Toxinas en cuerpo y alma al comer carne

El jugoso bisté apetecía en el plato con gozosa impudicia, como para chuparse los dedos. Lo devoré semejando a un animal salvaje comiendo presa recién cazada.

Sin percatarme de la carnicera imagen, mezclé con placer el puré de papas con la sangre regada en la vianda.

Aunque en los últimos años reduje la carne, una tarde reciente me surgió un antojo repentino e invité a mi hija Carolina a comerla en un restaurante.

En la noche sufrí una incómoda indigestión que no me dejó conciliar bien el sueño.

Tuve pesadillas con vacas muriendo de manera agónica.

A la mañana siguiente investigué sobre los daños fisiológicos que produce la carne roja.

Estudios aseguran que las personas que la comen moderadamente unas tres veces por semana, intoxican el cuerpo obligando a los órganos a hacer un mayor esfuerzo.

La metabolización deja residuos ácidos como el úrico, fosfórico y sulfúrico, en la sangre, en los fluidos y los tejidos de nuestro organismo.

Pero si no le preocupa la salud, quizás tenga compasión con los seres vivientes. Con el propósito de cubrir el mercado mundial, cada año la industria alimenticia sacrifica, de manera cruel, cerca de nueve billones de vacas, puercos, aves y otros animalitos inocentes. Mueren maltratados, indefensos y llenos de tristeza.

Esto me trae malos recuerdos.

Cada vez que el mayordomo mataba un cerdo en la finca para una fiesta, los chillidos de agobio del animal me despertaban y en mi mente resonaban los de marranos degollados con sevicia en un matadero industrial frente al colegio donde estudié en Cali.

La religión judía y ciertos musulmanes minimizan el dolor y la agonía del animal que van a comer.

No voy a entrar en detalles porque ese tema místico es complejo, pero, sí puedo decir que muchos judíos se alimentan con carne desangrada bajo el rito “Kosher”, palabra hebrea que quiere decir “apto”. Matan los especímenes con un corte en la garganta buscando mermar el sufrimiento y procurando la muerte digna.

Ciertas religiones creen que ser vegetariano conduce a la santidad. Buda no comía carne y lo consideraba un “antojo ignorante”, aunque algunos budistas modernos contradicen esta versión. En cambio, los católicos la devoramos como animales hambrientos.

El Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos, advirtió que la carne roja podría causar la mortal enfermedad.

Por otra parte, sólo del 15 al 20% de las proteínas que necesita el cuerpo humano provienen de la carne. ¿Por qué es importante en la dieta? ¿Todavía quiere comerla?

Si le quedan ganas de ir a un rodizio a embutirse de materia poco digerible, le cuento que otros estudios advierten sobre la transferencia de emociones negativas al comer carne.

El pánico inmenso a morir y la desesperanza que experimentan los animales al matarlos con violencia, se almacena como energía negativa en sus tejidos y cuando las personas consumen la carne, se traslada la agresividad al organismo humano.

Verdad de los científicos o mentira de los vegetarianos para persuadirnos de no comer carne, prefiero ser precavido y no arriesgarme con toxinas en el cuerpo ni en el alma.

En navidad procuraré respeto a todos los seres vivientes.

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