La histórica visita del Papa Francisco a Auschwitz
Prisioneros de Auschwitz y asociaciones judías se unieron al Pontífice contra el odio
Cracovia – Supervivientes del campo nazi de concentración de Auschwitz-Birkenau y organizaciones judías aplaudieron hoy la visita del Papa Francisco a la “antigua fábrica de la muerte” que levantó el régimen hitleriano en suelo polaco y subrayaron la necesidad de luchar contra el odio y la intolerancia.
“He experimentado mucho dolor aquí y no quiero que vuelva a ocurrir algo como lo que viví”, explicó Walentyna Nikodemo, parte del grupo de exprisioneros polacos, judíos y gitanos que se encontraron hoy con el Papa en el patio del Bloque 11, llamado el Bloque de la Muerte, de este inmenso cementerio.
Los supervivientes, según explicaron a los medios que asistieron a la visita, pidieron a Francisco que “rece por la paz y para que una tragedia así nunca vuelva a repetirse”.
El alemán Peter Rauch, gitano que perdió a 38 miembros de su familia en Auschwitz, fue otro de los exprisioneros que pudieron encontrarse con Francisco, a quien animó a trabajar “para acabar con el racismo en el mundo”.
“Hay personas que todavía nos tratan como extraños y creo que ni siquiera el Santo Padre puede cambiar eso, aunque me gustaría que al menos lo intente”, añadió.
Las organizaciones judías también elogiaron la visita del Papa al antiguo campo de concentración y desde el Congreso Mundial Judío se destacó este gesto como “una clara señal” contra el odio y un apoyo “inequívoco” del líder de la Iglesia católica, “uno de los aliados más cercanos del pueblo judío hoy en la lucha contra el antisemitismo y la intolerancia”.
El presidente de esta organización, Ronald Lauder, calificó de “histórica” la visita de Francisco “al mayor cementerio judío del mundo”.
Sin decir una palabra, Francisco recorrió en un coche eléctrico las calles entre barracones de ladrillos del campo, donde sólo un pequeño grupo de medios de comunicación y una delegación vaticana pudo seguir la visita a Auschwitz.
Su primera parada fue frente al patio donde se llamaba a los condenados a muerte y donde el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe ofreció su vida a cambio de la de un padre de familia que iba a ser asesinado.
Francisco se sentó en un banco y permaneció con los ojos cerrados y en profundo recogimiento durante algunos minutos y, acto seguido, besó y acarició uno de los postes de madera que servían para las ejecuciones.
En unas declaraciones a Efe, el historiador polaco Mateusz Szpytma, director de un museo dedicado a los polacos que ayudaron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial, subrayó la importancia de recordar que en Auschwitz no sólo perdieron la vida judíos, que hubo víctimas de muy diversas nacionalidades, entre ellos muchos polacos, y que también se asesinó a religiosos católicos.
Durante su recorrido silencioso por Auschwitz-Birkenau, Francisco se detuvo para conocer las historias de quienes ayudaron a los judíos y han sido reconocidos por ello como “Justos de las Naciones” por el Yad Vashem, el museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén.
Para Szpytma, la visita de Francisco es también relevante para Polonia porque supone un reconocimiento a aquellos compatriotas que arriesgaron su vida para salvar a judíos de la persecución nazi.
“Polonia es el país que más Justos entre las Naciones tiene reconocidos (6,532), ya que hubo muchos polacos que, a pesar del riesgo de morir, salvaron a muchos judíos o intentaron hacerlo, como es el caso de la familia Ulma”, explicó a Efe.
Szpytma es el director del museo de Markowa (sureste de Polonia), dedicado a esa familia: sus ocho miembros fueron asesinados por los nazis en 1944 por intentar socorrer a un grupo de judíos y se encuentran entre los Justos entre las Naciones.
La madre, Wiktoria, estaba embarazada de siete meses cuando recibió un tiro en la nuca y su cuerpo fue posteriormente quemado para eliminar evidencias del crimen, junto con el de su marido, Jozef, y el resto de la familia.
“Se trata del primer museo de Polonia que recuerda a estos polacos que ayudaron a judíos durante la II Guerra Mundial”, señaló Szpytma para recordar que, gracias a esas personas, entre 30,000 y 40,000 polacos de religión hebrea lograron escapar de la persecución nazi.
Hoy estuvo en Auschwitz-Bierkenau el sacerdote de Markowa Stalisnaw Ruszala en representación de la familia Ulma, que pronto será beatificada por la Iglesia.
Nacho Temiño