La Estatua de la Libertad inaugura museo con la antorcha original como gran atractivo

Como tantas otras cosas en Nueva York, la visita a la Estatua de la Libertad cambió después del 9/11. Hasta entonces un solo ticket daba acceso al ferry y, una vez en la isla, cada uno se las arreglaba como podía para acceder a la base del monumento o, los más pacientes, para subir a la corona tras horas de colas.

El análisis de seguridad posterior a los atentados de 2001 obligó a controlar los accesos. Ahora suben un máximo de 500 personas a la corona y acceden a la base –en la que se encontraba el museo– sólo el 20% de los visitantes a la isla, que en un domingo de verano llegan a 25 mil personas. La mayoría simplemente pasean alrededor del perímetro sin acercarse a menos de 40 metros de Lady Liberty.

El nuevo Museo de la Estatua de Libertad que se inaugura este jueves pretende convertirse en parte fundamental de la visita para todos los que lleguen a la isla. El edificio de 26 mil pies cuadrados, situado en el extremo contrario al monumento, incluye tres galerías con diferentes exposiciones en las que destaca la antorcha original, de cobre y cristal, que fue sustituida por una totalmente metálica en 1986 tras cien años enfrentando el clima de la bahía de Nueva York a 305 pies de altura.

“La estatua es un símbolo, uno de los monumentos más conocidos del planeta, quizá el que más”, apunta Nicholas Garrison, arquitecto encargado del nuevo edificio que alberga el museo. “Por ello sentimos una gran responsabilidad de hacer algo excelente”.

“La idea principal es que queríamos ampliar la experiencia. Veíamos que había gente que llegaba a la isla y besaba el piso, pero luego se frustraban con las esperas. Queríamos cambiar esa sensación, lograr que la gente se sienta bien, crear algo más grande”, explica Garrison.

El nuevo museo fue encargado por la Fundación Statue of Liberty – Ellis Island, que se financia sólo con donaciones privadas y de empresas, sin recibir dinero público. El costo del proyecto, que además incluye mejoras en todos los jardines de la isla, un nuevo edificio para seguridad y costo de mantenimiento para los próximos 5 años, ascendió a $100 millones de dólares.

El granito del exterior del museo se trajo de la misma cantera de New Haven, Connecticut, de la que se extrajo la piedra para el inmenso pedestal de la estatua al final del siglo XIX. También se utilizaron elementos de cobre y bronce como en el propio monumento.

El exterior del museo incluye una amplia escalinata que da acceso a una terraza con inmejorables vistas de la propia estatua y del downtown de Manhattan.

El interior se divide en tres áreas:

1. Sala de proyecciones: divida en tres espacios con una gran pantalla en cada uno, se proyectan un video de 10 minutos que recoge la historia de la Estatua de la Libertad, desde su concepción por Frédéric-Auguste Bartholdi en un extenso viaje del escultor por todo Estados Unidos, hasta el significado del monumento a día de hoy, pasando por su construcción en París y traslado en barco para su inauguración en 1886 en su ubicación actual.
2. Una exposición que detalla el proceso de construcción de la estatua en el taller de Bartholdi, la historia detrás de su diseño, el ideal de “libertad” que inspiró el proyecto –no entendido por todos de igual manera en aquel momento– y el papel de este símbolo en el mundo.
3. Una galería interactiva donde los visitantes pueden compartir lo que han experimentado en la visita y tomarse un selfie que formará parte de la colección digital del museo. Al fondo, la antorcha original preside una sala de paredes de cristal con vistas al monumento y a Manhattan.

“Es una estatua de la libertad que, teniendo al lado la isla de Ellis a la que llegaban los inmigrantes, pronto se convirtió en una estatua de la inmigración”, apunta Garrison. “Tiene esos dos mensajes que son muy importantes”.

Mira un video del museo dos días antes de su inauguración: