Rememoran la tragedia en Arizona

A un año de la matanza en Tucson, Gabrielle Giffords participa en una vigilia en memoria de los que perdieron la vida a manos de Jared Loughner

La congresista Gabrielle Giffords (centro), acompañada por su marido Mark Kelly y de la esposa de uno de sus colaboradores, en Tucson.

La congresista Gabrielle Giffords (centro), acompañada por su marido Mark Kelly y de la esposa de uno de sus colaboradores, en Tucson. Crédito: AP

TUCSON, Arizona.- La representante federal Gabrielle Giffords dirigió ayer a una multitud durante el Juramento a la Bandera. Sus palabras resonaron en una fría noche de esta ciudad durante una rara aparición en público para participar en una vigilia con velas, un año después de sobrevivir a un tiroteo que dejó seis muertos.

La congresista demócrata subió al escenario entre vítores del público. Ron Barber, miembro de su equipo que fue herido en el fatal tiroteo del 8 de enero de 2011, la invitó a liderar el juramento.

La multitud coreaba: “¡Gaby, Gaby!”.

Cojeó hasta el podio y su esposo el astronauta Mark Kelly la ayudó a levantar la mano izquierda para ponerla sobre su corazón. Después de un año en el que ha tenido problemas para hablar, Giffords recitó el juramento con el público, con la frente en alto y una sonrisa en la cara al pronunciar cada palabra.

La ceremonia efectuada en la Universidad de Arizona coronó un día lleno de eventos que incluyeron un servicio religioso que congregó a cientos de personas en la tarde y el repiqueteo de campanas en toda la ciudad a las 10:11 a.m., la hora exacta en que un hombre armado le disparó a Giffords y abrió fuego de manera metódica contra la línea de personas que esperaban hablar con la legisladora durante un encuentro formal en esa fatídica fecha.

Con abrazos y lágrimas los residentes del sur de Arizona recordaron la muerte, las vidas truncadas y a aquellos que actuaron heroicamente luego de que aquel hombre armado, Jared Loughner, disparara en dicho evento al aire libre que dejó gravemente herida a Giffords, además de los seis muertos.

“Incluso en medio de este año preocupante, la sanación, el valor que hemos experimentado en nuestra comunidad, cada uno de nosotros puede observar cómo estamos llenos de bendiciones de nuestras vidas”, dijo Stephanie Aaron, rabino de Giffords, quien recitó el Salmo 23 en un servicio interreligioso en la catedral la tarde de ayer.

Familiares de las seis personas que perdieron la vida caminaron solemnemente por el pasillo con una rosa roja que colocaron en un jarrón.

Cientos de personas presentes en la catedral -entre ellas la gobernadora Jan Brewer- corearon “Recordamos, recordamos con nuestros corazones agradecidos”.

Algunos cerraron los ojos mientras otros se abrazaban.

Niñas en vestidos blancos y fajas rojas bailaron por el pasillo mientras sonaba una canción llamada Hero in the Dark (Héroe en la oscuridad), y el pastor pedía a todos celebrar a aquellos que murieron y a aquellos que actuaron para salvar vidas durante el tiroteo.

Barber, que sobrevivió a dos heridas de bala, dijo que se despertó el domingo soñando con Giffords, quien resultó herida de gravedad, y con su compañero Gabe Zimmerman, que murió.

Giffords, de 41 años, y su esposo habían ido a la escena del tiroteo el sábado. También visitaron el Centro Médico de la Universidad, donde Giffords fue atendida después del ataque y a un sendero afuera de Tucson que fue nombrado en honor de Zimmerman.

Ayer desde temprano, el presidente Barack Obama expresó su solidaridad a la congresista. En su llamada telefónica, el mandatario dijo a Giffords que tanto él como su esposa, Michelle, tienen presentes en sus oraciones a la congresista y a las familias de los fallecidos.

En el ataque de aquel 8 de enero de 2011, perpetrado por Loughner, un joven de 22 años, perdió la vida una niña de 9 años, Christina Taylor Green, nacida el día de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

También murieron en el ataque Gabe Zimmerman, asistente de Giffords; el juez federal John Roll, de 63 años; Dorwan Stoddard, un exempleado de la construcción de 76; Phyllis Scheneck, un ama de casa de 79, y Dorothy Morris, de 76.

Aquella mañana, la congresista demócrata recibió el impacto de bala cuando participaba en un encuentro con votantes a las puertas de un supermercado.

La bala le atravesó el hemisferio izquierdo del cerebro -que alberga la parte motriz y el habla- y en los primeros momentos algunos medios de comunicación la llegaron a dar por muerta.

Sin embargo, gracias a la atención inmediata de uno de sus asistentes, Daniel Hernández -quien llevaba solo cinco días en el equipo-, se le pudo detener la hemorragia y ser trasladada a un hospital de Tucson.

Después de varias operaciones y una intensa terapia, Giffords, que todavía tiene dificultades para hablar y para mover un brazo, acudió a finales de abril a la base de Cabo Cañaveral para despedir a su esposo que comandó el último viaje del transbordador Endeavour.

Loughner, por su parte, fue declarado mentalmente incompetente por un juez para comparecer ante un juicio, y está encarcelado acusado de los crímenes y del intento de asesinato de la congresista.

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