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Mes de la Herencia Hispana: de las piscinas olímpicas a los quirófanos, la inspiradora trayectoria de la Dra. Valeria Silva

De nadadora olímpica peruana a primera laringóloga del Memorial Sloan Kettering, la Dra. Silva ejemplifica dedicación y excelencia

Dra. Valeria Silva

Fue gracias a la natación que la Dra. Valeria Silva descubrió su otra gran pasión: la laringología. Crédito: Memorial Sloan Kettering | Cortesía

La historia de la Dra. Valeria Silva es un testimonio poderoso de cómo la disciplina deportiva puede forjar el carácter necesario para triunfar en los campos más exigentes de la medicina.

Nacida en una familia de atletas olímpicos en Lima, Perú, Silva llevó la antorcha del legado deportivo familiar hasta las Olimpiadas de Atenas 2004 y Beijing 2008, antes de convertirse en la primera laringóloga del prestigioso Memorial Sloan Kettering Cancer Center en Nueva York.

Un legado de excelencia deportiva

Crecer en una familia donde el deporte era parte del ADN marcó profundamente a Valeria. Su madre compitió en las Olimpiadas de Montreal, su padre jugó voleibol para la selección nacional peruana, y sus hermanos fueron tenistas. “Mis papás siempre nos alentaron a practicar algún deporte, no necesariamente competitivamente, pero sí hacer algo, algún deporte por la disciplina y el esfuerzo que eso implica, también trabajo en equipo y por los valores que te da el deporte”, recuerda la doctora.

Valeria Silva creció en el seno de una familia en donde el deporte es parte de su ADN y la natación se convirtió en uno de sus primeros amores. (Foto: Cortesía/Valeria Silva)

A los 5 años, lo que comenzó como clases de natación para aprender a sobrevivir en el agua se convirtió en una pasión que definiría gran parte de su juventud. “A mí me encantó. Aprendí a nadar, me encantó el agua, me encantó moverme lo más rápido posible a través del agua y tratar de mejorar mi estilo”, explica Silva sobre sus inicios.

El punto de inflexión llegó a los 11 años, cuando participó en la Copa Pacífico de 1997. Ese campeonato, donde batió su primer récord nacional en su categoría, le reveló su verdadero potencial. Fue entonces cuando comprendió que podía alcanzar metas mayores en la natación, una disciplina que la llevaría a representar a Perú en campeonatos sudamericanos, mundiales y, finalmente, en 2 Juegos Olímpicos.

Momentos olímpicos inolvidables

Atenas 2004 y Beijing 2008 representan capítulos igualmente significativos en la vida de Silva, cada uno con su propio valor emocional y deportivo. En Atenas, fue la única mujer del equipo peruano de natación, una experiencia que describe como “increíble”, especialmente porque sus padres pudieron acompañarla para verla competir en el mayor evento deportivo del mundo.

Beijing 2008 tuvo un sabor agridulce. Aunque batió un récord nacional y nadó más rápido que nunca en el escenario más importante, sus padres no pudieron asistir. “Estuve feliz de haber hecho mi mejor tiempo en el campeonato más importante que existe”, recuerda, aunque reconoce que también fue triste porque sabía que esa sería su última competencia como nadadora profesional.

Silva tuvo la oportunidad de representar a su país en 2 justas olímpicas. (Foto: Cortesía/Valeria Silva)

La transición a la medicina

Mientras competía al más alto nivel, Silva ya estaba sembrando las semillas de su futuro profesional. Con una beca deportiva en la Universidad de Michigan, cursó el programa de premedicina mientras entrenaba, eligiendo como especialización el cerebro y comportamiento de la ciencia cognitiva.

La decisión de retirarse de la natación después de Beijing fue estratégica: había sido aceptada en la Escuela de Medicina de la Universidad de Columbia en Nueva York.

“Toda mi vida había estudiado y nadaba al mismo tiempo”, reflexiona sobre ese período de transición. El cambio más significativo no fue mudarse a una megaurbe como Nueva York —Lima también es una ciudad grande, señala— sino dejar de ser “Valeria, la nadadora” para convertirse en “Valeria la, estudiante de medicina”.

Encontrando su vocación en la laringología

Aunque inicialmente consideró la medicina deportiva como una extensión natural de su experiencia atlética, Silva descubrió su verdadera pasión durante una rotación en otorrinolaringología. “Me encantó”, recuerda con entusiasmo. Tras 5 años de residencia, se especializó en laringología, un subcampo que trata problemas de voz, deglución y vía respiratoria.

“Es una carrera que me da muchas satisfacciones. Ayuda a la gente a poder hacer sus funciones, o digamos cumplir con sus funciones vitales de hablar, de comer, poder beber sin atorarse, sin problemas y es muy gratificante”, explica sobre su elección profesional.

En 2018, Silva hizo historia al convertirse en la primera laringóloga del Memorial Sloan Kettering, uno de los centros oncológicos más prestigiosos del mundo. Su llegada significó que los pacientes del hospital ya no necesitaban ser referidos a otras instituciones para recibir atención laringológica especializada.

La Dra. Silva se siente muy orgullosa y sobre todo, comprometida, de su labor como médico hispana en el Memorial Sloan Kettering. (Foto: Cortesía/Memorial Sloan Kettering)

Orgullo hispano y legado cultural

Durante el Mes de la Herencia Hispana, Silva reflexiona sobre su identidad con orgullo. En una ciudad tan multicultural como Nueva York, valora profundamente poder conectarse con pacientes hispanos en su propio idioma. “Hace la diferencia hablar el mismo idioma que un paciente”, afirma, reconociendo que esta conexión va más allá de las palabras y toca aspectos culturales compartidos.

Su mensaje para los jóvenes hispanos que sueñan con alcanzar metas en disciplinas exigentes es claro y directo: con metas claras, esfuerzo y disciplina es posible abrirse camino y cumplir los objetivos propuestos. “El camino no es fácil, pero evidentemente es posible y da muchas satisfacciones”, aconseja.

Mirando hacia el futuro

Las metas de la Dra. Silva siguen siendo ambiciosas, pero enfocadas: continuar ofreciendo el mejor servicio laringológico posible, mantenerse actualizada con las últimas tecnologías y técnicas, y seguir aprendiendo, porque como ella misma reconoce, en la vida de un doctor nunca se deja de aprender.

Cuando se le pregunta qué consejo le daría a su yo adolescente, su respuesta refleja la satisfacción de quien ha recorrido un camino extraordinario: le diría que lo está haciendo bien y que continúe poniendo el mismo esfuerzo, porque las metas y los objetivos se van a lograr.

La historia de la Dra. Valeria Silva demuestra que los valores aprendidos en el deporte —disciplina, perseverancia, trabajo en equipo— son transferibles a cualquier campo profesional. Desde las piscinas de Lima hasta los quirófanos de uno de los mejores hospitales oncológicos del mundo, su trayectoria es un faro de inspiración para toda la comunidad hispana.

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