Editorial: Un presidente hipócrita
Los republicanos no quieren incomodar a su base
La interpretación oficial del presidente Donald Trump sobre el motivo de las masacres en El Paso y Dayton está llena de hipocresía. Está en lo correcto al incluir en su condena al supremacismo blanco y admitir la necesidad de mejorar la atención en el área de la salud mental.
Pero él mismo es quien alienta a los supremacistas y sabotea la salud mental.
Las armas de fuego indudablemente son el elemento común y clave de las matanzas. Sin el acceso fácil a un armamento de guerra, las frustraciones y enojos de los dos asesinos no habrían tenido el terrible saldo de muertes que tuvieron.
Los republicanos no se atreven a incomodar a una base política que reverencia las armas y atacar a la Asociación Nacional del Rifle. En cambio, culpan a los juegos de video, los foros de Internet y a los enfermos mentales.
Es imposible ignorar el móvil racista del asesino de Texas que eligió un sitio frecuentado por mexicanos, inmigrantes y latinos para matar a quienes él cree invaden el país y des
truyen la cultura anglosajona. Está muy bien que Trump, aunque estaba leyendo algo escrito por otro, condenara el supremacismo blanco al que suscribe el sospechoso.
Pero esa lectura fue solo lo mínimo que se esperaba del Presidente en esta situación. Lo lamentable es que a esta altura suena como una burla. Las quejas contra las minorías y los extranjeros constituyen el pilar del discurso del mandatario. Muchos de sus adeptos son abiertamente racistas. Hay un sector de esta juventud blanca que se siente víctima de los cambios a su alrededor y Trump, lejos de proveerles una esperanza con un mensaje positivo, justifica su resentimiento contra los otros.
Además del respaldo a la frustración racista, Trump recortó programas y fondos dest inados para combatir el terrorismo doméstico de los supremacistas. El énfasis contra el terrorismo islámico desarmó a las autoridades federales de los elementos necesarios para contrarrestar la verdadera amenaza terrorista que más mata estadounidenses, como en El Paso.
Algo similar sucede con el tema de la sanidad mental. La Casa Blanca hace todos los esfuerzos para diluir la cobertura de salud mental que está entre los 10 beneficios básicos de la Ley de Seguro Médico. En cambio, promueven planes que excluyen esta atención. Luego se lamenta del problema.
Hay un estigma general sobre la salud mental, que se agudiza al identificar a quien requiere ayuda como un individuo peligroso, cuando la inmensa mayoría no lo es. Es necesario normalizar la atención a la salud mental como la de cualquier otro tipo. .
Las palabras sin hechos son vacías. Pero cuando reflejan un sentimiento contrario a los hechos, sin presentar opciones concretas para corregir, son el peor tipo de hipocresía. La que garantiza que todo sigue igual.•