Mujeres que saben hacer ruido
Mariana Ramírez, percusionista, fundadora de Excelsis Quartet
“Batería, congas, tambores, timbales, vibráfono y marimba. Todos esos instrumentos que una chica bien no tocaría”, dice riendo. “Es que el mundo de la percusión está bastante dominado por hombres,” apunta Mariana, quien decidió convocar a cuatro mujeres cuando formó su grupo, Excelsis. “Históricamente”, agrega, “se suponía que para aumentar las chances de ‘casarte bien’ debías aprender a tocar algún instrumento pero claro, eran la flauta, el arpa. Estar haciendo barullo con tambores no era visto como ‘femenino’”.
“Las cosas están cambiando pero lentamente”, agrega Clara Warnaar, canadiense-americana y quien hace los arreglos musicales del grupo. “Piensa que la Filarmónica de Viena recién aceptó mujeres casi en el 2000”.
México primero y multiculturalismo después
En un barcito, sentadas a una mesa rodeando una botella de Tequila, las músicas escuchan el ruido de la lluvia que pega fuerte tras un concierto que brindaron en ocasión del reciente Día de la Tierra. “Elegí especialmente ‘El Caminante del Mayab’ porque es una leyenda que habla del amor y de la comunión de las personas con los animales”, explica Mariana sobre una de las canciones que interpretan que narra la historia de una prometida que, convertida en pájaro, busca a su amor sobrevolando distintos parajes.
“Partimos de la música tradicional mexicana pero también tenemos temas clásicos y nos gusta incorporar elementos nuevos siempre. Hace poco lanzamos una convocatoria internacional y unos músicos israelíes compusieron piezas de percusión para nosotras. Tocamos un poco de todo y nuestra música refleja la mezcla genial de esta ciudad”, dice Mariana.
Elevarse al máximo
Ese es el significado del nombre en latín del grupo. “Me gustó la idea de llevar lo que hacemos a lo más alto; de expresar todo nuestro potencial”, cuenta esta muchacha de pelo azabache, risa cristalina y penetrante mirada.
Las chicas, a veces acompañadas por la joven soprano Rosa Betancourt, se presentan en distintos Estados –próximamente estarán en el Festival Internacional de Marimba de Nancy Zeltsman- y cuando les toca trasladarse emprenden el recorrido en el Saturn Wagon de Mariana.
“Parecemos una compañía de mudadores. La marimba es un instrumento delicado. La nuestra, que me presta mi esposo, es de madera de palo de rosa de Guatemala y es enorme. Cuando viajamos la plegamos y la llevamos en seis maletas distintas”.
Hija de psicólogos
Sus padres en el DF siempre la apoyaron pero el temor estaba allí, latente. “Viniendo de una profesión más tradicional es lógico, tenían miedo que me muriera de hambre”, afirma. “Pero nunca se opusieron, lo único que me decían es: ‘Tendrás que chingarle mucho’ y así le hacemos”, dice sin dejar de sonreir.
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