Dos amigas latinas logran prestigiosa beca para ir a la universidad: avanzan hacia el ‘sueño americano’
Karla y Camila logran el sueño compartido de asistir a la universidad; su éxito es un desafío a la visión negativa de Trump sobre familias migrantes

Karla y Camila se graduaron en junio en una ceremonia en el Madison Square Garden. Crédito: Imagen cedida por familias de Karla y Camila | Cortesía
“La conseguí, no tendrás que pagar nada”, dijo Karla Peñaloza entre sollozos al compartir el video de cuando reveló a su mamá la noticia de que había ganado la prestigiosa beca QuestBridge para asistir a la universidad sin tener que preocuparse de la colegiatura, alojamiento ni alimentación.
También Camila Sosa, su amiga de la infancia y compañera de Uncommon Schools en Brooklyn, Nueva York, tuvo el mismo éxito que les costó noches de desvelo para escribir los ensayos y cumplir con otros requisitos para lograr el respaldo de más de $300,000 dólares para su educación en una universidad de élite.
Su éxito, como ellas mismas comparten, no solamente es suyo, también el de sus familias y, en cierto modo, de la comunidad latina, actualmente asediada por los operativos migratorios del gobierno del presidente Donald Trump.
“He observado a mi alrededor y he visto el impacto que puede tener la falta de educación en mi comunidad, porque mientras la sociedad intenta derribarte por tu color de piel o tu origen, hoy estamos aquí para demostrar que están equivocados”, expresó Karla en su discurso en la ceremonia de graduación en junio, en el Barclays Center, en Brooklyn.
Aquel día Karla estaba lejos del llanto que le provocó la emoción de saber que cumplirá su sueño de estudiar negocios internacionales en la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia. Ahí sólo el 9.6 por ciento. de los estudiantes son latinos.

“¿Vas a ir a la universidad?”, le preguntó a Karla uno de sus primos, quien consoló las lágrimas de felicidad de su prima con un abrazo y una sonrisa.
“Gritamos y lloramos y yo le dije, ¿qué significa eso?”, recordó Alicia Pillco, la madre de Karla. “No vas a tener que pagar un centavo, fue lo que ella me dijo, eso significa mami”.
Camila logró su ingreso a la Universidad de Wesleyan, en Middletown, Connecticut, donde estudiará periodismo. Es una institución donde solamente el 10 por ciento de los estudiantes son latinos.
“A veces siente uno que no se puede soñar, porque también soñando es un tipo de privilegio, pero no tiene que ser, todos tenemos el derecho de soñar de tener metas que podemos cumplir. Yo soy una prueba de eso”, compartió Camila. “Pensaba que no podía hacer, que no era posible que me iban a escoger, porque mi historia no era tan diferente […] porque mi historia es como la de cualquier otra latina”.
En el pasillo de ahora su exescuela, Karla y Camila mostraron la pizarra que exhibe a los estudiantes que lograron ingresar a la universidad este año.
“Siempre que paso aquí, digo: ‘¡Wow, aquí está mi nombre!’”, compartió Karla.
En otras partes del plantel hay fotografías de personas que los estudiantes consideran inspiradores, incluida la excandidata presidencial Kamala Harris. El colegio tiene matriculados mayoritariamente a afroamericanos, pero Karla y Camila se integraron a la comunidad estudiantil.
“Somos la minoría en esta escuela, pero eso no quita no ser un cambio para los niños que vienen. Creo que somos las primeras en la historia de esta escuela que han ganado una beca así de grande, de latinas, más que nada, y mujeres”, reflexiona Camila.
Las familias de estas jóvenes encontraron Uncommon Schools una solución para ofrecerles más oportunidades de ir a la universidad. Este sistema escolar, que funciona desde 1997, es una red de escuelas chárter públicas sin fines de lucro de alto rendimiento que opera en cinco ciudades: Boston, Camden, Newark, Nueva York y Rochester.

El reto superado
La beca QuestBridge es para estudiantes con un alto rendimiento académico, es decir, un buen promedio; deben provenir de un entorno familiar de bajos recursos, pero según los requisitos deben demostrar una sólida capacidad académica, “curiosidad intelectual, habilidades de escritura y cualidades personales como resiliencia y motivación”, dejando claro el reto que eso significa.
Karla y Camila debieron escribir ensayos personales, además de tener recomendaciones de profesores y presentar un irrefutable informe académico y documentos financieros.
“Para aplicar para la beca tienes que tener un promedio muy alto, top 15 de la escuela. Todos los alumnos en la escuela saben qué tan grande es esta beca, pudiendo ir completamente gratis [a la universidad]”, explicó Camila.
Karla parece más tímida que Camila, pero está consciente de su logro académico y ahora quiere ser una inspiración para otras latinas.
“Alguien de mi color de piel […], siendo mujer, puede ganar una beca así, pues yo quiero ser ese ejemplo”, dijo. “La educación para mí es muy importante, porque no es sólo para mí. Digo que es más para mi familia también, porque ellos no tuvieron la oportunidad”.

Mientras Karla expresaba su opinión, Camila asentaba ante casi cada frase, confirmando que comparten una filosofía similar.
“Escribí sobre mi realidad. Yo, desde chiquita, desde los ocho años, acompañaba a mi mamá a trabajar. Hace limpiezas de casas, de oficinas, de salones de belleza. Entonces, ella me expuso al trabajo duro desde muy chiquita”, reconoce Camila, quien comparte que reside en un apartamento de tres habitaciones, con la estancia adaptada como recámara, donde viven siete personas y un perrito. “Es una casa muy llena, pero no la cambiaría para nada”.
Karla dijo que le costó trabajo expresar su historia en un papel.
“Tenía muchos problemas en saber lo que tenía que escribir, para enseñar a la gente que yo también merecía esa beca”, dijo.
Karla y Camila se conocieron cuando tenía cinco años en su escuela en Brooklyn. Hoy tienen 18 y disfrutan la cosecha de la amistad alimentada desde entonces.
Dos madres, dos hijas
Los sueños de Karla y Camila no se forjaron solos. El anhelo de Karla de “querer ayudar a mucha gente latina” para mejorar sus finanzas y el de Camila de contar historias como periodista desde varias partes de mundo tuvieron bases sólidas en sus familias, sus padres, pero principalmente sus mamás.
Norma Flores, la madre de Camila, reconoce que ella no tenía sueños de un futuro profesional específico cuando era adolescente, pero quiso que su hija los tuviera, al verla siendo una niña creativa y curiosa sobre su entorno.
“Llegué aquí a los 16 y mi mami me dijo: ‘¿Quieres estudiar?’ Obvio, como yo era adolescente, dije: ‘No, quiero trabajar’. No tenía sueños, no tenía ejemplos, entonces no sabía realmente cuál iba a ser mi futuro”, compartió Norma, quien es originaria de Puebla, México.
Su esposo, Israel Sosa y padre de Camila, compartió una historia similar. Él es de la Ciudad de México.
“Yo pensé venir un año. Tenía un poco el sueño de ser militar, porque mi papá lo había sido, es lo que pensaba, pero al final de cuentas cuando yo vine acá, ganar dinero, eso fue lo que me hizo quedarme aquí”, expresó.
Se conocieron cuando asistieron a la escuela de inglés y el nacimiento de Camila los unió más, su objetivo era no solamente hacer feliz a esa niña, sino alentar sus anhelos.
En la cocina de su hogar para una de las entrevistas, mientras prepara alimentos junto a Karla, la señora Alicia cuenta su propia historia.
“Somos de una ciudad pobre, mi papá emigró a Estados Unidos cuando yo tenía ocho años, luego mi papá nos trajo aquí, cuando yo tenía 17 años. Mi meta era estudiar, pero como somos cinco hermanos y teníamos que ayudar económicamente a mi papá, entonces me dediqué a trabajar”, expresó. “En mi país terminé mi colegio, aquí estudié dos años de universidad, pero como siempre para nosotros los hispanos, el lenguaje es una barrera”.
Norma y Alicia no solamente tienen en común la amistad que une a sus hijas y que terminó juntando a las familias, sino que ambas trabajando en labores de limpieza. Norma, recordó, que antes laboró en una fábrica cociendo ropa y luego en una cafetería.
“Es el trabajo que me ha ayudado a sacar adelante a mis hijos”, dijo la señora Alicia.
El miedo a las deportaciones
En las entrevistas a ambas familias, la nueva política de deportaciones fue un tema necesario, dado su propio historial migratorio. Era necesario conocer su opinión sobre lo que ocurre en este momento con operaciones de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en todo el país.
“Ahora, si tú tienes tu situación legal, si tú te hiciste ciudadano americano, no importa si tú aportas a este país, igual eres un target (objetivo), como dicen, para inmigración”, lamenta Alicia en referencia a las redadas de ICE.
La madre de Camila también se muestra indignada por la detención de inmigrantes sin historial criminal, solamente porque no tienen papeles.
“Recogen a las personas cuando están trabajando, ¡que simplemente, están trabajando””, expresa indignada. “Y llegan y los recogen y se los llevan”.
Bajo el nuevo gobierno del presidente Donald Trump, la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) realiza operativos contra cualquier indocumentado, incluyendo acciones en cortes migratorias, viviendas, centros comerciales y lugares de trabajo. En estos últimos ha habido en operativos en granjas, restaurantes, fábricas y granjas.
El jueves 4 de septiembre, ICE realizó un operativo de varias horas en Nutrition Bar Confectioners en Cato, una comunidad rural a unos 48 kilómetros al noroeste de Syracuse, Nueva York, donde se detuvo al menos a 70 personas. Ese mismo día, la agencia detuvo a 475 personas en una fábrica de autos Hyundai, en Ellabell, Georgia, la cual es la mayor redada hasta la fecha en la ofensiva migratoria del gobierno de Trump en centros de trabajo.
Ambas familias prefieren no ahondar en la situación de algunos de sus miembros, incluso si están en proceso de obtener una protección migratoria.
Algunas de las entrevistas fueron en casa de la familia de Karla, a donde acudieron los padres de Camila. Sentados a la mesa para disfrutar un café con pan, todos sonríen, mientras comparten anécdotas sobre las estudiantes becadas y comparten ese éxito logrado.
El desafío de estudiantes latinas
El logro de Karla y Camila destaca en un escenario donde las latinas son de los grupos con más desafíos para ingresar y permanecer en la universidad, debido principalmente a su situación económica.
En los últimos años, las tasas de matriculación universitaria de las mujeres variaron significativamente según la raza y la etnia. En 2023, las mujeres blancas y asiáticas tenían los mismos porcentajes de registro con el 60.2 %, mientras las latinas solamente el 35.4%, debajo de las afroamericana con 36.2%, según datos del Departamento del Trabajo de EE.UU.
El problema no termina ahí, ya que datos de un informe de 2024 sobre estudiantes que comenzaron a asistir a instituciones de cuatro años en 2016 revelaron que solamente el 62.6% de las latinas concluyeron sus estudios, lejos del 80% de las blancas y asiáticas.
Los motivos varían, según reportes Centro Nacional de Estadísticas de Educación (NCES) y del Pew Research Center, destacando la presión familiar, debido a la situación económica.
Camila destacó que la beca le permitirá estudiar sin preocuparse de pagar absolutamente nada. Ella no lo dice, pero el monto oscila entre los $300,000 y los 320,000 dólares por cuatro años.
Ella reconoce que entre sus compañeros de la preparatoria habían obtenido algunas becas ofrecen importantes montos de cobertura, pero hay quienes deben pagar $1,000 o $2,000 dólares.
“Entonces esto es un lujo increíble”, expresó.

Jenny Muñiz, asesora sénior de Políticas sobre Programas de Educación de UnidosUs, explicó que las latinas enfrentan doble carga: familiar y económica, que a veces les impide concluir con sus estudios universitarios.
“Es muy importante que los estudiantes, las mujeres especialmente, tengan becas completas para ir a la universidad, porque cuando tienen que trabajar al mismo tiempo de ir a las clases y de cumplir con sus requerimientos académicos, crea también muchos retos para los estudiantes”, expuso.
Muñiz reconoció que las latinas tienen “una doble carga” con los compromisos laborales, pero también la situación migratoria actual puede convertirse en un elemento negativo en su preparación negativa, ya que muchas estudiantes podrían pertenecer a familias mixtas, es decir, donde al menos uno de sus miembros es indocumentado.
“Para muchos estudiantes latinos, especialmente para muchas mujeres que están estudiando en las universidades, lo que encontramos es que están navegando una doble carga. Tienen sus exigencias académicas y además tienen estas expectativas de familiares”, lamentó. “Y a eso le agregamos ahorita lo que está pasando con la inmigración también, que los está afectando mucho, entonces tienen muchos retos”.
La importancia de la guía académica
El éxito de Karla y Camila tiene una base fundamental en su familia, en su esfuerzo personal, pero también en la guía que reciben en la preparatoria, como en Uncommon Schools, que tiene programas para estudiantes de educación básica, secundaria y preparatoria.

En ese último programa, cada estudiante desarrolla su trayectoria académica en estrecha colaboración con un orientador, para encontrar la universidad que mejor se adapte a sus planes. Desde 1997, el 96 % de los graduados de las preparatorias Uncommon Schools han sido admitidos en programas universitarios de cuatro años. La filosofía escolar es clara: nunca están solos.
Jenmell Green, director de Consejería Escolar, del plantel Uncommon Schools en Brooklyn, fue el asesor de Karla y Camila.
“Lo principal para mí es realmente apoyar a los estudiantes durante todo su proceso de aplicación a la universidad, especialmente de dónde vienen los estudiantes y sus familias”, explicó. “[Se les orienta] desde que están en el penúltimo año aprendiendo qué tipo de universidades existen, privadas, públicas, pero también pasando el asunto de la ayuda financiera con ellos, también con las familias”.
Green reconoce que la beca QuestBridge que lograron Karla y Camilia es un logro esencial que despresuriza su camino universitario.
“Es un sentimiento indescriptible ver cómo se quitan ese peso de encima de los hombros, al saber que, ¡hey!, esta beca cubre cuatro años completamente gratis sin preocuparse por la situación financiera, porque esa es la razón número uno por la que muchos de nuestros chicos no pueden continuar en la universidad”, lamenta.

María Alcón-Heraux, directora de Medios y Asuntos Públicos de Uncommon Schools, señala que su red de colegios logró 34 becas QuestBridge, de las cuales cinco fueron para latinos, incluidas Karla y Camila.
“Esto va a cambiar toda su vida. De aquí, esto cambia, porque al llegar a estas universidades, han cambiado la trayectoria de todas sus familias”, consideró.
Karla se siente orgullosa y aliviada de poder asistir a la universidad, será la primera de su familia en hacerlo.
“Es algo muy fenomenal para mi familia que no saben mucho de ir a la escuela, de acabar la escuela”, expresó.
Camila recuerda el día que su madre la llevó a limpiar una casa de una familia que viajaba mucho y tenía fotografías de esos viajes. Ella las miraba, no con envidia, aclara, sino con anhelo, pensar que algún día puede visitar a esos lugares, como la torre Eiffel, en París.
“Quiero ser periodista, quiero escribir, quiero viajar, quiero contar las historias que se parecen a la mía, a la de Karla y quiero compartir con todo el mundo qué bonito ser latina”, expresó.
Ambas amigas de la infancia, ahora casi adultas, reconocen el temor de dejar a sus familias, de residir en otras ciudades, pero ese miedo es claramente opacado por la emoción que expresan de avanzar hacia su sueño.
La planeación e investigación de este reportaje se realizó bajo una colaboración entre nuestra casa editorial Impredia y Activista Media para la producción del mini documental ‘Una beca al sueño americano’.