Cómo ganamos la guerra por la atención de nuestros niños

No se permitirán teléfonos ni dispositivos con conexión a Internet en nuestras escuelas desde el primer timbre hasta el último.

Gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul.

Gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul. Crédito: Mike Groll | NY Governor Office

Cuando me convertí en la primera gobernadora madre de Nueva York, me comprometí a luchar por los niños de nuestro estado como si fueran míos. Estoy llevando esos esfuerzos a nuestras escuelas, porque sé que es fundamental que cada niño aprenda y crezca en entornos libres de distracciones. Durante el año pasado, estuve organizando sesiones de escucha con padres, maestros, administradores y estudiantes para abordar una de las mayores barreras para el éxito de los estudiantes: las distracciones incesantes generadas por los teléfonos celulares que parecen estar permanentemente adheridos a las manos de nuestros niños.

Lo que escuché fue asombroso. Todos estuvieron de acuerdo en que los teléfonos en nuestras escuelas estaban frenando el progreso de nuestros niños, incluida una adolescente estresada que dijo: “Tienen que salvarnos de nosotros mismos”. No podemos esperar para resolver este problema; los debates interminables sólo hundirán a nuestros niños en un mayor sufrimiento. Por eso ahora propongo una política histórica para restringir el uso de teléfonos inteligentes y otras distracciones digitales en las escuelas públicas de Nueva York.

Desde que asumí el cargo, he seguido una ambiciosa agenda para mejorar las vidas de los niños. Hemos construido nuevos patios de recreo, mejorado las instalaciones escolares e invertido millones para reducir la mortalidad maternal e infantil. El año pasado, firmé una ley pionera en el país que protege a nuestros niños de las redes sociales adictivas y los libera del control de los dispositivos digitales. Si bien hemos hecho grandes avances, nuestro trabajo está lejos de haber terminado.

En todo Nueva York, tanto en las grandes ciudades como en los pueblos con un sólo semáforo, nuestros niños tienen la cabeza hacia abajo, sus ojos pegados a las pantallas. Los teléfonos inteligentes, los relojes inteligentes y las tabletas exigen su atención. Los reels y las notificaciones resultan mucho más intrigantes que la lección en la pizarra o lo que sea que esté diciendo mamá. Si es difícil para los adultos dejar los dispositivos, ¿imagínense cuánto más difícil es para los niños que aún están aprendiendo disciplina y autocontrol? Y cuando nuestros hijos se centran más en los memes que en las matemáticas, se quedan atrás.

Los expertos están de acuerdo conmigo. El profesor de la Universidad de Nueva York Jonathan Haidt, autor de The Anxious Generation, advierte que “el flujo interminable de interrupciones afecta la capacidad de los adolescentes para pensar y puede dejar marcas permanentes en sus cerebros en rápida reconfiguración”. Con algo tan valioso como la mente en desarrollo de un niño, no me quedaré de brazos cruzados mientras preparamos a nuestros hijos para vidas de sufrimiento.

La nueva política que propuse es tan sencilla como efectiva: no se permitirán teléfonos ni dispositivos con conexión a Internet en nuestras escuelas desde el primer timbre hasta el último. Las escuelas tendrán flexibilidad para decidir cómo almacenar los dispositivos, lo que permitirá a los maestros concentrarse en lo que mejor saben hacer: enseñar.

Sé que el cambio a veces es difícil y puede ser aterrador. Si bien la gran mayoría de los padres coinciden en que los teléfonos celulares plantean un problema en la escuela, entiendo que algunos tienen inquietudes sobre cómo mantenerse en contacto con sus hijos. Por eso exigí que las escuelas establecieran formas para que los padres se pusieran en contacto con sus hijos durante la jornada escolar cuando fuera necesario. Los socorristas también me instaron a seguir adelante con esta política, advirtiendo que en situaciones de emergencia, los niños distraídos a menudo no siguen las instrucciones. 

Este cambio puede no ser fácil, pero es lo correcto. Como adultos, es nuestra responsabilidad proteger a nuestros hijos de cualquier daño, ya sea alcohol, tabaco o algoritmos adictivos de las redes sociales. No lo olvidemos: la educación sin distracciones no es una idea radical. Durante generaciones, la gente ha ido a la escuela, ha hecho amigos y se ha desarrollado sin las ataduras de un teléfono móvil. Al devolver nuestras escuelas a santuarios de aprendizaje, estamos priorizando el bienestar de nuestros niños por encima de las ganancias de las grandes tecnológicas.

Tengo una predicción y es que a medida que apartamos a nuestros hijos de estos dispositivos adictivos: todos vamos a estar asombrados. Asombrados de lo fuerte que suena su risa. Asombrados de su curiosidad y creatividad. Asombrados de la cantidad de energía que tienen para jugar, expresarse y volver a ser niños. Juntos, estamos liberando a nuestros hijos y el futuro nunca ha parecido más brillante.

Kathy Hochul es la gobernadora de Nueva York

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