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Resiliencia, orgullo y la lucha continua por la justicia 

El Mes de la Herencia Hispana celebra la fortaleza de nuestras comunidades. Pero celebrar no puede significar darle la espalda a la realidad

Al honrar el Mes de la Herencia Hispana, reconozcamos tanto nuestra alegría como  nuestra lucha.

Al honrar el Mes de la Herencia Hispana, reconozcamos tanto nuestra alegría como  nuestra lucha.  Crédito: Shutterstock

 “No se puede tapar el sol con un dedo”. Al conmemorar el Mes de la Herencia Hispana en  la Ciudad de Nueva York, este dicho común refleja la realidad que enfrentan hoy muchas  de nuestras comunidades. Demasiados de nuestros vecinos continúan sufriendo  discriminación, acoso y un trato injusto. Estas injusticias no son conceptos abstractos:  son problemas reales que afectan a los neoyorquinos en la escuela, en el trabajo y en el  hogar. 

Sé que el Mes de la Herencia Hispana es un momento para celebrar las culturas,  creatividad y fortaleza de nuestras comunidades. Hemos contribuido a la música, la  gastronomía, las tradiciones y sector laboral que han dado forma a esta ciudad por  generaciones. Somos empresarios e innovadores, agentes de la ley y socorristas, artistas y  maestros, servidores públicos y líderes comunitarios. Desde la organización de proyectos  y eventos locales hasta la dirección de instituciones culturales y políticas, nuestras  contribuciones enriquecen cada vecindario. Desde Puerto Rico, México, Colombia,  Venezuela, El Salvador, Ecuador, Perú, la República Dominicana y muchos otros orígenes,  hacemos Nueva York una ciudad más fuerte y hermosa cada día. 

Pero celebrar no puede significar darle la espalda a la realidad. Las familias siguen  viviendo con miedo al acoso o la exclusión. Los trabajadores aún enfrentan  discriminación, y los inquilinos todavía experimentan prejuicios en la vivienda. Los niños  aún escuchan palabras de odio dirigidas a sus familias y se preguntan si realmente  pertenecen aquí. Los prejuicios y el acoso pueden presentarse de manera sutil, como el  trato injusto de un supervisor o el comentario de un maestro, o de manera más evidente,  como amenazas o intimidaciones. Estos daños se sienten en todos los vecindarios,  afectando la sensación de seguridad y pertenencia que cada neoyorquino merece, y no  pueden ser ignorados. 

Por eso existe la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Nueva York. Nuestro  trabajo es claro: proteger a los neoyorquinos de la discriminación, el acoso y los prejuicios  en la vivienda, el empleo y los espacios públicos. Investigamos denuncias, hacemos que  las personas rindan cuentas cuando violan la ley y aplicamos una de las leyes de derechos  humanos más fuerte del país. 

La aplicación de la ley es solo una parte de nuestro trabajo. Colaboramos con escuelas,  organizaciones comunitarias, casas de culto y otras agencias gubernamentales para  asegurar que las personas conozcan sus derechos y sepan cómo ejercerlos. Brindamos educación y capacitación, conectamos a los neoyorquinos con recursos y nos aseguramos  de que el idioma nunca sea una barrera para la protección. A través de talleres  comunitarios, eventos y servicios multilingües, trabajamos para que cada vecindario sea  un lugar donde las familias se sientan seguras, respaldadas y empoderadas. Durante mi  gestión como Comisionada, hemos ayudado a incontables neoyorquinos a resolver  conflictos, hacer valer sus derechos y reconstruir la confianza en sus comunidades. 

Al honrar el Mes de la Herencia Hispana, reconozcamos tanto nuestra alegría como  nuestra lucha. Celebrar no significa ignorar las dificultades que enfrentamos; significa  insistir en el orgullo, la dignidad y el respeto incluso frente a la adversidad. Significa  recordar nuestra historia, reconocer nuestro presente y trabajar juntos por un futuro en el  que cada neoyorquino hispano pueda prosperar. 

“No se puede tapar el sol con un dedo.” Los desafíos que enfrentan nuestras comunidades  compartidas son reales y no pueden ignorarse. Pero tampoco pueden ignorarse nuestra  fortaleza, nuestras contribuciones ni nuestros derechos. Cada día, los neoyorquinos  hispanos demuestran determinación y dedicación para construir una ciudad donde todos  pertenezcan. 

La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Nueva York está aquí para ustedes.  Estamos comprometidos a proteger a cada neoyorquino, enfrentar el odio y garantizar que  nuestras comunidades reciban un trato justo. Nuestra presencia no puede ser negada, y nuestras voces no serán silenciadas.

Annabel Palma es la presidenta y comisionada de la Oficina de Derechos Humanos de la  Ciudad de Nueva York 

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Mes de la Herencia Hispana
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