Insectos en el espacio: Agencia Espacial Europea evalúa si grillos y gusanos podrían alimentar a los astronautas del futuro
La ESA estudia si grillos y gusanos de la harina podrían alimentar a astronautas en futuras misiones espaciales de larga duración
Los insectos aportan varios nutrientes. Crédito: Shutterstock
Durante décadas, los insectos han sido vistos como una rareza culinaria en gran parte del mundo occidental. Pero, mientras en la Tierra su consumo gana terreno por su sostenibilidad, en el espacio podrían tener todavía más protagonismo.
La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) estudia si especies como los grillos y los gusanos de la harina podrían convertirse en una fuente real y sostenible de alimento para quienes vivan y trabajen lejos de nuestro planeta.
De rareza gastronómica a posible recurso esencial en órbita
Mucho antes de que los primeros astronautas alcanzaran la órbita terrestre, los insectos ya habían viajado al espacio. En los primeros vuelos suborbitales, diversas especies demostraron una sorprendente resistencia a condiciones extremas, lo que despertó el interés científico por comprender hasta qué punto podrían prosperar en entornos extraterrestres.
Hoy, con las misiones de larga duración en el horizonte, incluyendo posibles bases en la Luna o Marte, la ESA considera a los grillos y a los gusanos de la harina como candidatos para futuros sistemas alimentarios cerrados. Su atractivo es evidente: alto valor nutricional, bajo consumo de recursos y capacidad para transformar desechos en biomasa aprovechable.
Un recurso alimentario eficiente y sostenible
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) asegura que más de 2,000 especies de insectos forman parte habitual de la dieta de miles de millones de personas. Su perfil nutricional es difícil de ignorar: son ricos en proteínas de alta calidad, hierro, zinc y grasas saludables. Además, requieren menos agua, espacio y alimento para crecer en comparación con el ganado tradicional.
Estas características resultan críticas para el espacio, donde cada recurso debe ser optimizado al máximo. En estaciones espaciales o futuras colonias, la producción de alimentos tendrá que adaptarse a entornos cerrados y limitados. Los insectos encajan de forma natural en ese modelo.
Décadas de experimentos en microgravedad
Los experimentos con insectos en el espacio tienen una larga historia. Desde vuelos de prueba hasta programas en estaciones orbitales, los resultados han sido variados: algunas especies lograron completar etapas clave de su ciclo vital en microgravedad, mientras que otras mostraron cambios en su desarrollo o comportamiento. Esta diversidad ha permitido detectar qué procesos biológicos se mantienen estables fuera de la Tierra y cuáles requieren condiciones especiales para funcionar correctamente.
Actualmente, la ESA busca ir más allá con investigaciones prolongadas que permitan entender con precisión cómo se desarrollan estas especies en períodos extendidos de microgravedad y exposición a la radiación.
Grillos y gusanos de la harina: los candidatos principales
En Europa se analizan 2 especies en particular:
1) Grillo común (Acheta domesticus)
2) Gusano de la harina (Tenebrio molitor)
Los equipos científicos estudian su capacidad para reciclar nutrientes y generar proteína en sistemas controlados. El objetivo es definir los requerimientos biológicos y técnicos necesarios para producirlos a escala dentro de misiones espaciales de larga duración.
Hasta ahora, gran parte de los experimentos históricos fueron demasiado breves para completar ciclos vitales completos, y las metodologías empleadas dificultan la comparación entre estudios. Por ello, la ESA está impulsando proyectos más sistemáticos que midan con detalle los efectos de la microgravedad en la reproducción, el crecimiento y el comportamiento.
La experiencia de la NASA con la mosca de la fruta
La mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), estudiada extensamente por la NASA, es uno de los modelos biológicos más importantes del espacio. Comparte una proporción notable de genes con los humanos, lo que la convierte en un organismo ideal para investigar procesos fisiológicos y efectos ambientales.
En la Estación Espacial Internacional (EEI), el programa Fruit Fly Lab analiza su desarrollo, congela muestras para estudios en tierra y permite distinguir los efectos de la microgravedad de los de la gravedad artificial mediante centrifugación. Estos resultados sirven como base para comprender cómo podrían comportarse otras especies de insectos destinados a producción alimentaria.
¿Comer insectos en el espacio? Una posibilidad cada vez más real
Aunque la idea de comer insectos en órbita suena futurista, su uso alimentario aún es una línea de investigación. Antes de que se conviertan en parte del menú de los astronautas, los científicos deben confirmar su viabilidad a largo plazo y definir cómo procesar la biomasa resultante para obtener productos seguros, nutritivos y aceptables al paladar.
Los avances actuales apuntan a que los insectos podrían jugar un papel clave en los sistemas alimentarios del futuro espacial. Su eficiencia, resistencia y bajo impacto los posicionan como candidatos prometedores para apoyar la vida humana más allá de la Tierra.
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