Muerte del sueño americano
Según la alcaldía van más de 90 mil refugiados enviados desde estados fronterizos como Texas o Arizona
Nos preguntamos: ¿murió el sueño americano? La verdad es que, si usted amigo lector recorre las calles vecinas al Roosevelt hotel de Manhattan, estaría de acuerdo en que así es, por ver personas durmiendo en las aceras en pleno corazón de la capital del mundo.
Es impresionante ese declive al notar que hay jóvenes hombres que ni siquiera pueden utilizar un baño, por temor a perder su posición, afuera del refugio para solicitantes de asilo que adecuó el alcalde Eric Adams.
Y esa imagen no les hace ningún bien a los negocios de la Gran Manzana.
Inicialmente se trataba de proveerles un techo seguro y orientarlos sobre su proceso, pero como no hay cama para tanta gente, el espacio se agotó y tampoco hay recursos para atender a todos, pues otros condados los rechazan, aunque quizás sean la fuerza laboral que dicen no encuentran para los negocios locales.
Según la alcaldía van más de 90 mil refugiados enviados desde estados fronterizos como Texas o Arizona, donde alegan que, como no son santuarios para inmigrantes, no tienen como mantenerlos.
Y escuchábamos esta semana en algunos medios periodísticos, donde analizaban que quizás el gobierno de Joe Biden no está acelerando los permisos de trabajo, como lo piden la gobernadora Kathy Hochul y el alcalde Adams, para enviar un mensaje a quienes todavía piensan cruzar la selva y Centroamérica pensando que los espera su sueño americano.
Como la situación ya se salió de control, no hay donde acomodar a los casi 500 indocumentados que llegan diariamente a New York, y por eso los vemos tirados en la calle a la espera de ser atendidos para que les expliquen que el futuro no es como lo soñaban y que deben continuar su camino en una tierra que no conocen y tampoco entienden el idioma.
Con esas imágenes, quizás el gobierno federal espera desincentivar la llegada de más personas, que presionan el sistema de albergues que ya no da más.
Y nos parece correcta la orden del alcalde Adams de otorgar solamente 60 días a los solteros para permanecer en los albergues, como tiempo suficiente para que encuentren la manera de resolver cómo continuarán su lucha y encuentran un trabajo, algo difícil sin el permiso; además de un sitio donde estar mientras esperan su cita con un juez de inmigración, que luego decidirá si le otorga el status legal como asilado, que es otro camino difícil de recorrer.
Como vemos esas condiciones son tan difíciles para ellos como para las autoridades y esperamos que pronto puedan decir que no ha muerto el sueño americano, ¡que viva el sueño americano!
La autora, Sofía Villa, escribe esta columna a título personal y sus opiniones no representan a Televisa-Univision donde trabaja como Writer /Producer.