El delicado arte de ser respetuoso

Lo padre del respeto es que va y viene: si respetas, te respetan.

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Crédito: Fotolia

Una de las cosas que los adultos siempre le están pidiendo (o exigiendo) a los niños, es que sean respetuosos: “respeta a tus mayores”, dicen las abuelitas; “respeten a sus compañeros”, dicen los maestros; “respeta mis canas”, dicen… ¡todos!

Es bastante fácil darse cuenta cuando estamos siendo irrespetuosos, porque inmediatamente recibimos reclamos y hasta castigos pero, ¿cómo aprender a serlo?

Ser respetuoso no es lo mismo que ser amable, y ser irrespetuoso no es lo mismo que ser grosero. ¿Complicado? Pues ni tanto; fíjate: el respeto es algo que se le otorga a alguien por cariño, por admiración o como reconocimiento a su experiencia o sabiduría. Consiste en aceptar su punto de vista, sus ideas, su presencia o sus órdenes y no traspasar sus límites, su espacio. Pero, ¡aguas!, ese espacio no siempre es físico, así que a veces no se puede ver o medir; se trata del espacio que cada persona necesita para vivir, pensar y actuar.

Hasta aquí, el respeto puede sonar parecido a la tolerancia, y sí, ambos están emparentados; la diferencia es que el respeto, con frecuencia, parte de la idea de que todos tenemos derechos, por lo que no es tan fácil determinar hasta dónde acaban los tuyos y dónde empiezan los de los demás, ya seas niño o adulto, hombre o mujer, pobre o rico. Por eso, ejercer el respeto es actuar como si hubiera una frontera invisible entre uno mismo y los demás, y esforzarse por no cruzarla.

Don Benito Juárez, que como tú sabes, fue presidente de México y nos dejó una frase que resume estupendamente lo que es el respeto: “Entre los sujetos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

La idea es clara: si uno no anda por ahí atropellando los derechos de los demás, no corre el riesgo de que alguien haga lo mismo con uno.

Don Benito, que iba más lejos, quiso explicar que así como sólo hay paz entre los países que no se meten en asuntos que no les incumben, lo mismo sucede entre las personas cuando se respetan las cosas, las ideas y los espacios de cada quien.

Cómo se ejerce el respeto

Al hablar: permitiendo que en una plática o una discusión las personas expresen sus opiniones, sin interrumpir, burlarse o ignorarlas; usando el lenguaje adecuado.

Al compartir un espacio: no invadiendo los espacios físicos de los demás, no tomando o usando sus cosas sin permiso, no estorbando a propósito.

Al participar en reuniones de cualquier tipo: no haciendo cosas que puedan ofender a alguien, comportarse bien, seguir los ritos o las tradiciones.

Al convivir: no tratar de salirte con la tuya, cueste lo que cueste.

¿Estás listo?

Si tienes la sensación de que el asunto del respeto es delicado, ¡estás en lo correcto! Pero no te apures, se requiere un poco de práctica para no confundirlo con otras actitudes, aunque más vale hacerse bolas, que no hacer nada. Por lo pronto, te doy unos tips:

  • Si te invitan a la casa de alguien que tiene costumbres distintas a las tuyas, a una iglesia o a una ceremonia especial, la forma de mostrar respeto es comportarse correctamente, participar si te parece bien, o hacerte a un lado y no interrumpir si no entiendes o no quieres tomar parte.
  • En casa, respetar a los miembros de la familia implica no meter la nariz en sus cosas, no entrar sin pedir permiso en sus espacios personales, esperar tu turno para hablar y obedecer las órdenes que te dan las personas con autoridad. Ojo: las personas con autoridad no necesariamente tienen que ser adultos; si la comida se está quemando y tu hermana mayor te ordena salir de la cocina para hacerse cargo del problema, es porque ella sabe qué hacer en ese momento y es la autoridad.
  • En la calle o en lugares públicos, la gente muestra respeto no haciendo cosas que molesten a los demás: si nadie corre, brinca o grita, está fuera de lugar que alguien lo haga.
  • En la escuela las formas de respeto básicas son: hacer lo que te indican los maestros, no hablar cuando es el turno de otro y comportarte con seriedad en las ceremonias.

Lo padre del respeto es que va y viene: si respetas, te respetan. Comienza a practicarlo hoy mismo, ¡y gánate el respeto de los demás!

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