Son más las personas que aplazan jubilación
Estudio detalla que prolongación es más acentuada entre las mujeres
WASHINGTON D.C. Al sumar a quienes lo necesitan con los que quieren mantenerse activos está aumentando en Estados Unidos el número de personas que alarga su vida laboral y alcanza la vejez en su puesto de trabajo una vez superada la edad mínima para jubilarse.
El ciclo vital de aprendizaje, trabajo y jubilación se está transformando y las fronteras que delimitan cada etapa se difuminan a medida que los mayores aplazan su retirada y los más jóvenes tardan más en encontrar su primer empleo.
Así lo establece un estudio realizado por tres investigadores de la Universidad de Georgetown en el que explican los cambios que se están produciendo en el mercado laboral, materializados en el retraso de la edad de entrada y de salida.
En pequeñas tiendas o en establecimientos más grandes de Estados Unidos no resulta extraño encontrarse dependientes de avanzada edad, como Bala Rae, quien, a los 80 años, aún trabaja en unos grandes almacenes de Washington.
“Me gusta lo que hago y no sólo porque es un ingreso adicional. Me ayuda a mantenerme bien de salud y, además, me siento útil. Yo soy soltero; si estuviera en casa solo, me moriría de aburrimiento”, confiesa a Efe Rae, que lleva 26 años en su empresa.
“No hay una edad máxima para trabajar, aquí no se discrimina ni por raza, ni por sexo, y por edad tampoco, pero tienes que hacerlo bien”, razona el veterano dependiente, que ve en la “responsabilidad” y la “experiencia” las principales virtudes de los empleados mayores.
Aunque sorprendente, el ejemplo de Rae es cada vez menos excepcional.
“Aproximadamente uno de cada cinco adultos de más de 65 años trabaja a día de hoy, mientras que en 1993 era uno de cada diez”, explica a Efe el director del Centro de Educación y Fuerza de Trabajo de la Universidad de Georgetown, Anthony P. Carnevale, uno de los autores del estudio.
Los estadounidenses pueden empezar a beneficiarse del Seguro Social a partir de los 62 años, la edad mínima de jubilación, pero con pensiones reducidas, por lo que la mayoría solía esperar hasta los 65 o 66 años en la década de 1980 y ahora hasta los 68 ó 69, advierte Carnevale.
El experto asegura que el retraso de la edad de retiro es una “tendencia a largo plazo” que comenzó en la década de 1990, se aceleró en la de 2000 y “se ha hecho especialmente evidente desde la Gran Recesión” de 2008.
“Las personas mayores han sido uno de los pocos grupos cuya tasa de empleo aumentó durante las debilidades económicas de los últimos años”, destaca Carnevale.
Según una reciente encuesta de Gallup, el número de personas mayores de 65 años en activo ha aumentado un 3% desde 2010, una cifra que contrasta con el descenso del 2% en el grupo de edad comprendido entre los 18 y los 29 años.
Por más que algunos trabajen porque quieren, la necesidad económica es lo que empuja a muchos otros y, en un sondeo realizado por el banco Wells Fargo, el 37% de los encuestados respondió que esperaba trabajar hasta su muerte o hasta caer gravemente enfermos.
“Todo es muy caro, tengo que pagar una hipoteca y la universidad de mis hijos”, lamenta un taxista iraní de Washington, de 65 años, que asegura que permanecerá en su puesto lo que pueda, porque lo precisa para subsistir.
En el estudio de la Universidad de Georgetown se detalla que la prolongación de la vida laboral es más acentuada entre las mujeres y los universitarios.
Para Carnevale, el aumento de la esperanza de vida, el desplazamiento hacia trabajos de mayor componente intelectual, el incentivo que suponen las últimas reformas de la Seguridad Social y la prevalencia de planes de pensiones privados de contribución definida han provocado este retraso del retiro.
Pese a la contradicción de tendencias entre cada vez más mayores trabajando y jóvenes con dificultades para empezar a hacerlo, los autores del informe descartan que fomentar una jubilación más temprana ayude a los jóvenes a encontrar empleo.