Iglesia y gobierno ayudaban a los asesinos de la Santa Muerte
Daban pena las condiciones de vida en las que estaban
NACOZARI, México (AP) – Era una familia de la que la gente se compadecía. El gobierno y la iglesia la ayudaban con alimentos, ropa usada y animales de granja gratuitos. Se sabía que los hombres eran recolectores de basura y se sospechaba que algunas de las mujeres eran prostitutas.
La procuraduría (fiscalía) mexicana investiga si la familia de clase baja que vivía en casuchas en las afueras de un pequeño poblado del norte de México cercano a la frontera con Estados Unidos formó parte de un culto que sacrificó a dos niños de 10 años y a una mujer de 55 en ritos de adoración a la Santa Muerte, una imagen venerada mayormente por criminales pero cuya popularidad crece en México y entre hispanos que radican en Estados Unidos.
Los asesinatos han sacudido al pueblo minero de Nacozari, en el extremo de la Sierra Madre, y podrían ser los primeros sacrificios humanos vinculados con la popular Santa Muerte, rechazada por la Iglesia católica.
Las autoridades revelaron que las gargantas y muñecas de las víctimas fueron cortadas con cuchillos y hachas y que su sangre fue regada en un altar dedicado a la Santa Muerte. Sus cadáveres fueron enterrados cerca de las casuchas donde presuntamente vivían los integrantes del culto.
“Algo de brujería, concretamente de la Santa Muerte, nunca nos enteramos”, dijo Jorge Sánchez Castillo, de 54 años, dueño de un hotel y de un maizal junto a la casa de la mujer que se cree que encabezaba el grupo. “Esto ha sido algo trágico para todos nosotros”.
Nacozari ha sido escenario de la espeluznante violencia de los cárteles de la droga que pelean por el lucrativo corredor a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, afirmó José Miguel Espinoza, director de Seguridad Pública Municipal de Nacozari.
“Es un pueblo pacífico, tranquilo. Nunca habíamos tenido un hecho violento”, dijo.
Cuando un niño de 10 años fue reportado como perdido en julio de 2010, su madre y el novio de ésta dijeron a la Policía que sus conocidos lo vieron pidiendo limosna en las calles de la cercana Agua Prieta, en la frontera con Douglas, Arizona, dijo Espinoza.
“No teníamos ni un indicio para sospechar o pensar que hubiera un homicidio”, dijo.
Un segundo niño de 10 años se perdió a principios de marzo, lo que generó que la unidad de personas desaparecidas del estado de Sonora enviara agentes a Nacozari, de acuerdo con el jefe de Policía. La madre de ese menor y el novio de ésta lo reportaron a las autoridades estatales, que descubrieron semanas después que los dos niños tenían conocidos en común.
Martín Ríos, uno de los menores desaparecidos, era hijo de la ex novia de un hombre llamado Eduardo Sánchez. El segundo, Jesús Martínez, era el nieto político de la nueva novia de Eduardo Sánchez, Silvia Meraz.
Espinoza agregó que ambos niños acudían frecuentemente a la casa de Meraz, en un barrio pobre en las afueras del poblado de 11,500 habitantes.
El jefe de Policía dijo que sus agentes sospecharon que la casa estaba siendo usada para la prostitución luego de ver a hombres distintos ajenos al pueblo visitar el lugar, pero nunca recabaron la evidencia suficiente para arrestar a alguien.
El miércoles, los agentes desenterraron el cadáver del niño Jesús Martínez, que fue inhumado bajo el piso de tierra de la recámara de una de las hijas de Meraz. Las autoridades empezaron luego a arrestar a los integrantes de la familia, quienes los guiaron a lo que las autoridades creen son los restos de otro menor, así como a la tumba de Cleotilde Romero, una mujer de 55 años que era amiga cercana de Meraz y que desapareció en 2009.
José Larrinaga, vocero de la Procuraduría de Justicia del estado de Sonora, dijo que Meraz, de 44 años y quien según la Policía encabezaba el culto, y siete personas relacionadas con ella, fueron arrestados mientras avanza la investigación: su novio Eduardo Sánchez, su padre, su hijo, tres hijas y una nuera. Hasta ahora las investigaciones no han derivado en cargos formales.
“Al ofrecerle la sangre, les daba protección por un tiempo”, dijo Larrinaga. “Según ellos, iban a recibir como recompensa el que la Santa Muerte les iba a indicar dónde había dinero. Se dicen fanáticos de la Santa Muerte”.
R. Andrew Chesnut, director del Departamento de Estudios Católicos de la Virginia Commonwealth University y autor del libro “Devoted to Death: Santa Muerte, the Skeleton Saint”, dijo que en años recientes solamente había reportes no confirmados de sacrificios humanos relacionados con la figura en México.
Chesnut dijo que las muertes a tiros de tres hombres en 2007 al parecer tenían relación con la Santa Muerte, dado que los cadáveres fueron abandonados en una capilla dedicada a la Santa Muerte en las afueras de la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo. Sin embargo, los cuerpos no presentaron señales de sacrificios.
Agregó que si bien los devotos a la Santa Muerte consideran el asesinato una “aberración satánica de la devoción” y que los libros sobre la Santa Muerte no mencionan sacrificios humanos, algunos de sus seguidores son extremistas.
“Sin ninguna autoridad clerical que los detenga, algunos de sus seguidores participan en rituales aberrantes e incluso aborrecibles”, dijo Chesnut.
El viernes, la Policía presentó a los ocho detenidos en el caso de los sacrificios en la sede de la procuraduría en Hermosillo, capital del estado, para permitir que los periodistas los vieran y les hicieran preguntas, una práctica típica en México.
Meraz dijo a los reporteros que ella es creyente de la Santa Muerte desde hace más de dos años.
“Iba a dar dinero la Santa Muerte”, dijo Meraz.
Ante la pregunta de si ella creía haber recibido algo, respondió con una grosería y su voz quebrada: “¡Pendejadas! ¿Qué te va a dar? ¡Nada!”