.
“Huyen de una pesadilla para encontrarse con otro infierno. En este 2023 siguen llegando personas que en realidad viven situaciones terribles. Pero que son además víctimas de la desinformación, los mitos y de los traficantes humanos, que los convencen de que llegarán a Nueva York o a Chicago a mejorar su vida de inmediato con programas asistencialistas. Y eso está muy lejos de ser verdad”, contó.
Por lo menos 72 hoteles han sido convertidos en refugios de emergencia en los cinco condados, sin contar con el sistema estable de ‘shelters’. Y este año el Alcalde ha repetido sin cesar que la Ciudad ya no cuenta con recursos para alojar a nadie más.
Pero ser recibidos en un refugio temporal es una experiencia que inicia con la esperanza de conseguir un trabajo e incorporarse a una “vida normal”. Un paso nada sencillo en la ciudad más cara de Estados Unidos, que está envuelta en su propia crisis sistémica de vivienda asequible.
El traficante va mutando
Matheus ha observado que detrás de cada plan de alivio migratorio o cambios de políticas en las fronteras las mafias de traficantes humanos se adaptan rápidamente y diseñan nuevas estrategias para engañar a sus víctimas.
De manera reciente, cuando se anunció el parole humanitario para los venezolanos que tengan algún patrocinante en Estados Unidos, de inmediato surgieron redes que ofrecían esos patrocinios por hasta $5,000.
Cuando el pasado 12 de octubre, el gobierno federal retomó el Título 42 para no admitir a inmigrantes en la frontera, los traficantes lo aprovecharon para poner un costo más elevado a sus servicios alentando a centenares de venezolanos que “sí se podía pasar”. Pero el proceso implicaba otros miles de dólares.
La fórmula que persiste en las mafias, que operan desde estados fronterizos entre Venezuela, Colombia Panamá y toda Sudamérica, es que mientras más complicadas estén las cosas en la frontera su “paquete” es más costoso.
“Lamentablemente muchos siguen llegando aquí movidos por información no verificada sobre lo que supuestamente es un lugar en donde el inmigrante llega y casi de manera inmediata tiene miles de beneficios. Como activistas debemos resaltar y gritarle al mundo de manera responsable que eso no es verdad. Hay un proceso de acogida, pero eso no significa que el inmigrante deba tener la expectativa de recibir beneficios de manera permanente a largo plazo”, destacó.
Sin embargo, el activista demanda que para que Nueva York pueda mejorar la respuesta a esta crisis para quienes ya están aquí, debe revisar sus planes de atención y especialmente escuchar a las organizaciones comunitarias que realmente conocen de cerca la realidad cultural de esta población.
Sin un consulado
En este cruce de historias de centenares de personas que vinieron a una “tierra prometida” inexistente, algunos -al transcurrir de los meses- muestran poco entusiasmo sobre su futuro.
Por ejemplo, otra venezolana, Mariana Guerrero, de 25 años, estaba embarazada cuando quedó atrapada en México el pasado mes de octubre por las trabas que surgieron para presentarse en los puestos fronterizos de Estados Unidos. En ese momento su “guía” (coyote) cambió las condiciones del “servicio” que le estaba ofreciendo.
“Una vez que llegamos a México y se conoció la noticia del cierre de la frontera me duplicó la cifra de lo que habíamos convenido, porque todo estaba más difícil. Afortunadamente me escapé de sus garras, pero vivo bajo amenazas con la familia que quedó atrás. Le quiero decir a mis paisanos (que) no se expongan a esos delincuentes. No es verdad nada de lo que te dicen”, comentó la joven que vive en un refugio en El Bronx.
En la peligrosa travesía, Mariana perdió todos sus documentos. Llegó al país con lo llevaba puesto. Y con su hijo en el vientre. Nada más. Y con el desafío adicional de demostrar quién era, cómo se llamaba, de dónde era, para poder seguir adelante con su “sueño”.
“Como aquí, no hay embajadores ni consulados de Venezuela, no nos pueden emitir ni siquiera una licencia consular basada en la foto que tengo en mi teléfono del pasaporte y mi identificación. Además de todo, no tenemos el apoyo de más nada. Es casi un milagro que me dejaran pasar”, confesó la suramericana.
Desde marzo del 2019, estos suramericanos constituyen los únicos hispanos de la ciudad de Nueva York que tienen cerrada por completo la puerta a una serie de trámites consulares, que entre otros aspectos, les impide la renovación o extensión de pasaportes, un soporte clave para que un extranjero pueda acreditar su nacionalidad e identidad.
Cuando Estados Unidos validó hace tres años al gobierno interino de Juan Guaidó desconociendo la presidencia de Nicolás Maduro, un grupo de funcionarios tomaron simbólicamente la sede del consulado en la Quinta Avenida de Manhattan. De allí en adelante, no ha surgido un solo servicio, ni alivio, para unos ciudadanos cuya presencia se duplicó durante el año pasado en la Gran Manzana. Sin contar toda el área triestatal.
“Somos huérfanos. Ni siquiera existe el acceso a una representación consular que oriente a los venezolanos, que ofrezca algunos servicios adicionales a unos recién llegados que corren muchos riesgos por estar desinformados ¡Es una tragedia!, describe Robert González, fundador de la organización Por Amor a Venezuela, desde hace más de 15 años.
Por ejemplo, el mes pasado el canciller ecuatoriano Juan Carlos Holguín visitó la ciudad de Nueva York, en donde se ha registrado también un incremento de la inmigración de personas de ese país suramericano, advirtiendo a sus nacionales que “no caigan en la trampa de los coyotes”.
De hecho, aseguró que su objetivo principal en los próximos meses es enfrentar por todos los medios estas mafias. En las últimas semanas han desmantelado a tres bandas, conformadas por 70 miembros.
En paralelo, los consulados de países como Nicaragua y Haití en donde el flujo de personas ha aumentado, también hacia la ciudad, mantienen operativos de orientación e identificación. Unas acciones que para los venezolanos, que significan el 90% de los nuevos migrantes, no existen.
Nadie habla de los coyotes
Pero como coinciden activistas venezolanos, en ese país tampoco el régimen de Nicolás Maduro, ni los líderes de oposición, hacen alguna referencia a este tema. Mucho menos existen estrategias internas que traten de frenar la acción criminal de los traficantes humanos.
“En Venezuela existe un círculo vicioso que alimenta la acción de los coyotes. Más bien existe la certeza que el mismo régimen los ampara de alguna forma. Vivimos esta calamidad de desplazamientos forzados que llevan a miles a un abismo. Y en ningún sitio, ni aquí ni allá, se está hablando lo suficiente de las razones de fondo que causan esta calamidad que expulsa a venezolanos. En muchos casos, llegan aquí a una realidad que podría ser peor”, remarca González.
El activista cuenta que tras el proceso de migración en la búsqueda del “sueño americano”, gran parte de sus connacionales, especialmente quienes llegaron desde 2022, vinieron “guiados” por grupos criminales, que por sus propios intereses, les describieron un panorama muy sencillo.
“Al llegar se enteran que hay un sistema que ciertamente les ofrece un refugio. Pero hasta allí. No más que eso. Las posibilidades de obtener un permiso de trabajo son mínimas, para la mayoría. E incluso la posibilidad de solicitar formalmente el asilo”, destacó.
Entre las falsas creencias que González ha observado es sus paisanos, es que por ejemplo muchos piensan que la identificación de la Ciudad de Nueva York (ID NYC) le da cierto estatus, que al hacer los cursos de seguridad para trabajar en construcción (OSHA) es un equivalente a un permiso de trabajo.
En ciertos casos, muchos piensan que solo por haberse entregado a las autoridades fronterizas y ser liberados, ya tienen un asilo político aprobado. O por lo menos solicitado.
Una ola venezolana:
- 150.000 venezolanos lograron ingresar a territorio estadounidense a través de la frontera con México durante el año fiscal 2022 un aumento de 293% con respecto al año anterior.
- 28,000 de personas de diferentes nacionalidades, mayoritariamente de Venezuela, se encuentran actualmente en refugios de la Gran Manzana, lo cual significa la mayor cantidad de inmigrantes alojados en ‘shelters’ en la historia de esta ciudad.(Este dato es extraoficial)