Humillación y abuso en la frontera
Los testimonios resultan perturbadores, sobre todo cuando se trata de los cateos
En más de una oportunidad, tanto a través de nuestra cobertura noticiosa como en nuestros comentarios de opinión, hemos puesto en relieve la frágil condición de quienes lo arriesgan todo con tal de huir de sus países en busca del sueño americano.
Desafortunadamente aún hay muchos agentes que no toman en cuenta la vulnerabilidad de los migrantes y los tratan de manera inhumana, sin la más mínima compasión. Es más, el abuso además se extiende contra quienes cruzan de manera legal.
La Red Fronteriza de Derechos Humanos (BNHR, por sus siglas en inglés) dio a conocer esta semana un informe detallado de 32 páginas con base en 4,000 entrevistas hechas en El Paso (Texas) y Las Cruces (Nuevo México). Los testimonios recogen denuncias de maltrato a manos de las fuerzas del orden local y agentes federales que van desde golpes, insultos y amenazas. Es decir, que una vez más ha quedado documentado el patrón de abuso físico y psicológico que infringen los agentes.
El reporte revela cateos injustificados, detenciones por perfil racial, trato discriminatorio en los puertos de entrada y arrestos sin sentido por parte de los departamentos de policía locales. También detallaron la supuesta negación de las necesidades básicas en los centros de detención, la exposición imprudente al COVID-19, las expulsiones injustas bajo el Título 42 y poner en peligro a los niños.
Los testimonios resultan perturbadores, sobre todo cuando se trata de los cateos. Una mujer dijo: “Me pusieron contra la pared, comenzó a revisar mis partes privadas, me golpeó el muslo izquierdo, me abrió las piernas y me preguntaba que si tenía algo en medio (vagina)”. Esto es muy humillante y preocupante.
Incluso personas que tienen sus papeles en orden para cruzar se han tenido que enfrentar a la hostilidad de quienes ejercen la autoridad fronteriza. “Tuvimos miembros de nuestra comunidad, incluidos ciudadanos, residentes legales, titulares de visas y mujeres, que informaron un patrón inquietante durante las inspecciones”, alega el informe.
El Departamento de Seguridad Nacional tiene que revisar los estándares y protocolos a la hora de decidir los motivos por los cuales una persona tiene que ser sometida a un registro corporal y de sus partes íntimas.
Los agentes fronterizos no están por encima de la ley. De alguna forma tiene que haber un adiestramiento que les haga diferenciar entre el arresto de un criminal y el de un inmigrante -de cualquier género- cuyo único delito es buscar una mejor vida. Hay que romper con ese patrón constante del uso de la fuerza no justificado.
Las agencias fronterizas tienen que actuar con transparencia. Hay que investigar y castigar a los efectivos que realizan chequeos corporales erróneos o que cometen abusos físicos y psicológicos. En los puertos de entrada hay que establecer estándares claros que restrinjan las inspecciones secundarias.