Nos han excluido
Esta aparentemente interminable pandemia ha sido dura para todos nosotros, pero ha sido especialmente difícil para los trabajadores de primera línea, el personal de apoyo que ha arriesgado su salud, —y en algunos casos su vida— para cuidar de aquellos que no pueden cuidarse a sí mismos.
Hemos trabajado en nuestros empleos en la Universidad de Columbia en persona durante la pandemia de COVID-19, a pesar de que a menudo el centro médico que nos emplea nos ignora y nos ha faltado el respeto.
El último ejemplo de mala fe por parte de la gerencia es la decisión de la Universidad de excluir a unos 1,600 miembros de nuestro sindicato, 1199SEIU —técnicos, investigadores, asistentes dentales, dietistas y cuidadores de animales —que trabajan en el campus de Morningside o en el Irving Medical Center de un bono por el cuidado infantil de $3,000 que le ofrecieron a los gerentes y trabajadores no sindicalizados.
Queda claro en la oferta de Columbia sobre quién es elegible y quién no: “Oficiales de tiempo completo (instrucción, investigación, incluidos postdoctorados, bibliotecas y administración), personal de apoyo no sindicalizado y estudiantes graduados nombrados”, que trabajaron en julio y agosto.
Al excluirnos, Columbia nos ha demostrado lo que realmente es como empleador que aborrece tratar con los sindicatos. La Universidad afirma que podrían estar dispuestos a incluirnos si el sindicato retira una querella pendiente por condiciones laborales injustas y renuncia al reconocimiento como nuestros agentes de negociación. Eso equivale a un chantaje y nunca estaríamos de acuerdo con esa propuesta.
Las acciones de Columbia ignoran a los trabajadores como Elizabeth de la Rosa, asistente dental con tres niños pequeños. Consideró tomarse una licencia pagada al 60% de su salario antes de encontrar a un cuidador que pudiera pagar. “No podía pagar mis cuentas y aún estoy pagando demasiado para el cuidado de mis niños”, dice Elizabeth. “Los $3,000 ayudarían mucho, y es totalmente injusto que no se los den a los miembros de nuestro sindicato”.
También ignoran a Patricia Thomas, una asistente de técnica de animales con tres hijos. “Es injusto para los que hemos venido a trabajar todos los días durante la pandemia”, dice. “No podemos trabajar de forma remota; tenemos que estar ahí para alimentar y cuidar a los animales. Columbia debería ayudarnos con el cuidado infantil de la misma manera que lo hace con los gerentes y otros empleados no sindicalizados. Nos merecemos eso tanto como ellos”.
Y nos están ignorando a las dos, Giselle de Jesús y Carolina Castillo, asistentes de laboratorio con un niño cada una.
Todos estamos luchando por pagar la renta y poner comida en la mesa. Nadie debería tener que elegir entre pagar el cuidado de los niños o faltar al trabajo.
La decisión de Columbia de ignorarnos equivale a penalizar a la gente por estar en el sindicato. Qué mejor ejemplo de una injusticia.
-Castillo y de Jesús son asistentes técnicos de laboratorio en la Universidad de Columbia y son miembros de 1199SEIU, el sindicato de servicios de salud más grande del país.